El Parlamento griego da luz verde al primer paquete de reformas

La aprobación de estas medidas era la condición impuesta por los socios para desbloquear el primer tramo del rescate

María Antonia Sánchez-Vallejo
Madrid, El País
Recién estrenada su mayoría parlamentaria (155 escaños de 300) y depuradas sobre el papel las disidencias en Syriza, no parecía difícil que el Gobierno que preside Alexis Tsipras sacara adelante esta medianoche el primer paquete de reformas de la nueva legislatura, una exigencia del cuarteto de acreedores para desembolsar el primer tramo de tercer rescate (86.000 millones, tres años). La aprobación de este nuevo programa de ayuda, en agosto, precipitó la ruptura de Syriza y, a continuación, la convocatoria anticipada de elecciones, el 20 de septiembre, en las que Tsipras revalidó su mandato.


El jefe del Gobierno griego superaba esta madrugada su primera prueba de fuego en la actual legislatura. Con 154 votos a favor —una diputada de Syriza se ausentó y otro del socio de coalición, Griegos Independientes (ANEL), votó en contra de algunos artículos del proyecto de ley—, el Parlamento despejó el camino para que Grecia pueda recibir los primeros 2.000 millones de euros del rescate, a los que en breve se sumarán otros 1.000 si se aprueba la segunda tanda de reformas. La oposición votó en contra, aunque los tres partidos proeuropeos (Nueva Democracia, Pasok y Potami) respaldaron artículos sueltos.

El paquete de reformas prioritarias, que se pretenden estructurales —sus objetivos principales son sanear las arcas públicas, reformar el sistema de pensiones y combatir el fraude fiscal—, tendrá consecuencias sociales directas, como el previsible recorte de algunas jubilaciones —excluidas las inferiores a mil euros, según el ministro del ramo— y penas de cárcel y multas por evasión fiscal, entre otras. Sobre las pensiones, se elevará progresivamente la edad de retiro a los 67 años y se suprimirán las jubilaciones anticipadas por debajo de los 62 años (y sólo para quienes hayan cotizado 40).

Desde que tomó posesión, el 30 de septiembre, el renovado bipartito (Syriza y la derecha nacionalista de ANEL) ha dado marcha atrás en algunos compromisos con los prestamistas, como por ejemplo el endurecimiento de las condiciones de devolución de los pagos pendientes al Estado, o el previsto aumento al 23% del IVA que se aplica a las academias; también ha quedado sin efecto el previsto incremento en dos puntos porcentuales de la tasación de los alquileres.

El proyecto de ley de medidas “prioritarias” (llamado oficialmente “Medidas para la aplicación del acuerdo sobre los objetivos presupuestarios y las reformas estructurales”) ocupa 27 páginas y se compone de 29 artículos. Además de los tres ejes citados, contempla otras iniciativas reguladoras tan dispares como la organización de los ferrocarriles —extremadamente deficitarios—, el nuevo régimen fiscal agrario —muy polémico y sensible electoralmente, al ser el campo el vivero de muchos votos— o la fabricación de la cerveza. Aunque no se incluye en este paquete de reformas, la pretensión de los acreedores de suprimir la ventajosa fiscalidad del raki y el tsipuro, un aguardiente local muy popular, ha generado abundantes —y divertidas— reacciones en las redes sociales.

A diferencia de agosto, cuando tras la crisis del verano (marcada por sobresaltos como el referéndum, el corralito, los controles de capital y la pérdida de la mayoría parlamentaria del Gobierno por la fractura de Syriza) la oposición proeuropea apoyó sin reservas el tercer rescate, Tsipras tiene ahora a los seis partidos de la misma en contra; los cálculos electorales de los proeuropeos (Nueva Democracia, Pasok y Potami) concebían la posibilidad de una coalición de gobierno que las urnas finalmente no confirmaron. De ahí, y pese al apoyo limitado en algunos artículos, el aluvión de críticas recibido por el Gobierno desde esas bancadas, con el socialista Pasok acusando al Ejecutivo de Tsipras de aplicar recetas neoliberales.
Cierre de filas en Syriza

Por parte de Syriza, y pese a esporádicas dimisiones en sus órganos de gobierno, el proceso de depuración y de cierre de filas ha quedado completado aparentemente con la incorporación de tres ministros (entre ellos dos pesos pesados, el vicepresidente Yanis Dragasakis y Efklidis Tsakalotos, titular de Finanzas) a la secretaría política de la formación. El propio Tsipras advirtió en la última reunión del comité central de su partido que no toleraría la existencia de grupos autónomos como Plataforma de Izquierda, el ala radical de Syriza que votó en contra del rescate y terminó escindiéndose poco después, sin fortuna alguna en las urnas.

Se prevé que estas nuevas medidas de austeridad —tras seis años de austeridad a hachazos— abismen al país en la recesión al menos hasta 2017, si bien las últimas valoraciones del instituto IOBE pronostican para este año una contracción ligeramente inferior a la calculada por los socios (entre el 1,5% y el 2% del PIB). La deuda griega puede superar el 190% del PIB en 2016.

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