Argentina elegirá a un nuevo presidente tras 12 años de kirchnerismo
Buenos Aires, dpa
Argentina elegirá el domingo en segunda vuelta entre el oficialista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri al nuevo presidente que sucederá a Cristina Fernández, poniendo fin a 12 años de gobierno kirchnerista.
Macri, de 56 años y candidato del frente opositor Cambiemos, lidera los sondeos por varios puntos de ventaja sobre su contendiente del gobernante Frente para la Victoria (FpV), tras una ríspida campaña proselitista que quedó reducida al dilema entre la continuidad y el cambio.
Scioli, de 58 años, asegura que va a “sostener lo que haya que sostener, profundizar lo que haya que profundizar y cambiar lo que haya que cambiar”. Se presenta además como “garantía de gobernabilidad” por el respaldo del peronismo y los sindicatos que afirma tendría para gobernar, en un país en el que los únicos dos presidentes no peronistas que llegaron a la Casa Rosada desde el regreso de la democracia en 1983 se fueron del cargo en problemas.
Raúl Alfonsín (1983-1989) entregó el poder seis meses antes en medio de una espiral de hiperinflación, mientras que el radical Fernando de la Rúa (1999-2001) renunció a mitad de mandato por una profunda crisis social, política y económica.
La mandataria no pudo postularse a un tercer mandato consecutivo, prohibido por la Constitución, y decidió no aspirar a ningún otro puesto público.
Poco más de 32 millones de ciudadanos han sido convocados el domingo a votar en la segunda vuelta electoral para definir al nuevo presidente argentino que pondrá fin a la era que inició Néstor Kirchner (2003-2007), fallecido en 2010, y continuó su esposa y sucesora Cristina Fernández (2007-2011 y 2011-2015).
La mandataria no pudo postularse a un tercer mandato consecutivo, prohibido por la Constitución, y decidió no aspirar a ningún otro puesto público. A partir del 10 de diciembre quedará fuera de un cargo electivo por primera vez desde 1989, año en que asumió como legisladora provincial en la austral provincia de Santa Cruz, donde el matrimonio Kirchner construyó su carrera política. Luego fue diputada y senadora nacional.
Sin un delfín político propio, Fernández de Kirchner impulsó la candidatura de Scioli a la presidencia, un peronista que llegó a la política de la mano del ex presidente Carlos Menem (1989-1999) y a lo largo de su carrera se caracterizó por ser un político de buena imagen pública.
El candidato del FpV se impuso en las elecciones generales de octubre con el 37,08 por ciento de los votos, pero con una ajustada ventaja de casi tres puntos sobre Macri, que recibió el 34,15 por ciento y quedó posicionado como la gran sorpresa de los comicios.
El alcalde de la capital argentina, un empresario que entró a la política luego de presidir durante trece años el club de fútbol Boca Juniors, encaró así la recta final rumbo a la segunda vuelta con un impulso triunfalista. Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, debió lidiar con el desafío de distanciarse del kirchnerismo para seducir a los votantes independientes o críticos del gobierno.
Pero el político peronista no llegó a desmarcarse a tiempo de la influencia de Fernández de Kirchner, una presidenta que mantiene hasta su último día en la Casa Rosada un amplio poder de gestión. “Scioli quedó con poca capacidad para interpelar a los siete millones de electores que eligieron en octubre a otros candidatos, en su mayoría opositores”, declaró a dpa el analista político Pablo Knopoff, director de la consultora Isonomía.
El ex campeón de motonáutica debió entonces cambiar su perfil de político afable para impulsar una agresiva campaña contra Macri para alertar de la supuesta devaluación y el ajuste que aplicaría el dirigente liberal opositor en caso de llegar a la presidencia, calificada como la “campaña del miedo”.
Macri, en cambio, se postula a favor del diálogo y “la unión de los argentinos”, tras la división social que generó el kirchnerismo. Asegura además que en caso de ganar convocará un pacto de gobernabilidad, consciente de que ningún frente político tendrá mayoría propia en la Cámara de Diputados y el FpV dominará el Senado junto a sus aliados.
Las firmas de sondeos, que fallaron en su gran mayoría en sus pronósticos para octubre, posicionan a Macri por delante de Scioli.
Pero varios factores podrían ser determinantes en el resultado del domingo, entre ellos el alto porcentaje de indecisos a pocas horas de la votación obligatoria, cerca de un diez por ciento, el nivel de participación en las elecciones y el volumen que alcanzará el voto en blanco.
El candidato oficialista aspira además a recuperar votos en la provincia de Buenos Aires, principal bastión político del peronismo en la que el FpV perdió la elección a la gobernación en octubre, y también a seducir a los peronistas disidentes que apoyaron en octubre al ex candidato presidencial Sergio Massa, que recibió más del 21 por ciento de los votos.
Fernández de Kirchner dejará una herencia compleja a su sucesor, con una economía estancada y con alta inflación, estrictas restricciones a las operaciones con divisas que generó un mercado ilegal. Macri se comprometió a levantar el denominado “cepo” al dólar, lo que desató especulaciones sobre una devaluación del peso, mientras varios sectores productivos en crisis reclaman soluciones urgentes.
Sin acceso a los mercados financieros internacionales, el nuevo presidente deberá salir a buscar inversiones y recursos para incrementar las exiguas reservas de divisas del Banco Central y enfrentar el multimillonario litigio de fondos especulativos de inversión en la Justicia estadounidense por el pago de bonos en cesación de pagos desde 2002.
