Excavaciones revelan detalles de sacrificio de españoles en México
México, AP
Nuevas excavaciones realizadas en una ruina donde los conquistadores españoles sufrieron unas de sus peores derrotas ofrecen nuevas evidencias de lo sucedido cuando dos civilizaciones se enfrentaron y los nativos tuvieron, al menos temporalmente, el control de la situación.
Frente a decenas de invasores extraños, que llegaron acompañados de animales desconocidos, los habitantes de una ciudad ubicada al este de Ciudad de México reaccionaron con aparente asombro cuando escucharon de la captura de una expedición compuesta por 15 conquistadores españoles, 45 soldados de infantería, que incluía a cubanos de origen africano e indígenas, mujeres, y unos 350 indios aliados de los españoles, incluidos mayas y otras etnias indígenas.
De acuerdo con los artefactos encontrados en las ruinas de Zultepec-Tecoaque, los habitantes de la ciudad, aliados a los aztecas y conocidos como Texcocanos o Acolhuas, tallaron en barro figuras de personas cuya raza no resulta familiar a los arqueólogos y que presentan rasgos extraños.
También es posible que hayan obligado a los cautivos a tallar las figuras que, luego, fueron "simbólicamente" decapitadas.
"Tenemos figurillas de negros, y de europeos, que fueron decapitados intencionalmente", dijo Enrique Martínez, arqueólogo del gobierno que lidera las excavaciones en 2015 en dicho lugar, donde las exploraciones se iniciaron en la década de 1990.
Posteriormente, quienes hacían parte de la expedición fueron aparentemente sacrificados e ingeridos.
El grupo capturado estaba compuesto por personas traídas de Cuba y que hacían parte de una segunda expedición realizada un año después de que Hernán Cortés desembarcara en México en 1519. La expedición se dirigía a la capital azteca con suministros y bienes para los conquistadores.
El origen étnico y el género de las personas que hacían parte del convoy expedicionario fueron determinados a partir de sus cráneos.
Algunos creen que la cantidad de personas que había en el grupo pudo haber sido de hasta 550. Cortés se había visto obligado a abandonar este convoy cuando se fue con sus tropas a sofocar una rebelión en la ciudad que hoy es conocida como Ciudad de México.
Los capturados fueron encerrados en celdas sin puerta, donde fueron alimentados durante seis meses. Poco a poco, los nativos los sacrificaron y, al parecer, se los comieron, incluyendo a los caballos, y a las mujeres.
"La finalidad de las inmolaciones fue pedir la protección de las deidades frente a la llegada de gente extraña", dijo el Instituto Nacional de Antropología e Historia en un comunicado.
Los cerdos que traían los españoles como alimento, aparentemente fueron vistos con sospecha por los nativos y los mataron a todos pero no los consumieron. "Los cerdos fueron sacrificados y eran escondidos en un aljibe, no se ve que fueran cocidos, no presentan huellas de cocción", dijo Martínez. En contraste, los cuerpos de los europeos fueron destrozados y los cortes indican que la carne fue removida de sus huesos. "Los (esqueletos de los) cerdos están completos", señaló el arqueólogo.
Las primeras mujeres europeas en poner un pie en México no fueron tratadas con mucha caballerosidad: fueron encerradas en celdas durante meses como lo hicieron con los hombres. Les arrojaban la comida tal vez a través de pequeñas ventanas. Un descubrimiento de la semana pasada también indica que una mujer fue sacrificada en la plaza del pueblo, su cuerpo fue desmembrado, y un cráneo de un niño de un año de edad, que al parecer fue sacrificado, aparecía en el lugar donde se encontró la pelvis de la mujer debido a algún tipo de simbolismo que no está claro.
Aunque los españoles luego escribieron crónicas de la masacre, ocurrida en 1520, un mal año para los conquistadores, los arqueólogos descubrieron cosas que no mencionaron.
