La creciente implicación turca en la guerra siria agrava el conflicto kurdo
Erdogan asegura que sus fuerzas han matado a "2.000 terroristas” dentro y fuera del país
El Ejército ataca posiciones de milicias rebeldes del Kurdistán sirio apoyadas por EE UU
Juan Carlos Sanz
Estambul, El País
La doctrina neotomana de “cero problemas con los vecinos”, eje de la política exterior de los gobiernos de Recep Tayyip Erdogan y de su entonces ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, ha pasado a la historia cuatro años después de que estallara la guerra en Siria. Erdogan preside ahora Turquía y Davutoglu aspira a ratificarse este domingo en las urnas como primer ministro. Ambos han impulsado la creciente implicación de Ankara en el vecino país árabe que ha agravado el conflicto con la minoría kurda de Turquía.
El régimen prochií sirio se ha convertido en el mayor enemigo de los islamistas suníes encuadrados en el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). El Gobierno turco ha permitido el paso por su territorio de milicianos rebeldes y de sus envíos de armas. No siempre fueron las cosas así. Hace apenas siete años, Davutoglu conducía en Estambul una mediación secreta entre Siria e Israel, mientras Erdogan y Bachar el Asad, bendecían la relación económica y política privilegiada de Ankara con Damasco.
Los dirigentes del AKP, sin embargo, se han negado a que Estados Unidos, que encabeza una coalición de países occidentales y árabes contra el Estados Islámico (ISIS) pudiera utilizar bases áreas en Turquía asignadas a la OTAN. También asistieron impasibles durante meses a la sangrienta ofensiva de los kurdos de Siria e Irak para expulsar a las milicias yihadistas del califato de la ciudad de Kobane, situada junto a la frontera kurda.
Pero el proceso político de elecciones en Turquía, con el retroceso del AKP en las urnas del pasado 7 de junio, ha alterado la posición de Ankara, que autorizó en julio a EE UU atacar al ISIS desde sus bases en Inçirlik y Diyarbakir tras el atentado que causó en julio más de 30 muertos en la localidad fronteriza de Suruç. Desde entonces Turquía se ha sumado a la campaña de bombardeos contra el ISIS en el norte de Siria e Irak, aunque la mayor parte de sus incursiones han ido dirigidas contra posiciones de la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y de su equivalente sirio del Partido de Unión Democrática (PYD).
El PKK rompió también en julio el alto el fuego que mantenía desde hacía dos años y reanudó las emboscadas y atentados contras las tropas turcas con una intensidad no vista desde hace dos décadas. El alzamiento del PKK contra el poder central de Ankara en 1985 se ha cobrado 45.000 muertos y ha forzado el desplazamiento interno de millones de campesinos. Muchos analistas turcos interpretan que Erdogan se beneficia de la tensión para frenar el avance electoral del nacionalismo kurdo, cuyo auge en el Parlamento en junio contribuyó a privar al AKP de la mayoría absoluta
En la recta final de la campaña electoral, Erdogan aseguraba ayer que las fuerzas de seguridad turcas han matado recientemente a “unos 2.000 terroristas”, en alusión a milicianos kurdos, dentro y fuera de las fronteras de su país. El presidente también reveló que ayer fueron detenidos dos presuntos suicidas con siete kilos de explosivos cuando pretendían entrar a Turquía desde Siria. La escalada alcanzó nuevas cotas el pasado fin de semana, cuando las Fuerzas Armadas turcas atacaron a las Unidades de Protección del Pueblo, las milicias del PYD sirio, consideras como aliadas de Estados Unidos –han recibido suministros de armas lanzadas por paracaídas desde aviones estadounidenses– en la lucha contra el Estado Islámico.
El primer ministro Davutoglu advirtió entonces de que la operación se produjo en respuesta a una tentativa de las milicias kurdas sirias de atravesar la “línea roja del río Éufrates" cerca de la ciudad fronteriza de Tal Abyad. Ankara pretende impedir que los kurdos del norte de Siria controlen toda la región fronteriza denominaban Rojava. Un Kurdistán sirio autónomo tras consolidación del Kurdistán iraquí como región semi independiente después del derrocamiento del régimen de Sadam Husein es visto como una amenaza por Ankara. Más de 15 millones de kurdos, una quinta parte de la población turca, viven en el sureste de Anatolia o se han instalado en las grandes ciudades.
El conflicto sirio también ha expulsado a unos dos millones de refugiados sirios (la mitad del total) hacia territorio turco en los últimos cuatro años, de los que apenas un 40% viven en campamentos organizados. El resto están distribuidos por todo el país. Solo en la metrópolis de Estambul —donde se les ve mendigando por los semáforos en las zonas turísticas o al frente de pequeños comercios en la periferia— viven más de 350.000 refugiados sirios, tantos como en toda Europa.
