Draghi y Tusk avisan de que será difícil pactar con Londres

El jefe del BCE deja claro que “la moneda única de la UE es el euro”

Claudi Pérez
Bruselas, El País
Los imperios fuertes suelen tener bancos centrales potentes. La UE pierde pujanza, pero tiene un banquero central tenaz: Mario Draghi, su presidente, alertó este jueves del riesgo de salida de Reino Unido de la Unión, que implica la necesidad de estrechar lazos a toda prisa en la eurozona. Y advirtió al primer ministro David Cameron de que algunas de sus propuestas son inasumibles. “Los tratados son muy claros: la moneda única de la UE es el euro”, dijo Draghi ante el deseo de Londres de que otros países sigan su camino y puedan quedarse fuera del euro. El escepticismo de Fráncfort se extiende a los mandarines de Bruselas. “Las reclamaciones británicas son duras; será realmente difícil alcanzar un acuerdo y desde luego no hay ninguna garantía de que ese acuerdo llegue en diciembre”, abundó en La Valeta (Malta) el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.


Cameron está en medio de una pinza entre el ala euroescéptica de su partido —que le pide aún más dureza: “¿Eso es todo?” se preguntaba este jueves el diputado que lidera esa facción, Bernard Jenkin— y la necesidad de buscar aliados en la capital europea. La lista de peticiones británica para seguir en la UE consiste en tratar de conseguir un estatus especial. Por el flanco económico, Cameron, por ejemplo, reclama que no se aplique a Reino Unido el compromiso recogido en los tratados de avanzar hacia una Unión más estrecha. Quiere garantías de que la eurozona no discriminará a su país por mantener su propia moneda, lo que en la práctica supone permitir que la City londinense continúe siendo de manera indefinida el principal centro financiero de la Unión. Y pretende que otros países puedan seguir su camino y quedarse fuera del euro tanto tiempo como quieran.
Responder con integración

Draghi mostró sus recelos con muchas de esas demandas, y su negativa tajante a esa última posibilidad: la UE “debe preservar los extraordinarios logros del euro y del mercado único”. “El euro es y será la moneda única de la UE”, reiteró. Tanto los británicos como los daneses se reservaron la posibilidad de quedarse fuera del euro: los demás socios de la UE tienen la obligación de sumarse tarde o temprano, aunque algún país —como Polonia— recele.

En una intervención ante la Eurocámara, Draghi apuntó que si el referéndum británico —previsto para 2017— supusiera la salida de Reino Unido de la UE, la eurozona “debería responder de inmediato con más integración”. De ser así, paradójicamente, lo que a primera vista parece una carga de profundidad para Europa se convertiría en el catalizador de lo que ni siquiera ha logrado la mayor crisis económica de las últimas décadas: una eurozona más robusta que no se arrugaría ante el reto de poner en marcha un Tesoro común, alguna forma de mutualización de deuda e incluso una capacidad fiscal para activar estímulos keynesianos.

Draghi, máximo exponente en Europa de un trabajo —el de banquero central— que la mayoría no entiende y que muchos consideran algo siniestro, fue interpelado por varios eurodiputados irlandeses y griegos, que le afearon el papel del BCE en los rescates. Y dio a entender que tiene trabajo por hacer, ante los problemas derivados de una recuperación modesta, y sobre todo de una inflación que ronda el 0%. Con la economía metida en ese agujero, Draghi anunció que hará más: vaticinó que la inflación se recupera con más lentitud de lo que preveía en septiembre, y sugirió que eso le obliga a rebuscar en su bolsa de trucos. El BCE, apuntó, ampliará en diciembre el programa multimillonario de compra de activos, y podría rebajar aún más la tasa de depósito que cobra a los bancos por dejar efectivo en la ventanilla de Fráncfort, para tratar de que den más créditos.

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