El fin de la tregua del PKK resta apoyo al partido kurdo
La formación izquierdista prokurda HDP supera el umbral del 10 % de los votos y obtiene representación parlamentaria, pero pierde un millón de votos respecto a junio
Andrés Mourenza
Diyarbakir, El País
El prokurdo Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) logró ayer superar el umbral del 10% de los votos necesario para entrar en el Parlamento, pero al reducirse su apoyo en un millón de sufragios respecto a los comicios de junio —buena parte de ellos han sido recuperados por los islamistas— puede considerarse uno de los derrotados. Es un resultado que puede tener importantes consecuencias en la ya de por sí conflictiva región suroriental de Turquía.
Los bailes, las canciones y los fuegos artificiales que inundaron Diyarbakir, la capital oficiosa del Kurdistán turco, la noche del pasado 7 de junio, se transformaron ayer en caras largas y preocupación en la sede de la formación izquierdista kurda. Fuera, cientos de adolescentes transformaron su decepción en rabia y ésta en quema de basura, pedradas a la policía e incluso disparos con fuego real. Los antidisturbios cargaron con chorros de agua a presión y profusión de gases lacrimógenos, y los enfrentamientos se prolongaron durante horas, provocando varios heridos.
“¡Guerra, guerra! ¡Esto será la guerra!”, decía uno de los jóvenes que se había congregado, en principio, para celebrar los resultados pero que terminó viendo cómo su partido dejaba de ser determinante en la Gran Asamblea Nacional turca ante la abultada victoria del AKP. “[El presidente Recep Tayyip] Erdogan es un ladrón, nos ha robado votos. Ha cometido fraude”, afirmaba otro, tras escapar de una carrera policial. Para muchos seguidores del HDP —que en junio se convirtió en el primer partido kurdo que entraba en el Parlamento— resulta incomprensible que su partido haya perdido votos y otros no están dispuestos a reconocer el resultado.
Una fuente de la formación prokurda explicó que, según su recuento paralelo, el HDP habría obtenido el 12,2% de los votos, frente al 10,7% que le da el escrutinio oficial, 2,5 puntos menos que en junio. “Si no nos reconocen este resultado, estamos dispuestos a presentar una demanda ante la Comisión Electoral”.
La colíder del partido, Figen Yüksekdag, atribuyó la pérdida de votos a la “situación anormal” de los últimos cinco meses, en los que la violencia ha retornado al área kurda, bien en forma de enfrentamientos entre el grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad, bien de atentados yihadistas cuyo objetivo han sido en su mayoría simpatizantes de la causa kurda.
“No ha habido una campaña justa. No se nos ha permitido llevar a cabo una campaña electoral, nos hemos enfrentado a ataques y matanzas”, apuntó por su parte el otro líder del partido, Selahattin Demirtas, recordando los cientos de ataques sufridos por militantes y sedes del HDP. “En este ambiente de linchamiento provocado por el Gobierno, con el que se quería dejar al HDP por debajo de la barrera electoral, hemos logrado superarla y nos hemos convertido en el tercer mayor grupo parlamentario”, subrayó la colíder.
No hubo, en cambio, palabras de crítica para el PKK pese a que parece incuestionable el efecto que ha tenido la decisión de los insurgentes kurdos de dar por terminada en julio la tregua que habían mantenido durante dos años para facilitar las negociaciones con el Gobierno. Ciertos sectores conservadores kurdos se pasaron a la formación de Demirtas en las anteriores elecciones bajo la firme apuesta por la paz del partido, pero ahora han regresado a un AKP que, en estos meses, no dejó de subrayar los lazos entre el HDP y la guerrilla kurda.
En el sudeste de Turquía la política es en muchas ocasiones cosa de clanes. Y, cuando el hombre o el consejo de ancianos que encabeza el clan decide apoyar a un partido, prácticamente toda la familia actúa de acuerdo a sus indicaciones. Tradicionalmente, el PKK –de origen marxista- ha intentado romper con estos arreglos tribales pero, en las elecciones de junio, los medios afines a los nacionalistas kurdos se vanagloriaban de haber recibido el apoyo de tal o cual clan para el HDP. Ahora, en cambio, los clanes y los kurdos más conservadores le han retirado el apoyo al HDP -ha perdido entre el 5 y el 10 % de los votos en provincias como Diyarbakir, Mardin, Urfa o Van- y han regresado al AKP, que además ha robado votos a formaciones aún más religiosas, incluido el partido fundamentalista Hüda-Par, que decidió no presentarse a estos comicios.
Al contrario, en el oeste de Turquía, los votos perdidos por el HDP corresponden mayormente a sectores progresistas que han regresado a la disciplina del partido socialdemócrata CHP, aunque igualmente defraudados por el regreso a las armas del PKK.
Resta ahora saber si estos resultados calmarán la violencia en la región suroriental del país o la aumentarán ya que la parte más radical del movimiento kurdo considera agotada la vía democrática para avanzar en su causa. La clave será si un Gobierno del AKP con mayoría absoluta está dispuesto a regresar a la mesa de negociaciones.