El Ejército ataca posiciones de milicias rebeldes del Kurdistán sirio apoyadas por EE UU
Juan Carlos Sanz
Estambul, El País
La doctrina neotomana de “cero problemas con los vecinos”, eje de la política exterior de los gobiernos de Recep Tayyip Erdogan y de su entonces ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, ha pasado a la historia cuatro años después de que estallara la guerra en Siria. Erdogan preside ahora Turquía y Davutoglu aspira a ratificarse este domingo en las urnas como primer ministro. Ambos han impulsado la creciente implicación de Ankara en el vecino país árabe que ha agravado el conflicto con la minoría kurda de Turquía.
El régimen prochií sirio se ha convertido en el mayor enemigo de los islamistas suníes encuadrados en el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). El Gobierno turco ha permitido el paso por su territorio de milicianos rebeldes y de sus envíos de armas. No siempre fueron las cosas así. Hace apenas siete años, Davutoglu conducía en Estambul una mediación secreta entre Siria e Israel, mientras Erdogan y Bachar el Asad, bendecían la relación económica y política privilegiada de Ankara con Damasco.
Los dirigentes del AKP, sin embargo, se han negado a que Estados Unidos, que encabeza una coalición de países occidentales y árabes contra el Estados Islámico (ISIS) pudiera utilizar bases áreas en Turquía asignadas a la OTAN. También asistieron impasibles durante meses a la sangrienta ofensiva de los kurdos de Siria e Irak para expulsar a las milicias yihadistas del califato de la ciudad de Kobane, situada junto a la frontera kurda.
Pero el proceso político de elecciones en Turquía, con el retroceso del AKP en las urnas del pasado 7 de junio, ha alterado la posición de Ankara, que autorizó en julio a EE UU atacar al ISIS desde sus bases en Inçirlik y Diyarbakir tras el atentado que causó en julio más de 30 muertos en la localidad fronteriza de Suruç. Desde entonces Turquía se ha sumado a la campaña de bombardeos contra el ISIS en el norte de Siria e Irak, aunque la mayor parte de sus incursiones han ido dirigidas contra posiciones de la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y de su equivalente sirio del Partido de Unión Democrática (PYD).
El PKK rompió también en julio el alto el fuego que mantenía desde hacía dos años y reanudó las emboscadas y atentados contras las tropas turcas con una intensidad no vista desde hace dos décadas. El alzamiento del PKK contra el poder central de Ankara en 1985 se ha cobrado 45.000 muertos y ha forzado el desplazamiento interno de millones de campesinos. Muchos analistas turcos interpretan que Erdogan se beneficia de la tensión para frenar el avance electoral del nacionalismo kurdo, cuyo auge en el Parlamento en junio contribuyó a privar al AKP de la mayoría absoluta
En la recta final de la campaña electoral, Erdogan aseguraba ayer que las fuerzas de seguridad turcas han matado recientemente a “unos 2.000 terroristas”, en alusión a milicianos kurdos, dentro y fuera de las fronteras de su país. El presidente también reveló que ayer fueron detenidos dos presuntos suicidas con siete kilos de explosivos cuando pretendían entrar a Turquía desde Siria. La escalada alcanzó nuevas cotas el pasado fin de semana, cuando las Fuerzas Armadas turcas atacaron a las Unidades de Protección del Pueblo, las milicias del PYD sirio, consideras como aliadas de Estados Unidos –han recibido suministros de armas lanzadas por paracaídas desde aviones estadounidenses– en la lucha contra el Estado Islámico.
El primer ministro Davutoglu advirtió entonces de que la operación se produjo en respuesta a una tentativa de las milicias kurdas sirias de atravesar la “línea roja del río Éufrates" cerca de la ciudad fronteriza de Tal Abyad. Ankara pretende impedir que los kurdos del norte de Siria controlen toda la región fronteriza denominaban Rojava. Un Kurdistán sirio autónomo tras consolidación del Kurdistán iraquí como región semi independiente después del derrocamiento del régimen de Sadam Husein es visto como una amenaza por Ankara. Más de 15 millones de kurdos, una quinta parte de la población turca, viven en el sureste de Anatolia o se han instalado en las grandes ciudades.
El conflicto sirio también ha expulsado a unos dos millones de refugiados sirios (la mitad del total) hacia territorio turco en los últimos cuatro años, de los que apenas un 40% viven en campamentos organizados. El resto están distribuidos por todo el país. Solo en la metrópolis de Estambul —donde se les ve mendigando por los semáforos en las zonas turísticas o al frente de pequeños comercios en la periferia— viven más de 350.000 refugiados sirios, tantos como en toda Europa.