Doblete de Griezmann y el Atlético ya está en octavos
Madrid, As
No había comenzado y el Atlético-Galatasaray ya había perdido su aire de final. Ocurrió a 6.000 kilómetros, en el Astana Arena, ese estadio techado mitad pabellón-mitad campo de fútbol donde el Benfica había empatado. Y pudo ser mejor (para los rojiblancos) porque perdió muchos minutos. Hasta que empató Raúl Jiménez (ya saben, el fútbol y la teoría de los ex). Así que cuando el Atlético saltó al césped en el Calderón, la final ya no era ésta, sino la del Da Luz. Pero ése será otro partido y en este el Atlético salió a por el gol desde el minuto 1. No quería sustos Simeone. Asegurar los octavos por la vía rápida y después ya se verá en Lisboa.
Fue un partido fácil, cierto. Un recital. Un monólogo. Mirabas el césped y sólo había un equipo, el que vestía de rojo, que combinada, presionaba y mordía, como en un calco del partido de Sevilla. Carrasco y Filipe daban guerra por la izquierda y Gámez se sumaba a la fiesta por la derecha, incorporándose mucho y siempre muy bien. El primer gol, de hecho, casi sale de sus manos. Debe ser que cuando Arda habló con Inan se le olvidó comentarle los saques de banda-casi córners del andaluz. Lanzó uno y faltó un pelo para que Giménez cazara el remate. Lanzó otro y a Muslera se le escapó el balón. Cuando lo cogió, lo miró extrañado, como si de verdad no tuviera muy claro si era de fútbol o medicinal.
Pero el gol en el Atlético tiene un nombre, Antoine, de apellido Griezmann. Sobre todo si el Atlético juega en Europa y enfrente tiene a unos turcos. Ha marcado cuatro goles en esta competición y los cuatro al Galatasaray. Es el único rojiblanco (parece) con la bota afilada. O la cabeza, como en este partido, cuando remató un gran centro de Gabi desde la derecha. Necesitaba ese gol. Para volver a sonreír. Para volver a ser Griezmann. Y lo necesita su equipo. Porque el Atlético fue superior. Y dominó. Y jugó bien, pero es llegar al área pequeña y la luz se le apaga. Ayer tiró once veces a portería. Once. Lo intentó Koke, dos veces, y Torres, una, pero su disparo mordido se fue fuera, y Vietto, en un mano a mano con Muslera. Pero sólo el francés recogió el balón del fondo de la red.
Del Galatasaray en la primera parte sólo una noticia, Snijder se quedó solo frente a Oblak, pero debió darle miedo. O respeto. Porque lanzó el balón fuera. Es verdad que los turcos llegaban con muchos problemas. Con un entrenador (Taffarel) que en realidad no lo será el fin de semana. Quizá por eso tiró el partido antes de empezar con la alineación de jugadores como Karacan y Sarioglu que, obviamente, no dan la talla. El Galatasaray es el caos. Y todo le sale mal. Se fue del Calderón con dos goles, tres lesionados y una
Con muchas bajas y una defensa que podría estar o no porque si no no pasaría nada. A los 20 minutos de empezar el partido se le lesionaba un jugador, casi al final otro.
En la segunda parte, el Gatalasaray salió a presionar más arriba. Pero el cambio táctico no tuvo efecto alguno en el juego. El Atlético seguía dominando, con Tiago como reloj en el centro del campo. Él marca el ritmo. Y ahora, además, acompaña Koke, que cuando es Koke, abre el juego del Atlético y hay más espacios. Gabi también acompañó. De sus botas salió el segundo gol de Griezmann. Y su jugada fue sublime. Cogió el balón en el pico del área, y le hizo un caño a Balta, y le hace otro a Kaya, y aún así le dio tiempo a levantar un poco los ojos y ver cómo Griezmann le decía con el dedo: “Aquí”. Señalándole su desmarque. Y allí que la puso Gabi. Y ahí que puso el interior del pie derecho Griezmann para marcar el segundo.
A Simeone le dio tiempo hasta de pensar en la Liga y quitar a Griezmann, Carrasco y Tiago. Los tres fueron ovacionados. El que más, el portugués. Fue la manera del Calderón de darle las gracias por ser infinito. El Atlético está en octavos de la Champions. Es la tercera vez que lo logra de forma consecutiva. Estamos en noviembre. Y Simeone ya ha vuelto a hacer historia.
