El Papa: Luchemos hasta el fondo contra el cáncer de la corrupción
Roma, AFP
El Papa Francisco este martes llegó a Florencia con motivo del V Congreso Nacional de la Iglesia Italiana que se celebra estos días en Italia. Primero acudió a la ciudad vecina de Prato, situada a pocos kilómetros de Florencia, donde advirtió de que “la vida de cada comunidad exige que se combatan hasta el fondo el cáncer de la corrupción y el veneno de la ilegalidad”.
Prato cuenta con una de las industrias textiles más importantes del país y allí Francisco saludó a miles de fieles que le esperaban en la plaza de la Catedral y que le escucharon hablar de la dignidad del trabajo y la necesidad de acoger a todos.
“He venido como peregrino a esta ciudad rica de historia y de belleza, que durante siglos ha merecido la definición de ‘ciudad de María’. Son afortunados porque ¡están en buenas manos!”
El Papa les dijo que “son privilegiados también porque custodian la reliquia de la ‘Sagrada Cintura’ de la Virgen, que acabo de venerar”.
Recordando que San Pablo pide ‘revestirse de la armadura de Dios’, pidió a los fieles de Prato ceñirse de la verdad. “No se puede fundar nada bueno sobre la mentira y la falta de transparencia”. “Buscar y elegir la verdad no es fácil, pero es una decisión vital que debe marcar profundamente la existencia de cada uno y también de la sociedad, para que sea más justa y honesta”.
En este sentido, “la sacralidad de cada ser humano requiere para cada uno respeto, acogida y un trabajo digno”. “La vida de cada comunidad exige que se combatan hasta el fondo el cáncer de la corrupción y el veneno de la ilegalidad”, denunció.
Por eso, “¡no nos cansemos de luchar por la verdad!”. A los jóvenes les invitó “a no caer nunca en el pesimismo y en la resignación”.
Francisco ofreció algunos pensamientos relacionados con la Escritura. El primero fue sobre el “camino de salvación que el pueblo de Israel emprendió, de la esclavitud de Egipto a la Tierra Prometida”.
“Antes de liberarlo, el Señor pide celebrar la cena pascual y consumarla de un modo particular”, recordó.
“Ceñirse las vestiduras significa estar preparados, prepararse a partir, a salir para ponerse en camino” y “a esto nos exhorta el Señor también hoy, hoy más que nunca: a no permanecer cerrados, en la indiferencia, sino a abrirnos”.
También “a sentirnos, todos, llamados y preparados a dejar algo para llegar a alguno, con el que compartir la alegría de haber encontrado al Señor y también el cansancio de caminar por el camino”.
El Papa indicó que salir significa “acercarse a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”. “Una fe que piensa en sí misma y está cerrada en casa no es fiel a la invitación del Señor, que llama a los suyos a tomar la iniciativa y a involucrarse, sin miedo”.
El Santo Padre advirtió del “peligro de sufrir el torbellino de los acontecimientos, perdiendo la valentía de buscar la ruta”.
“Se prefiere entonces el refugio de cualquier puerto seguro y se renuncia a tomar el largo sobre la palabra de Jesús” pero “Jesús, que quiere llegar a quien no lo ama, nos anima”.
“Desea que nazca en nosotros una renovada pasión misionera y nos confía una gran responsabilidad. Pide a la Iglesia su esposa caminar por los senderos accidentados de hoy, de acompañar a quien ha perdido la vida, plantar tiendas de esperanza donde acoger a quien está herido y ya no espere nada de la vida”.
El Santo Padre recordó que “hemos sido servidos por Cristo, que se ha hecho nuestro prójimo, para servir a la vez a quien está cercano a nosotros”.
“Para un discípulo de Jesús ningún cercano puede ser lejano” porque “existen lejanos que están demasiado distantes, pero próximo de alcanzar”.
El Papa les agradeció todo lo que hacen por acoger y dar trabajo a las personas. “No se desanimen ante las dificultades”, les dijo. “Sean siempre animados por el deseo de establecer varios ‘puntos de proximidad’”.
Antes de despedirse dio un consejo: “Si alguno se siente cansado u oprimido por las circunstancias de la vida, que se confíe a nuestra Madre, que es cercana y consuela”.