Argentina elegirá el domingo en segunda vuelta entre el oficialista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri al nuevo presidente que sucederá a Cristina Fernández, poniendo fin a 12 años de gobierno kirchnerista.
Macri, de 56 años y candidato del frente opositor Cambiemos, lidera los sondeos por varios puntos de ventaja sobre su contendiente del gobernante Frente para la Victoria (FpV), tras una ríspida campaña proselitista que quedó reducida al dilema entre la continuidad y el cambio.
Scioli, de 58 años, asegura que va a “sostener lo que haya que sostener, profundizar lo que haya que profundizar y cambiar lo que haya que cambiar”. Se presenta además como “garantía de gobernabilidad” por el respaldo del peronismo y los sindicatos que afirma tendría para gobernar, en un país en el que los únicos dos presidentes no peronistas que llegaron a la Casa Rosada desde el regreso de la democracia en 1983 se fueron del cargo en problemas.
Raúl Alfonsín (1983-1989) entregó el poder seis meses antes en medio de una espiral de hiperinflación, mientras que el radical Fernando de la Rúa (1999-2001) renunció a mitad de mandato por una profunda crisis social, política y económica.
La mandataria no pudo postularse a un tercer mandato consecutivo, prohibido por la Constitución, y decidió no aspirar a ningún otro puesto público.
Poco más de 32 millones de ciudadanos han sido convocados el domingo a votar en la segunda vuelta electoral para definir al nuevo presidente argentino que pondrá fin a la era que inició Néstor Kirchner (2003-2007), fallecido en 2010, y continuó su esposa y sucesora Cristina Fernández (2007-2011 y 2011-2015).
La mandataria no pudo postularse a un tercer mandato consecutivo, prohibido por la Constitución, y decidió no aspirar a ningún otro puesto público. A partir del 10 de diciembre quedará fuera de un cargo electivo por primera vez desde 1989, año en que asumió como legisladora provincial en la austral provincia de Santa Cruz, donde el matrimonio Kirchner construyó su carrera política. Luego fue diputada y senadora nacional.
Sin un delfín político propio, Fernández de Kirchner impulsó la candidatura de Scioli a la presidencia, un peronista que llegó a la política de la mano del ex presidente Carlos Menem (1989-1999) y a lo largo de su carrera se caracterizó por ser un político de buena imagen pública.
El candidato del FpV se impuso en las elecciones generales de octubre con el 37,08 por ciento de los votos, pero con una ajustada ventaja de casi tres puntos sobre Macri, que recibió el 34,15 por ciento y quedó posicionado como la gran sorpresa de los comicios.
El alcalde de la capital argentina, un empresario que entró a la política luego de presidir durante trece años el club de fútbol Boca Juniors, encaró así la recta final rumbo a la segunda vuelta con un impulso triunfalista. Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, debió lidiar con el desafío de distanciarse del kirchnerismo para seducir a los votantes independientes o críticos del gobierno.
Pero el político peronista no llegó a desmarcarse a tiempo de la influencia de Fernández de Kirchner, una presidenta que mantiene hasta su último día en la Casa Rosada un amplio poder de gestión. “Scioli quedó con poca capacidad para interpelar a los siete millones de electores que eligieron en octubre a otros candidatos, en su mayoría opositores”, declaró a dpa el analista político Pablo Knopoff, director de la consultora Isonomía.
El ex campeón de motonáutica debió entonces cambiar su perfil de político afable para impulsar una agresiva campaña contra Macri para alertar de la supuesta devaluación y el ajuste que aplicaría el dirigente liberal opositor en caso de llegar a la presidencia, calificada como la “campaña del miedo”.
Macri, en cambio, se postula a favor del diálogo y “la unión de los argentinos”, tras la división social que generó el kirchnerismo. Asegura además que en caso de ganar convocará un pacto de gobernabilidad, consciente de que ningún frente político tendrá mayoría propia en la Cámara de Diputados y el FpV dominará el Senado junto a sus aliados.
Las firmas de sondeos, que fallaron en su gran mayoría en sus pronósticos para octubre, posicionan a Macri por delante de Scioli.
Pero varios factores podrían ser determinantes en el resultado del domingo, entre ellos el alto porcentaje de indecisos a pocas horas de la votación obligatoria, cerca de un diez por ciento, el nivel de participación en las elecciones y el volumen que alcanzará el voto en blanco.
El candidato oficialista aspira además a recuperar votos en la provincia de Buenos Aires, principal bastión político del peronismo en la que el FpV perdió la elección a la gobernación en octubre, y también a seducir a los peronistas disidentes que apoyaron en octubre al ex candidato presidencial Sergio Massa, que recibió más del 21 por ciento de los votos.
Fernández de Kirchner dejará una herencia compleja a su sucesor, con una economía estancada y con alta inflación, estrictas restricciones a las operaciones con divisas que generó un mercado ilegal. Macri se comprometió a levantar el denominado “cepo” al dólar, lo que desató especulaciones sobre una devaluación del peso, mientras varios sectores productivos en crisis reclaman soluciones urgentes.
Sin acceso a los mercados financieros internacionales, el nuevo presidente deberá salir a buscar inversiones y recursos para incrementar las exiguas reservas de divisas del Banco Central y enfrentar el multimillonario litigio de fondos especulativos de inversión en la Justicia estadounidense por el pago de bonos en cesación de pagos desde 2002.