No había comenzado y el Atlético-Galatasaray ya había perdido su aire de final. Ocurrió a 6.000 kilómetros, en el Astana Arena, ese estadio techado mitad pabellón-mitad campo de fútbol donde el Benfica había empatado. Y pudo ser mejor (para los rojiblancos) porque perdió muchos minutos. Hasta que empató Raúl Jiménez (ya saben, el fútbol y la teoría de los ex). Así que cuando el Atlético saltó al césped en el Calderón, la final ya no era ésta, sino la del Da Luz. Pero ése será otro partido y en este el Atlético salió a por el gol desde el minuto 1. No quería sustos Simeone. Asegurar los octavos por la vía rápida y después ya se verá en Lisboa.
Fue un partido fácil, cierto. Un recital. Un monólogo. Mirabas el césped y sólo había un equipo, el que vestía de rojo, que combinada, presionaba y mordía, como en un calco del partido de Sevilla. Carrasco y Filipe daban guerra por la izquierda y Gámez se sumaba a la fiesta por la derecha, incorporándose mucho y siempre muy bien. El primer gol, de hecho, casi sale de sus manos. Debe ser que cuando Arda habló con Inan se le olvidó comentarle los saques de banda-casi córners del andaluz. Lanzó uno y faltó un pelo para que Giménez cazara el remate. Lanzó otro y a Muslera se le escapó el balón. Cuando lo cogió, lo miró extrañado, como si de verdad no tuviera muy claro si era de fútbol o medicinal.
Pero el gol en el Atlético tiene un nombre, Antoine, de apellido Griezmann. Sobre todo si el Atlético juega en Europa y enfrente tiene a unos turcos. Ha marcado cuatro goles en esta competición y los cuatro al Galatasaray. Es el único rojiblanco (parece) con la bota afilada. O la cabeza, como en este partido, cuando remató un gran centro de Gabi desde la derecha. Necesitaba ese gol. Para volver a sonreír. Para volver a ser Griezmann. Y lo necesita su equipo. Porque el Atlético fue superior. Y dominó. Y jugó bien, pero es llegar al área pequeña y la luz se le apaga. Ayer tiró once veces a portería. Once. Lo intentó Koke, dos veces, y Torres, una, pero su disparo mordido se fue fuera, y Vietto, en un mano a mano con Muslera. Pero sólo el francés recogió el balón del fondo de la red.
Del Galatasaray en la primera parte sólo una noticia, Snijder se quedó solo frente a Oblak, pero debió darle miedo. O respeto. Porque lanzó el balón fuera. Es verdad que los turcos llegaban con muchos problemas. Con un entrenador (Taffarel) que en realidad no lo será el fin de semana. Quizá por eso tiró el partido antes de empezar con la alineación de jugadores como Karacan y Sarioglu que, obviamente, no dan la talla. El Galatasaray es el caos. Y todo le sale mal. Se fue del Calderón con dos goles, tres lesionados y una
Con muchas bajas y una defensa que podría estar o no porque si no no pasaría nada. A los 20 minutos de empezar el partido se le lesionaba un jugador, casi al final otro.
En la segunda parte, el Gatalasaray salió a presionar más arriba. Pero el cambio táctico no tuvo efecto alguno en el juego. El Atlético seguía dominando, con Tiago como reloj en el centro del campo. Él marca el ritmo. Y ahora, además, acompaña Koke, que cuando es Koke, abre el juego del Atlético y hay más espacios. Gabi también acompañó. De sus botas salió el segundo gol de Griezmann. Y su jugada fue sublime. Cogió el balón en el pico del área, y le hizo un caño a Balta, y le hace otro a Kaya, y aún así le dio tiempo a levantar un poco los ojos y ver cómo Griezmann le decía con el dedo: “Aquí”. Señalándole su desmarque. Y allí que la puso Gabi. Y ahí que puso el interior del pie derecho Griezmann para marcar el segundo.
A Simeone le dio tiempo hasta de pensar en la Liga y quitar a Griezmann, Carrasco y Tiago. Los tres fueron ovacionados. El que más, el portugués. Fue la manera del Calderón de darle las gracias por ser infinito. El Atlético está en octavos de la Champions. Es la tercera vez que lo logra de forma consecutiva. Estamos en noviembre. Y Simeone ya ha vuelto a hacer historia.