"La parte interesante es que las fuentes históricas (principalmente cronistas españoles) no mencionaron la presencia de las mujeres en el convoy, y aquí tenemos una gran presencia de las mujeres", entre restos excavados hasta ahora, dijo Martínez. Hubo un estimado de 50 mujeres y 10 niños, todos muertos.
Los bienes de los españoles fueron, en general, tratados con indiferencia. Un preciado plato de mayólica traído desde Europa fue depositado en uno de los pozos al igual que las joyas de los españoles, los estribos y las espuelas, que no eran de mucha utilidad para los indios. Pero la costilla de un caballo si fue muy apreciada, y fue tallada y convertida en un instrumento musical.
"Esto parece ser información realmente espectacular sobre un importante evento de la Conquista... sobre el que tenemos muy poca documentación histórica", dijo la arqueóloga de la Universidad de Florida, Susan Gillespie, quien no ha estado involucrada ni en las excavaciones ni el proyecto. "Agrega una nueva dimensión a los actos de resistencia realizados por los pueblos indígenas. Existe la idea equivocada que muchos de ellos simplemente se rindieron a las fuerzas europeas, que eran superiores. El tema es que los vencedores escriben la historia de la guerra".
El sangriento y breve capítulo de la dominación indígena sobre los conquistadores fue consagrado en uno de los nombres de la ruina Zultepec: Tecoaque que significa en Náhuatl "el lugar donde se los comieron".
Cuando una expedición de Cortés regresó a la ciudad, encontró que los indígenas habían colgado las cabezas de los españoles capturados en un estante de madera "para los cráneos" junto a los caballos, lo que ha llevado a algunos a pensar que los indios creían que caballo y jinete eran una misma bestia.
Cuando Cortés se enteró de lo sucedido, envió tropas para destruir la ciudad, lo que inició una serie de acontecimientos que realmente ayudaron a preservar el poblado.
Los habitantes trataron de ocultar los restos de los españoles al tirarlos en pozos poco profundos, cerraron las habitaciones de las viviendas y abandonaron la ciudad.
"Les avisan que van por ellos y lo que hacen es ocultar. Si no, no hubiéramos encontrado las cosas", señaló Martínez.
Nuevas excavaciones realizadas en una ruina donde los conquistadores españoles sufrieron unas de sus peores derrotas ofrecen nuevas evidencias de lo sucedido cuando dos civilizaciones se enfrentaron y los nativos tuvieron, al menos temporalmente, el control de la situación.
Frente a decenas de invasores extraños, que llegaron acompañados de animales desconocidos, los habitantes de una ciudad ubicada al este de Ciudad de México reaccionaron con aparente asombro cuando escucharon de la captura de una expedición compuesta por 15 conquistadores españoles, 45 soldados de infantería, que incluía a cubanos de origen africano e indígenas, mujeres, y unos 350 indios aliados de los españoles, incluidos mayas y otras etnias indígenas.
De acuerdo con los artefactos encontrados en las ruinas de Zultepec-Tecoaque, los habitantes de la ciudad, aliados a los aztecas y conocidos como Texcocanos o Acolhuas, tallaron en barro figuras de personas cuya raza no resulta familiar a los arqueólogos y que presentan rasgos extraños.
También es posible que hayan obligado a los cautivos a tallar las figuras que, luego, fueron "simbólicamente" decapitadas.
"Tenemos figurillas de negros, y de europeos, que fueron decapitados intencionalmente", dijo Enrique Martínez, arqueólogo del gobierno que lidera las excavaciones en 2015 en dicho lugar, donde las exploraciones se iniciaron en la década de 1990.
Posteriormente, quienes hacían parte de la expedición fueron aparentemente sacrificados e ingeridos.
El grupo capturado estaba compuesto por personas traídas de Cuba y que hacían parte de una segunda expedición realizada un año después de que Hernán Cortés desembarcara en México en 1519. La expedición se dirigía a la capital azteca con suministros y bienes para los conquistadores.
El origen étnico y el género de las personas que hacían parte del convoy expedicionario fueron determinados a partir de sus cráneos.
