EE UU y China dan un impulso vital al pacto por el clima
Xi pide más esfuerzos a los países ricos que más han contribuido al calentamiento global
Manuel Planelles / Gabriela Cañas
París, El País
El mensaje que lanzaron este lunes los 150 jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la cumbre del Clima de París fue nítido: la apuesta por la economía verde es el único futuro posible. Lo inédito ahora es que EE UU y China comparten la misma ambición. Las dos primeras potencias mundiales pidieron un acuerdo ambicioso que deberá revisarse cada cinco años. A la preocupación de Barack Obama por las condiciones de vida de las futuras generaciones, el presidente francés François Hollande añadió: “La transformación energética es una obligación moral”.
Ni EE UU ni China se comprometieron con el acuerdo de Kioto de 1997 a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy, el norteamericano Barack Obama y su homólogo chino, Xi Jinping, hablan casi el mismo idioma sobre el cambio climático. "Represento al segundo país más contaminador. Asumiremos nuestras responsabilidades", ha dicho Obama. Su discurso ha abierto las puertas a la ayuda que necesitan los países en desarrollo, al igual que ha hecho Xi Jinping. Ninguno de los dos, sin embargo, ha hecho votos por un acuerdo vinculante como ha pedido Hollande, anfitrión del cónclave.
Washington y Pekín han llegado a París, junto a otros 180 países, con sus compromisos nacionales para luchar contra el calentamiento global bajo el brazo. Insuficientes, en palabras de la canciller Angela Merkel, la más comprometida con el cambio climático y la única gran potencia que ha hablado este lunes de ir hacia una economía totalmente libre de emisiones de dióxido de carbón. Es inédito que tantos países hayan presentado sus contribuciones, pero, como ha indicado Merkel, "con ellas no vamos a lograr contener el aumento de la temperatura en dos grados". París confía en las revisiones al alza cada cinco años de los compromisos de mitigación para lograr el objetivo fijado.
Los líderes políticos darán paso a partir del martes a las negociaciones, que se desarrollarán en París hasta el 11 de diciembre. Lo que diferencia a países desarrollados (y muy contaminadores) de los que se consideran en desarrollo, escollo principal de intentos de acuerdo anteriores, ha estado muy presente en los discursos: "Los países más pobres son los que menos contaminan, pero son al tiempo los más afectados. Hay que buscar justicia climática", ha dicho François Hollande. "El mar se está tragando en Alaska pueblos enteros, y los glaciares se derriten a un ritmo sin precedentes", ha insistido Obama. "Estamos ante el abismo. Hay que reaccionar", ha abundado Hollande.
En el acuerdo final se busca que el llamado Fondo Verde reciba, como estaba previsto, los 100.000 millones de dólares (94.600 millones de euros) anuales a partir de 2020 para ayudar justamente a esos países. Y también aquí Obama y Linping han demostrado estar en sintonía. Ambos creen en la necesidad de movilizar ese dinero. Sin él, el acuerdo podría estar en peligro. Países como India, cuya economía depende en gran parte del carbón, piden compensaciones por sufrir una contaminación de la que apenas son responsables. Cuentan para ello con la mala conciencia de algunos de los países desarrollados. "Hemos contaminado mucho. Por tanto, debemos estar en la vanguardia de las energías limpias", ha dicho Angela Merkel.
China es hoy el país más contaminante el planeta. Su responsabilidad, sin embargo, no es tan grande como la de otros. En emisiones per cápita está muy por debajo de Europa y de Estados Unidos, y ese puede ser un punto esencial de desacuerdo. "Los países desarrollados", ha dicho Xi Liping, "deben asumir más responsabilidade". El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha expuesto justamente las diferencias que pueden poner en peligro el acuerdo final. "Un habitante de los países ricos emite 38 veces más que uno de los pobres", ha dicho en referencia a los gases de efecto invernadero. Existe, ha recordado, una "deuda ecológica que debe pagarse y que, sobre todo, no debe ir aumentando".
El bloque bolivariano en el que se inscribe Ecuador mantiene una posición dura en las negociaciones de París. Venezuela forma parte de ese pequeño ramillete de países que ni siquiera ha presentado su contribución nacional antes de la cumbre. La intervención del presidente Nicolás Maduro fue suspendida este lunes en París en el último momento. Correa, por su parte, propuso una "corte internacional de justicia ambiental" y que las tecnologías que ayuden a evitar el cambio climático sean declaradas "bienes públicos globales", es decir, que se tenga libre acceso a ellas.
Algunos países en desarrollo, como Mongolia, han pedido este lunes tener muy en cuenta el índice de emisiones por habitante. Otros, como Tuvalu, han reclamado ayuda urgente. El país puede desaparecer debido al incremento del nivel del mar, como puede suceder a esos pueblos de Alaska que Obama visitó este verano.