El Papa Francisco este martes llegó a Florencia con motivo del V Congreso Nacional de la Iglesia Italiana que se celebra estos días en Italia. Primero acudió a la ciudad vecina de Prato, situada a pocos kilómetros de Florencia, donde advirtió de que “la vida de cada comunidad exige que se combatan hasta el fondo el cáncer de la corrupción y el veneno de la ilegalidad”.
Prato cuenta con una de las industrias textiles más importantes del país y allí Francisco saludó a miles de fieles que le esperaban en la plaza de la Catedral y que le escucharon hablar de la dignidad del trabajo y la necesidad de acoger a todos.
“He venido como peregrino a esta ciudad rica de historia y de belleza, que durante siglos ha merecido la definición de ‘ciudad de María’. Son afortunados porque ¡están en buenas manos!”
El Papa les dijo que “son privilegiados también porque custodian la reliquia de la ‘Sagrada Cintura’ de la Virgen, que acabo de venerar”.
Recordando que San Pablo pide ‘revestirse de la armadura de Dios’, pidió a los fieles de Prato ceñirse de la verdad. “No se puede fundar nada bueno sobre la mentira y la falta de transparencia”. “Buscar y elegir la verdad no es fácil, pero es una decisión vital que debe marcar profundamente la existencia de cada uno y también de la sociedad, para que sea más justa y honesta”.
En este sentido, “la sacralidad de cada ser humano requiere para cada uno respeto, acogida y un trabajo digno”. “La vida de cada comunidad exige que se combatan hasta el fondo el cáncer de la corrupción y el veneno de la ilegalidad”, denunció.
Por eso, “¡no nos cansemos de luchar por la verdad!”. A los jóvenes les invitó “a no caer nunca en el pesimismo y en la resignación”.
Francisco ofreció algunos pensamientos relacionados con la Escritura. El primero fue sobre el “camino de salvación que el pueblo de Israel emprendió, de la esclavitud de Egipto a la Tierra Prometida”.
“Antes de liberarlo, el Señor pide celebrar la cena pascual y consumarla de un modo particular”, recordó.
“Ceñirse las vestiduras significa estar preparados, prepararse a partir, a salir para ponerse en camino” y “a esto nos exhorta el Señor también hoy, hoy más que nunca: a no permanecer cerrados, en la indiferencia, sino a abrirnos”.
También “a sentirnos, todos, llamados y preparados a dejar algo para llegar a alguno, con el que compartir la alegría de haber encontrado al Señor y también el cansancio de caminar por el camino”.
El Papa indicó que salir significa “acercarse a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”. “Una fe que piensa en sí misma y está cerrada en casa no es fiel a la invitación del Señor, que llama a los suyos a tomar la iniciativa y a involucrarse, sin miedo”.
El Santo Padre advirtió del “peligro de sufrir el torbellino de los acontecimientos, perdiendo la valentía de buscar la ruta”.
“Se prefiere entonces el refugio de cualquier puerto seguro y se renuncia a tomar el largo sobre la palabra de Jesús” pero “Jesús, que quiere llegar a quien no lo ama, nos anima”.
“Desea que nazca en nosotros una renovada pasión misionera y nos confía una gran responsabilidad. Pide a la Iglesia su esposa caminar por los senderos accidentados de hoy, de acompañar a quien ha perdido la vida, plantar tiendas de esperanza donde acoger a quien está herido y ya no espere nada de la vida”.
El Santo Padre recordó que “hemos sido servidos por Cristo, que se ha hecho nuestro prójimo, para servir a la vez a quien está cercano a nosotros”.
“Para un discípulo de Jesús ningún cercano puede ser lejano” porque “existen lejanos que están demasiado distantes, pero próximo de alcanzar”.
El Papa les agradeció todo lo que hacen por acoger y dar trabajo a las personas. “No se desanimen ante las dificultades”, les dijo. “Sean siempre animados por el deseo de establecer varios ‘puntos de proximidad’”.
Antes de despedirse dio un consejo: “Si alguno se siente cansado u oprimido por las circunstancias de la vida, que se confíe a nuestra Madre, que es cercana y consuela”.