Keylor Navas vale por dos
Comienzo fabuloso del Madrid, con goles de Cristiano y Danilo, y hundimiento posterior. Heroico de nuevo el portero costarricense y encomiable el Celta con 10. Golazo de Nolito. Sentenció Marcelo.
Vigo, As
El partido nos hace preguntarnos si es posible afirmar que un equipo juega bien cuando el guardameta es el mejor de sus futbolistas. Si atendemos a los números, no hay debate: el Madrid refuerza su condición de líder invicto después de ganar en Balaídos. Si observáramos el desgaste de los guantes de Keylor llegaríamos a otra conclusión. No existe el equilibrio del que presume Benítez, y así lo demuestran los 17 remates del Celta, por 14 del Madrid. Otra cuestión es el equilibrio espiritual del portero, su armonía zen y su agilidad de gato.
Ni siquiera en los mejores momentos del Madrid hubo nada que pareciera tan brillante como Keylor Navas. El costarricense fue autor de, al menos, cuatro intervenciones que evitaron goles; decisivas, por tanto. Sorprendentes. Dignas de Casillas El Joven, aquel retratista de milagros.
Sobre los primeros diez minutos del Madrid no hay duda: fueron extraordinarios. Circulación fluida, repertorio de taconazos y un gol de Cristiano. Golazo, probablemente. Lucas Vázquez le mandó un buen balón, pero algo pasado, de modo que le obligó a rectificar sobre la marcha. Cristiano hizo algo más que eso. Se recompuso, ganó las décimas que había perdido antes y chutó como si la pelota fuera de plástico y su pie de piedra.
El Celta reaccionó agitado por Nolito. Recuperó el balón y le dio velocidad, el juego que le divierte. La consecuencia es que llegó a la portería contraria un par de veces, aunque sin precisión. Cuando ajustó el punto de mira no le fue mejor. Keylor comenzó su exhibición al rechazar un disparo de Orellana que se intuía dentro.
El lamento de Balaídos todavía no se había apagado cuando marcó Danilo. Jesé advirtió su subida (Jonny no) y el brasileño batió a Sergio por el palo que debía cubrir (lo mismo hizo Cristiano). El Celta pagaba cara su osadía: plantear un partido contra el Madrid a campo abierto.
No hubo rendición, pese a todo. El equipo de Berizzo se lanzó al ataque y Keylor encadenó prodigios que cuentan para la beatificación: paradas a Jonny (notable), Aspas (sobresaliente) y Pablo Hernández (sublime). “Santico”, escribió el navegante más avispado en las redes sociales.
Al llegar el descanso, los jugadores del Celta debieron sentir el mismo desconcierto que cualquier analista. Los pies les olían a pólvora, pero perdían 0-2. Ante retirarse o insistir, decidieron sucumbir en el intento, gloriosamente.
De vuelta al campo, el Celta encontró enemigos inesperados. El árbitro expulsó a Cabral (doble amarilla) por protestar la tarjeta de otro compañero. Aspas, que ya venía acelerado, terminó por desquiciarse, pecado imperdonable en un jugador de su categoría. A falta de explicaciones convincentes, Balaídos dio con la canción adecuada: “Así, así, así gana el Madrid”.
Gracias a Nolito, el Celta no quedó desamparado. Gracias a él, el Madrid llegó a dudar de su victoria. El delantero gaditano continuó generando peligro, solo o en compañía de otros. En la ocasión más clara, no cejó hasta deshacerse de Keylor. Cuando por fin lo logró, su tiro se tropezó con Marcelo bajo palos. Otro hubiera desistido. Nolito, sin embargo, siguió buscando. Hasta que encontró. Eso sí, necesitó un derechazo por la escuadra. Quedaban seis minutos más el añadido. De pronto, el sol iluminó la Ría de Vigo y las bateas se transformaron en destructores de la Royal Navy.
El Celta acarició el empate, pero el balón no llegó a las botas adecuadas (Guidetti). El Madrid tuvo el tercero en los pies de Cristiano, pero lo consiguió en el añadido Marcelo, el factor X. La batalla acabó en todo lo alto, con dos docenas de soldados exhaustos y con un solo muerto: la siesta.