Este lunes ha sido el día de los grandes discursos. La inédita situación de tantos mandatarios dispuestos a luchar contra el cambio climático ha proyectado la imagen de una gobernanza global que François Hollande no desaprovechó. "Nuestro desafío es pasar de la globalización de la competencia a la globalización de la cooperación", ha dicho el jefe de Estado francés. "Tenemos que buscar pactos de equidad entre el norte y el sur". Xi Linping ha hecho una lectura similar: "La conferencia de París no es la meta, sino el punto de partida de una gobernanza global. Tenemos que forjar un futuro compartido, un futuro de cooperación en el que cada país aporta en función de sus capacidades".
La inédita situación de tantos mandatarios juntos y tantos proyectos nacionales para reducir el calentamiento global es la señal más positiva de esta cumbre que acaba de comenzar. "Muestra el compromiso del mundo con el cambio climático", ha sostenido el presidente de esta reunión, el ministro de Asuntos Exteriores Laurent Fabius. "El mundo les observa, el mundo cuenta con ustedes", ha apuntado Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de Cambio Climático de la ONU.
Obama ha pedio altura de miras. "Si aceptamos este desafío no obtendremos victorias rápidas”, ha dicho. “Esto se va a medir en sufrimiento evitado. Nuestra generación no va a ver los resultados. Pero los vamos a lograr para nuestros hijos y nuestros nietos", ha añadido. Merkel ha clamado por la "justicia intergeneracional”.
El presidente ruso Vladímir Putin ha sido uno de los más fríos en su exposición. Y uno de los pocos que no ha ofrecido su apoyo y condolencias a Francia por los atentados del 13 de noviembre. Ha centrado su fría exposición en los deberes hechos por su país respecto al cambio climático y los efectos económicos perversos que ya está provocando el calentamiento global.
En esta cita, que concluye el 11 de diciembre, se espera que se cierre el primer acuerdo global en el que todos los países se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático. Tras décadas en las que no se ha conseguido cerrar un pacto global, y en las que las emisiones han seguido creciendo año a año, muchos esperan que de la cita de París salga el protocolo que sustituirá a Kioto (1997), que solo cubría el 11% de las emisiones mundiales. Hay, aparentemente, un ambiente favorable al acuerdo. "Un momento político como el que estamos viviendo quizás no pueda volver a repetirse", ha advertido el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Manuel Planelles / Gabriela Cañas
París, El País
El mensaje que lanzaron este lunes los 150 jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la cumbre del Clima de París fue nítido: la apuesta por la economía verde es el único futuro posible. Lo inédito ahora es que EE UU y China comparten la misma ambición. Las dos primeras potencias mundiales pidieron un acuerdo ambicioso que deberá revisarse cada cinco años. A la preocupación de Barack Obama por las condiciones de vida de las futuras generaciones, el presidente francés François Hollande añadió: “La transformación energética es una obligación moral”.
Ni EE UU ni China se comprometieron con el acuerdo de Kioto de 1997 a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy, el norteamericano Barack Obama y su homólogo chino, Xi Jinping, hablan casi el mismo idioma sobre el cambio climático. "Represento al segundo país más contaminador. Asumiremos nuestras responsabilidades", ha dicho Obama. Su discurso ha abierto las puertas a la ayuda que necesitan los países en desarrollo, al igual que ha hecho Xi Jinping. Ninguno de los dos, sin embargo, ha hecho votos por un acuerdo vinculante como ha pedido Hollande, anfitrión del cónclave.
Washington y Pekín han llegado a París, junto a otros 180 países, con sus compromisos nacionales para luchar contra el calentamiento global bajo el brazo. Insuficientes, en palabras de la canciller Angela Merkel, la más comprometida con el cambio climático y la única gran potencia que ha hablado este lunes de ir hacia una economía totalmente libre de emisiones de dióxido de carbón. Es inédito que tantos países hayan presentado sus contribuciones, pero, como ha indicado Merkel, "con ellas no vamos a lograr contener el aumento de la temperatura en dos grados". París confía en las revisiones al alza cada cinco años de los compromisos de mitigación para lograr el objetivo fijado.
Los líderes políticos darán paso a partir del martes a las negociaciones, que se desarrollarán en París hasta el 11 de diciembre. Lo que diferencia a países desarrollados (y muy contaminadores) de los que se consideran en desarrollo, escollo principal de intentos de acuerdo anteriores, ha estado muy presente en los discursos: "Los países más pobres son los que menos contaminan, pero son al tiempo los más afectados. Hay que buscar justicia climática", ha dicho François Hollande. "El mar se está tragando en Alaska pueblos enteros, y los glaciares se derriten a un ritmo sin precedentes", ha insistido Obama. "Estamos ante el abismo. Hay que reaccionar", ha abundado Hollande.
