El frente contra el ISIS busca superar las trabas para forjar una coalición

El enfrentamiento entre Rusia y Turquía y el papel de El Asad complican un acuerdo global


Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Cuando todo parecía apuntar en la cumbre del G-20 celebrada recientemente en Antalya (Turquía) a una convergencia entre los líderes globales para la creación de una gran coalición contra el Estado Islámico (ISIS), el enemigo yihadista común, el derribo por la aviación turca de un caza ruso sobre la frontera siria ha puesto de relieve las diferencias entre los países que luchan contra el califato. La permanencia del presidente sirio, Bachar el Asad, durante el proceso de salida pactada a la guerra, sigue siendo uno de los escollos que divide a los países que impulsan esa negociación y un frente común contra el ISIS.


Al día siguiente de los ataques de París, 20 países reunidos en Viena, entre ellos Estados Unidos y Rusia, acordaron abrir una vía negociada que ponga fin a la guerra en Siria para poder combatir al ISIS hasta su erradicación. A la semana siguiente, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el uso de la fuerza contra las milicias del ISIS. En apenas 15 días, el conflicto sirio está dando tantos vuelcos que los expertos no se atreven a pronosticar una deriva cercana de los acontecimientos.

Uno de los principales analistas sobre Siria, el profesor estadounidense Joshua Landis, no cree que sea posible en este momento la creación de la gran coalición que Francia reclamó al mundo tras la matanza cometida por el Estado Islámico en su capital. “El derribo del caza ruso por Turquía es solo la última señal de que Occidente y la OTAN no están dispuestos a actuar junto a Rusia”, destaca el editor de Syria Comment.

EE UU está al frente desde el verano de 2014 de una coalición de 65 países occidentales y árabes que bombardea al ISIS en el norte de Siria e Irak, donde el líder yihadista Abubaker al Bagdadi acababa de proclamar entonces el califato. Hasta los atentados de París, esta coalición apenas efectuaba una media de seis salidas diarias, y concentraba sus ataques en bases yihadistas que, como ha comprobado tras la conquista de Sinjar (noroeste de Irak) por las milicias kurdas, han sido fortificadas y cuentan con túneles que recuerdan a los del Vietcong. Mientras tanto, Rusia, que dispone de bases aéreas y navales en la costa siria, ha lanzado decenas de incursiones diarias de su aviación en los últimos tres meses, aunque su objetivo principal han sido fuerzas rebeldes distintas del ISIS.

El presidente François Hollande ha buscado apoyo para su causa de “destruir” al Estado Islámico. En EE UU recibió el respaldo del presidente Barack Obama, quien insistió en que la amplia coalición ya existente —en la que participa Francia— debe tener prioridad. En otro frente de divergencia y a pesar de la “ambigüedad constructiva” del secretario de Estado, John Kerry, en la conferencia de Viena del día 14, el profesor Landis sostiene que “Obama ha reiterado que no aceptará a El Asad como presidente de Siria, o de una parte de Siria, en el futuro”. Para este experto norteamericano, “EE UU insiste en un cambio de régimen en Damasco y Rusia sigue insistiendo en el mantenimiento del régimen”.

El derribo de un caza ruso por los disparos de misiles de aviones turcos en la frontera con Siria, uno de los incidentes más graves que ha tenido que afrontar el Kremlin desde el final de la Guerra Fría, sorprendió a Hollande camino de la Casa Blanca. La tensión no ha dejado de crecer entre Rusia y Turquía, dos de los socios clave, junto con EE UU, Irán y Arabia Saudí en el acuerdo alcanzado en Viena para buscar una solución negociada al conflicto sirio.

El Elíseo ha acercado posiciones con el Kremlin en el proceso de salida política para la guerra en Siria

“El Gobierno turco no parece tener una estrategia clara ante una realidad cambiante en la región”, advierte el columnista del diario turco Today’s Zaman Yavuz Baydar. “Sigue anclado en sus posiciones: un futuro para Siria sin el presidente El Asad e impedir la formación de un cinturón kurdo en la frontera turco-siria”.

Hollande ha recibido de Putin la promesa de una mayor coordinación de Rusia en la lucha contra el Estado Islámico, si bien el presidente ruso es partidario de que una eventual gran coalición se sitúe bajo el paraguas de la ONU. En contrapartida, el Elíseo ha acercado posiciones con el Kremlin en el proceso de salida política para la guerra civil en Siria, al reconocer un papel al régimen de Damasco, aunque no forzosamente al actual presidente.

París viene a admitir así la importancia del Ejército leal a Damasco como principal fuerza sobre el terreno. Las unidades de combatientes kurdos del norte de Siria han demostrado su eficacia, pero, por razones de rechazo étnico, no se atreven a operar en zonas de mayoría árabe suní.

Francia ha abierto también el camino que debería emprender una nueva gran coalición al bombardear depósitos de petróleo y sus convoyes de transporte del ISIS para asfixiar las finanzas del califato.

El proceso de Viena prosigue. Los países miembros se reunirán en diciembre en París, en torno a la Cumbre del Clima. Según la revista digital Al Monitor, Arabia Saudí ya ha convocado a los grupos rebeldes para intentar que se unan en un bloque “de intereses comunes” antes de las conversaciones sobre un alto el fuego con Damasco, previstas a comienzos de 2016. Antes habrá que definir qué milicias rebeldes son excluidas como terroristas. “Turcos y saudíes continúan armando a los rebeldes sirios”, puntualiza Landis, quien considera difícil que Occidente y sus aliados islámicos “acepten que el Ejército ocupe las zonas controladas por el ISIS”.

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