Algunos creen que la cantidad de personas que había en el grupo pudo haber sido de hasta 550. Cortés se había visto obligado a abandonar este convoy cuando se fue con sus tropas a sofocar una rebelión en la ciudad que hoy es conocida como Ciudad de México.
Los capturados fueron encerrados en celdas sin puerta, donde fueron alimentados durante seis meses. Poco a poco, los nativos los sacrificaron y, al parecer, se los comieron, incluyendo a los caballos, y a las mujeres.
"La finalidad de las inmolaciones fue pedir la protección de las deidades frente a la llegada de gente extraña", dijo el Instituto Nacional de Antropología e Historia en un comunicado.
Los cerdos que traían los españoles como alimento, aparentemente fueron vistos con sospecha por los nativos y los mataron a todos pero no los consumieron. "Los cerdos fueron sacrificados y eran escondidos en un aljibe, no se ve que fueran cocidos, no presentan huellas de cocción", dijo Martínez. En contraste, los cuerpos de los europeos fueron destrozados y los cortes indican que la carne fue removida de sus huesos. "Los (esqueletos de los) cerdos están completos", señaló el arqueólogo.
Las primeras mujeres europeas en poner un pie en México no fueron tratadas con mucha caballerosidad: fueron encerradas en celdas durante meses como lo hicieron con los hombres. Les arrojaban la comida tal vez a través de pequeñas ventanas. Un descubrimiento de la semana pasada también indica que una mujer fue sacrificada en la plaza del pueblo, su cuerpo fue desmembrado, y un cráneo de un niño de un año de edad, que al parecer fue sacrificado, aparecía en el lugar donde se encontró la pelvis de la mujer debido a algún tipo de simbolismo que no está claro.
Aunque los españoles luego escribieron crónicas de la masacre, ocurrida en 1520, un mal año para los conquistadores, los arqueólogos descubrieron cosas que no mencionaron.
"La parte interesante es que las fuentes históricas (principalmente cronistas españoles) no mencionaron la presencia de las mujeres en el convoy, y aquí tenemos una gran presencia de las mujeres", entre restos excavados hasta ahora, dijo Martínez. Hubo un estimado de 50 mujeres y 10 niños, todos muertos.
Los bienes de los españoles fueron, en general, tratados con indiferencia. Un preciado plato de mayólica traído desde Europa fue depositado en uno de los pozos al igual que las joyas de los españoles, los estribos y las espuelas, que no eran de mucha utilidad para los indios. Pero la costilla de un caballo si fue muy apreciada, y fue tallada y convertida en un instrumento musical.
"Esto parece ser información realmente espectacular sobre un importante evento de la Conquista... sobre el que tenemos muy poca documentación histórica", dijo la arqueóloga de la Universidad de Florida, Susan Gillespie, quien no ha estado involucrada ni en las excavaciones ni el proyecto. "Agrega una nueva dimensión a los actos de resistencia realizados por los pueblos indígenas. Existe la idea equivocada que muchos de ellos simplemente se rindieron a las fuerzas europeas, que eran superiores. El tema es que los vencedores escriben la historia de la guerra".
El sangriento y breve capítulo de la dominación indígena sobre los conquistadores fue consagrado en uno de los nombres de la ruina Zultepec: Tecoaque que significa en Náhuatl "el lugar donde se los comieron".
Cuando una expedición de Cortés regresó a la ciudad, encontró que los indígenas habían colgado las cabezas de los españoles capturados en un estante de madera "para los cráneos" junto a los caballos, lo que ha llevado a algunos a pensar que los indios creían que caballo y jinete eran una misma bestia.
Cuando Cortés se enteró de lo sucedido, envió tropas para destruir la ciudad, lo que inició una serie de acontecimientos que realmente ayudaron a preservar el poblado.
Los habitantes trataron de ocultar los restos de los españoles al tirarlos en pozos poco profundos, cerraron las habitaciones de las viviendas y abandonaron la ciudad.
"Les avisan que van por ellos y lo que hacen es ocultar. Si no, no hubiéramos encontrado las cosas", señaló Martínez.