En el acuerdo final se busca que el llamado Fondo Verde reciba, como estaba previsto, los 100.000 millones de dólares (94.600 millones de euros) anuales a partir de 2020 para ayudar justamente a esos países. Y también aquí Obama y Linping han demostrado estar en sintonía. Ambos creen en la necesidad de movilizar ese dinero. Sin él, el acuerdo podría estar en peligro. Países como India, cuya economía depende en gran parte del carbón, piden compensaciones por sufrir una contaminación de la que apenas son responsables. Cuentan para ello con la mala conciencia de algunos de los países desarrollados. "Hemos contaminado mucho. Por tanto, debemos estar en la vanguardia de las energías limpias", ha dicho Angela Merkel.
China es hoy el país más contaminante el planeta. Su responsabilidad, sin embargo, no es tan grande como la de otros. En emisiones per cápita está muy por debajo de Europa y de Estados Unidos, y ese puede ser un punto esencial de desacuerdo. "Los países desarrollados", ha dicho Xi Liping, "deben asumir más responsabilidade". El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha expuesto justamente las diferencias que pueden poner en peligro el acuerdo final. "Un habitante de los países ricos emite 38 veces más que uno de los pobres", ha dicho en referencia a los gases de efecto invernadero. Existe, ha recordado, una "deuda ecológica que debe pagarse y que, sobre todo, no debe ir aumentando".
El bloque bolivariano en el que se inscribe Ecuador mantiene una posición dura en las negociaciones de París. Venezuela forma parte de ese pequeño ramillete de países que ni siquiera ha presentado su contribución nacional antes de la cumbre. La intervención del presidente Nicolás Maduro fue suspendida este lunes en París en el último momento. Correa, por su parte, propuso una "corte internacional de justicia ambiental" y que las tecnologías que ayuden a evitar el cambio climático sean declaradas "bienes públicos globales", es decir, que se tenga libre acceso a ellas.
Algunos países en desarrollo, como Mongolia, han pedido este lunes tener muy en cuenta el índice de emisiones por habitante. Otros, como Tuvalu, han reclamado ayuda urgente. El país puede desaparecer debido al incremento del nivel del mar, como puede suceder a esos pueblos de Alaska que Obama visitó este verano.
Este lunes ha sido el día de los grandes discursos. La inédita situación de tantos mandatarios dispuestos a luchar contra el cambio climático ha proyectado la imagen de una gobernanza global que François Hollande no desaprovechó. "Nuestro desafío es pasar de la globalización de la competencia a la globalización de la cooperación", ha dicho el jefe de Estado francés. "Tenemos que buscar pactos de equidad entre el norte y el sur". Xi Linping ha hecho una lectura similar: "La conferencia de París no es la meta, sino el punto de partida de una gobernanza global. Tenemos que forjar un futuro compartido, un futuro de cooperación en el que cada país aporta en función de sus capacidades".
La inédita situación de tantos mandatarios juntos y tantos proyectos nacionales para reducir el calentamiento global es la señal más positiva de esta cumbre que acaba de comenzar. "Muestra el compromiso del mundo con el cambio climático", ha sostenido el presidente de esta reunión, el ministro de Asuntos Exteriores Laurent Fabius. "El mundo les observa, el mundo cuenta con ustedes", ha apuntado Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de Cambio Climático de la ONU.
Obama ha pedio altura de miras. "Si aceptamos este desafío no obtendremos victorias rápidas”, ha dicho. “Esto se va a medir en sufrimiento evitado. Nuestra generación no va a ver los resultados. Pero los vamos a lograr para nuestros hijos y nuestros nietos", ha añadido. Merkel ha clamado por la "justicia intergeneracional”.
El presidente ruso Vladímir Putin ha sido uno de los más fríos en su exposición. Y uno de los pocos que no ha ofrecido su apoyo y condolencias a Francia por los atentados del 13 de noviembre. Ha centrado su fría exposición en los deberes hechos por su país respecto al cambio climático y los efectos económicos perversos que ya está provocando el calentamiento global.
En esta cita, que concluye el 11 de diciembre, se espera que se cierre el primer acuerdo global en el que todos los países se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático. Tras décadas en las que no se ha conseguido cerrar un pacto global, y en las que las emisiones han seguido creciendo año a año, muchos esperan que de la cita de París salga el protocolo que sustituirá a Kioto (1997), que solo cubría el 11% de las emisiones mundiales. Hay, aparentemente, un ambiente favorable al acuerdo. "Un momento político como el que estamos viviendo quizás no pueda volver a repetirse", ha advertido el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.