Vigo, As
El partido nos hace preguntarnos si es posible afirmar que un equipo juega bien cuando el guardameta es el mejor de sus futbolistas. Si atendemos a los números, no hay debate: el Madrid refuerza su condición de líder invicto después de ganar en Balaídos. Si observáramos el desgaste de los guantes de Keylor llegaríamos a otra conclusión. No existe el equilibrio del que presume Benítez, y así lo demuestran los 17 remates del Celta, por 14 del Madrid. Otra cuestión es el equilibrio espiritual del portero, su armonía zen y su agilidad de gato.
Ni siquiera en los mejores momentos del Madrid hubo nada que pareciera tan brillante como Keylor Navas. El costarricense fue autor de, al menos, cuatro intervenciones que evitaron goles; decisivas, por tanto. Sorprendentes. Dignas de Casillas El Joven, aquel retratista de milagros.
Sobre los primeros diez minutos del Madrid no hay duda: fueron extraordinarios. Circulación fluida, repertorio de taconazos y un gol de Cristiano. Golazo, probablemente. Lucas Vázquez le mandó un buen balón, pero algo pasado, de modo que le obligó a rectificar sobre la marcha. Cristiano hizo algo más que eso. Se recompuso, ganó las décimas que había perdido antes y chutó como si la pelota fuera de plástico y su pie de piedra.
El Celta reaccionó agitado por Nolito. Recuperó el balón y le dio velocidad, el juego que le divierte. La consecuencia es que llegó a la portería contraria un par de veces, aunque sin precisión. Cuando ajustó el punto de mira no le fue mejor. Keylor comenzó su exhibición al rechazar un disparo de Orellana que se intuía dentro.
El lamento de Balaídos todavía no se había apagado cuando marcó Danilo. Jesé advirtió su subida (Jonny no) y el brasileño batió a Sergio por el palo que debía cubrir (lo mismo hizo Cristiano). El Celta pagaba cara su osadía: plantear un partido contra el Madrid a campo abierto.
No hubo rendición, pese a todo. El equipo de Berizzo se lanzó al ataque y Keylor encadenó prodigios que cuentan para la beatificación: paradas a Jonny (notable), Aspas (sobresaliente) y Pablo Hernández (sublime). “Santico”, escribió el navegante más avispado en las redes sociales.
Al llegar el descanso, los jugadores del Celta debieron sentir el mismo desconcierto que cualquier analista. Los pies les olían a pólvora, pero perdían 0-2. Ante retirarse o insistir, decidieron sucumbir en el intento, gloriosamente.
De vuelta al campo, el Celta encontró enemigos inesperados. El árbitro expulsó a Cabral (doble amarilla) por protestar la tarjeta de otro compañero. Aspas, que ya venía acelerado, terminó por desquiciarse, pecado imperdonable en un jugador de su categoría. A falta de explicaciones convincentes, Balaídos dio con la canción adecuada: “Así, así, así gana el Madrid”.
Gracias a Nolito, el Celta no quedó desamparado. Gracias a él, el Madrid llegó a dudar de su victoria. El delantero gaditano continuó generando peligro, solo o en compañía de otros. En la ocasión más clara, no cejó hasta deshacerse de Keylor. Cuando por fin lo logró, su tiro se tropezó con Marcelo bajo palos. Otro hubiera desistido. Nolito, sin embargo, siguió buscando. Hasta que encontró. Eso sí, necesitó un derechazo por la escuadra. Quedaban seis minutos más el añadido. De pronto, el sol iluminó la Ría de Vigo y las bateas se transformaron en destructores de la Royal Navy.
El Celta acarició el empate, pero el balón no llegó a las botas adecuadas (Guidetti). El Madrid tuvo el tercero en los pies de Cristiano, pero lo consiguió en el añadido Marcelo, el factor X. La batalla acabó en todo lo alto, con dos docenas de soldados exhaustos y con un solo muerto: la siesta.