Andrés Mourenza
Diyarbakir, El País
El prokurdo Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) logró ayer superar el umbral del 10% de los votos necesario para entrar en el Parlamento, pero al reducirse su apoyo en un millón de sufragios respecto a los comicios de junio —buena parte de ellos han sido recuperados por los islamistas— puede considerarse uno de los derrotados. Es un resultado que puede tener importantes consecuencias en la ya de por sí conflictiva región suroriental de Turquía.
Los bailes, las canciones y los fuegos artificiales que inundaron Diyarbakir, la capital oficiosa del Kurdistán turco, la noche del pasado 7 de junio, se transformaron ayer en caras largas y preocupación en la sede de la formación izquierdista kurda. Fuera, cientos de adolescentes transformaron su decepción en rabia y ésta en quema de basura, pedradas a la policía e incluso disparos con fuego real. Los antidisturbios cargaron con chorros de agua a presión y profusión de gases lacrimógenos, y los enfrentamientos se prolongaron durante horas, provocando varios heridos.
“¡Guerra, guerra! ¡Esto será la guerra!”, decía uno de los jóvenes que se había congregado, en principio, para celebrar los resultados pero que terminó viendo cómo su partido dejaba de ser determinante en la Gran Asamblea Nacional turca ante la abultada victoria del AKP. “[El presidente Recep Tayyip] Erdogan es un ladrón, nos ha robado votos. Ha cometido fraude”, afirmaba otro, tras escapar de una carrera policial. Para muchos seguidores del HDP —que en junio se convirtió en el primer partido kurdo que entraba en el Parlamento— resulta incomprensible que su partido haya perdido votos y otros no están dispuestos a reconocer el resultado.
Una fuente de la formación prokurda explicó que, según su recuento paralelo, el HDP habría obtenido el 12,2% de los votos, frente al 10,7% que le da el escrutinio oficial, 2,5 puntos menos que en junio. “Si no nos reconocen este resultado, estamos dispuestos a presentar una demanda ante la Comisión Electoral”.
La colíder del partido, Figen Yüksekdag, atribuyó la pérdida de votos a la “situación anormal” de los últimos cinco meses, en los que la violencia ha retornado al área kurda, bien en forma de enfrentamientos entre el grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad, bien de atentados yihadistas cuyo objetivo han sido en su mayoría simpatizantes de la causa kurda.
“No ha habido una campaña justa. No se nos ha permitido llevar a cabo una campaña electoral, nos hemos enfrentado a ataques y matanzas”, apuntó por su parte el otro líder del partido, Selahattin Demirtas, recordando los cientos de ataques sufridos por militantes y sedes del HDP. “En este ambiente de linchamiento provocado por el Gobierno, con el que se quería dejar al HDP por debajo de la barrera electoral, hemos logrado superarla y nos hemos convertido en el tercer mayor grupo parlamentario”, subrayó la colíder.
No hubo, en cambio, palabras de crítica para el PKK pese a que parece incuestionable el efecto que ha tenido la decisión de los insurgentes kurdos de dar por terminada en julio la tregua que habían mantenido durante dos años para facilitar las negociaciones con el Gobierno. Ciertos sectores conservadores kurdos se pasaron a la formación de Demirtas en las anteriores elecciones bajo la firme apuesta por la paz del partido, pero ahora han regresado a un AKP que, en estos meses, no dejó de subrayar los lazos entre el HDP y la guerrilla kurda.
En el sudeste de Turquía la política es en muchas ocasiones cosa de clanes. Y, cuando el hombre o el consejo de ancianos que encabeza el clan decide apoyar a un partido, prácticamente toda la familia actúa de acuerdo a sus indicaciones. Tradicionalmente, el PKK –de origen marxista- ha intentado romper con estos arreglos tribales pero, en las elecciones de junio, los medios afines a los nacionalistas kurdos se vanagloriaban de haber recibido el apoyo de tal o cual clan para el HDP. Ahora, en cambio, los clanes y los kurdos más conservadores le han retirado el apoyo al HDP -ha perdido entre el 5 y el 10 % de los votos en provincias como Diyarbakir, Mardin, Urfa o Van- y han regresado al AKP, que además ha robado votos a formaciones aún más religiosas, incluido el partido fundamentalista Hüda-Par, que decidió no presentarse a estos comicios.
Al contrario, en el oeste de Turquía, los votos perdidos por el HDP corresponden mayormente a sectores progresistas que han regresado a la disciplina del partido socialdemócrata CHP, aunque igualmente defraudados por el regreso a las armas del PKK.
Resta ahora saber si estos resultados calmarán la violencia en la región suroriental del país o la aumentarán ya que la parte más radical del movimiento kurdo considera agotada la vía democrática para avanzar en su causa. La clave será si un Gobierno del AKP con mayoría absoluta está dispuesto a regresar a la mesa de negociaciones.