Un tsunami llamado Gameiro se lleva por delante al Getafe
Sevilla, As
Kevin Gameiro se dejó un trabajo pendiente en Manchester. En el Etihad malgastó dos goles cantados, los dos de cabeza, y se maldijo mil veces. Contra el Getafe se quitó los fantasmas. Con la derecha, con la izquierda, de jugada y de penalti, aprovechando las manos blandas de Guaita y los delicados pases de Banega, decidió un partido para el optimismo del Sevilla, que trató al rival como a un muñeco. Gameiro es el cuarto francés que consigue un hat-trick en la Liga después de Zidane, Henry y Griezmann (también lo consiguió el franco-marroquí Ben Barek). La manita dejó en muy mal lugar al Getafe, que hizo un trabajo muy poco profesional y elevó a un equipo, el Sevilla, que empieza a encontrarse gracias a la mano de un entrenador que no está por casualidad en la lista de aspirantes al Balón de Oro como técnico.
Contra pronóstico, Emery sólo cambió una pieza del equipo que se enfrentó al City (Mariano por Coke). Como si en Manchester hubiese visto la luz, el inicio de algo, mantuvo el equipo y la idea. Y desmontó al Getafe, que se acercó a los veinte segundos a la portería de Sergio Rico y luego casi no volvió a pisar por allí. Una perfecta caricatura a la que devolvieron y aumentaron el 4-0 de Las Palmas la semana anterior. Un equipo sin cara, pusilánime.
Emery le ha dado galones a Konoplyanka. Sus zigzagueos por la izquierda han desplazado a Vitolo. El movimiento de piezas perjudica al canario, más cómodo a banda cambiada. Para mitigar ese daño, Emery le ha dado libertad. Deja la banda derecha ciega, pero al contrario produce asociaciones Tremoulinas-Banega-Konoplyanka-Vitolo. Un giro táctico interesante. El Getafe, demasiado estático, no encontró respuesta y sucumbió a Gameiro, hambriento. Además de los tres goles se marcó varias jugadas de categoría. Su ambición fue la perfecta imagen del Sevilla, que tuvo momentos de brillantez y buen juego que le reconciliaron con su grada, entusiasmada por la fantasía de Banega y las carreras y conducciones de Konoplyanka. Una noche fenomenal que quita miedos al Sevilla y le hace volver a creer.
Kevin Gameiro se dejó un trabajo pendiente en Manchester. En el Etihad malgastó dos goles cantados, los dos de cabeza, y se maldijo mil veces. Contra el Getafe se quitó los fantasmas. Con la derecha, con la izquierda, de jugada y de penalti, aprovechando las manos blandas de Guaita y los delicados pases de Banega, decidió un partido para el optimismo del Sevilla, que trató al rival como a un muñeco. Gameiro es el cuarto francés que consigue un hat-trick en la Liga después de Zidane, Henry y Griezmann (también lo consiguió el franco-marroquí Ben Barek). La manita dejó en muy mal lugar al Getafe, que hizo un trabajo muy poco profesional y elevó a un equipo, el Sevilla, que empieza a encontrarse gracias a la mano de un entrenador que no está por casualidad en la lista de aspirantes al Balón de Oro como técnico.
Contra pronóstico, Emery sólo cambió una pieza del equipo que se enfrentó al City (Mariano por Coke). Como si en Manchester hubiese visto la luz, el inicio de algo, mantuvo el equipo y la idea. Y desmontó al Getafe, que se acercó a los veinte segundos a la portería de Sergio Rico y luego casi no volvió a pisar por allí. Una perfecta caricatura a la que devolvieron y aumentaron el 4-0 de Las Palmas la semana anterior. Un equipo sin cara, pusilánime.
Emery le ha dado galones a Konoplyanka. Sus zigzagueos por la izquierda han desplazado a Vitolo. El movimiento de piezas perjudica al canario, más cómodo a banda cambiada. Para mitigar ese daño, Emery le ha dado libertad. Deja la banda derecha ciega, pero al contrario produce asociaciones Tremoulinas-Banega-Konoplyanka-Vitolo. Un giro táctico interesante. El Getafe, demasiado estático, no encontró respuesta y sucumbió a Gameiro, hambriento. Además de los tres goles se marcó varias jugadas de categoría. Su ambición fue la perfecta imagen del Sevilla, que tuvo momentos de brillantez y buen juego que le reconciliaron con su grada, entusiasmada por la fantasía de Banega y las carreras y conducciones de Konoplyanka. Una noche fenomenal que quita miedos al Sevilla y le hace volver a creer.