España venció a Ucrania: Mucho arte y mucho De Gea
Imponente partido del meta ante un bombardeo incesante de Ucrania (28 remates), que va a la repesca. Thiago, Isco y Nolito inclinaron el duelo del lado del talento. Debut con gol de Mario.
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Hay películas de Stallone con menos tiros (28 hizo Ucrania) que el partido de Kiev. La otra España no fue lo que acostumbra, pegó y se dejó pegar. Y dejó para un documental la actuación de De Gea (diez paradas, la mayoría de máxima exigencia), héroe nacional para Hungría, a la que prácticamente metió en la Eurocopa, y media docena de jugadas de arte mayor de Thiago, Isco y Nolito. Fue agotador y divertido este western que acabó bien: con el octavo triunfo consecutivo. Y Ucrania se marcha a la repesca sin nada que reprocharse.
Como perder salía gratis, España empleó el partido en un autodiagnóstico de los herederos del imperio. Y algunas conclusiones sacó sin entregar el partido, que a fin de cuentas el campeón lo es en la salud y en la enfermedad, en los partidos oficiales y los medio amistosos como este. De atrás hacia adelante quedó refrendado que De Gea es un figurón camino de desempatar con Casillas; que el proverbial déficit de centrales no está resuelto; que Mario está cerca de Juanfran y Carvajal; que San José merece más oportunidades; que conviene que no se constipe Jordi Alba; que Isco y Thiago prueban que en el fútbol se puede ser bueno y bonito; que Nolito está para el Barça y para lo que quiera, y que Alcácer es más útil en las distancias cortas que a campo abierto.
Lo cierto es que España prolongó su inercia ganadora, pero a ratos fue de susto en susto, con pérdidas que Ucrania estuvo a punto de penalizar. Porque acabó notándose que Del Bosque compuso un once pensando en la peligrosidad de esta cepa del virus FIFA que ha tumbado a más de veinte futbolistas y el equipo no fue ese consorcio armónico habitual. Demasiados novatos de sopetón para un técnico más reformista que revolucionario.
En 14 minutos, Ucrania se apuntó tres ocasiones descomunales (una procedente de una novatada de Etxeita, que perdió la pelota en el ojo de la tormenta), todas resueltas por De Gea, las dos últimas con su milagroso pie derecho. Resumían la falta de control de España, su fuerte en el pasado inmediato y que les cuesta a futbolistas como Thiago o Isco, dos ilusionistas aún por pulir tácticamente pero que alegran la vista de verdad.
Ucrania, que se aupaba en la energía y la necesidad, andaba por detrás en talento y lo pagó en una combinación perfecta entre Nolito y Thiago que cabeceó con estampa de nueve Mario, el que más fe tuvo en que aquella virguería acabaría saliendo bien. Un minuto después, Nolito dejó otra pieza de colección que acabó en penalti a Cesc. Lo falló el del Chelsea. Ahí hubiera liquidado a Ucrania, que volvió a levantarse a las órdenes de Yarmolenko, el futbolista al que fue a ver Mourinho y al que sigue el Barça. Está justificado lo uno y lo otro.
Y continuó la diversión, con el arrebato de Ucrania que glorificó a De Gea, en partido memorable, y con las ocurrencias de Thiago, Isco y Nolito. Una de ellas valió por el partido y casi por toda la fase de clasificación. Se perdieron las dos orejas porque falló el estoque de Alcácer. Luego, otra vez el tiroteo en las barbas de un De Gea insuperable y el final feliz, quizá inmerecido, en un partido en que los artistas se inventaron la emoción.
Hay películas de Stallone con menos tiros (28 hizo Ucrania) que el partido de Kiev. La otra España no fue lo que acostumbra, pegó y se dejó pegar. Y dejó para un documental la actuación de De Gea (diez paradas, la mayoría de máxima exigencia), héroe nacional para Hungría, a la que prácticamente metió en la Eurocopa, y media docena de jugadas de arte mayor de Thiago, Isco y Nolito. Fue agotador y divertido este western que acabó bien: con el octavo triunfo consecutivo. Y Ucrania se marcha a la repesca sin nada que reprocharse.
Como perder salía gratis, España empleó el partido en un autodiagnóstico de los herederos del imperio. Y algunas conclusiones sacó sin entregar el partido, que a fin de cuentas el campeón lo es en la salud y en la enfermedad, en los partidos oficiales y los medio amistosos como este. De atrás hacia adelante quedó refrendado que De Gea es un figurón camino de desempatar con Casillas; que el proverbial déficit de centrales no está resuelto; que Mario está cerca de Juanfran y Carvajal; que San José merece más oportunidades; que conviene que no se constipe Jordi Alba; que Isco y Thiago prueban que en el fútbol se puede ser bueno y bonito; que Nolito está para el Barça y para lo que quiera, y que Alcácer es más útil en las distancias cortas que a campo abierto.
Lo cierto es que España prolongó su inercia ganadora, pero a ratos fue de susto en susto, con pérdidas que Ucrania estuvo a punto de penalizar. Porque acabó notándose que Del Bosque compuso un once pensando en la peligrosidad de esta cepa del virus FIFA que ha tumbado a más de veinte futbolistas y el equipo no fue ese consorcio armónico habitual. Demasiados novatos de sopetón para un técnico más reformista que revolucionario.
En 14 minutos, Ucrania se apuntó tres ocasiones descomunales (una procedente de una novatada de Etxeita, que perdió la pelota en el ojo de la tormenta), todas resueltas por De Gea, las dos últimas con su milagroso pie derecho. Resumían la falta de control de España, su fuerte en el pasado inmediato y que les cuesta a futbolistas como Thiago o Isco, dos ilusionistas aún por pulir tácticamente pero que alegran la vista de verdad.
Ucrania, que se aupaba en la energía y la necesidad, andaba por detrás en talento y lo pagó en una combinación perfecta entre Nolito y Thiago que cabeceó con estampa de nueve Mario, el que más fe tuvo en que aquella virguería acabaría saliendo bien. Un minuto después, Nolito dejó otra pieza de colección que acabó en penalti a Cesc. Lo falló el del Chelsea. Ahí hubiera liquidado a Ucrania, que volvió a levantarse a las órdenes de Yarmolenko, el futbolista al que fue a ver Mourinho y al que sigue el Barça. Está justificado lo uno y lo otro.
Y continuó la diversión, con el arrebato de Ucrania que glorificó a De Gea, en partido memorable, y con las ocurrencias de Thiago, Isco y Nolito. Una de ellas valió por el partido y casi por toda la fase de clasificación. Se perdieron las dos orejas porque falló el estoque de Alcácer. Luego, otra vez el tiroteo en las barbas de un De Gea insuperable y el final feliz, quizá inmerecido, en un partido en que los artistas se inventaron la emoción.