Carmelo (21) sigue en forma y los Knicks suman dos triunfos
As
Balón al aire en el Verizon Center, un par de pases y triple de José Manuel Calderón: empezaba bien la noche para los New York Knicks. Los de Derek Fisher, liderados por un Carmelo Anthony (21+4+4, 10-15 en los tiros) que sigue brillando tras su operación de rodilla, se impusieron por 115-104 en Washington a unos Wizards que se dejaron sorprender en su feudo.
Desde el inicio, las sensaciones eran buenas para los de la Gran Manzana. Kristaps Porzingis, tan atrevido como nervioso, alternaba grandes canastas (de esas que hacen que la gente le compare con Dirk Nowitzki) con errores de novato. El letón, que terminó el partido a un punto del doble-doble (9+10), sacó pronto sus armas a pasear: primero anotaba desde seis metros y después clavaba su primer intento desde la línea de tres puntos. Los aficionados se frotaban las manos. Pero los locales no se iban a amedrentar. Con John Wall a la cabeza (13 puntos) y un gran Gary Neal desde el banco (11), los de Randy Wittman lo intentaron de todos los modos, pero su mal porcentaje desde la larga distancia (4-23, 17%) les acabó pasando factura.
La gran sorpresa del partido la protagonizó Derrick Williams. El que fuera número dos del Draft de 2011 se convirtió en el factor diferencial. Se puso la segunda unidad a la espalda, un grupo en el que volvió a brillar el ala-pívot Kyle O'Quinn (14+10), y nunca miró atrás. Con un magistral último cuarto (13 puntos), el ex de la Universidad de Arizona remató una de sus mejores tarjetas de los últimos tiempos: 23 puntos (7-11 en tiros de campo) y cuatro rebotes.
La mejor noticia para los de la capital estadounidense fue el debut en pretemporada de su rookie de primera ronda, Kelly Oubre Jr. Aunque el novato no fue capaz de encontrar la red (0-7) en los 24 minutos que estuvo sobre el parqué.
En definitiva, un segundo triunfo de los Knicks de Calderón (10 puntos y siete asistencias) que deja inmejorables sensaciones en la afición neoyorquina. Buen ritmo, juego en equipo (25 pases de canasta), una superestrella preparada y gran adaptación de los nuevos. Aun con todo, no dejen muy lejos los pañuelos, estamos hablando de los Knicks.
Balón al aire en el Verizon Center, un par de pases y triple de José Manuel Calderón: empezaba bien la noche para los New York Knicks. Los de Derek Fisher, liderados por un Carmelo Anthony (21+4+4, 10-15 en los tiros) que sigue brillando tras su operación de rodilla, se impusieron por 115-104 en Washington a unos Wizards que se dejaron sorprender en su feudo.
Desde el inicio, las sensaciones eran buenas para los de la Gran Manzana. Kristaps Porzingis, tan atrevido como nervioso, alternaba grandes canastas (de esas que hacen que la gente le compare con Dirk Nowitzki) con errores de novato. El letón, que terminó el partido a un punto del doble-doble (9+10), sacó pronto sus armas a pasear: primero anotaba desde seis metros y después clavaba su primer intento desde la línea de tres puntos. Los aficionados se frotaban las manos. Pero los locales no se iban a amedrentar. Con John Wall a la cabeza (13 puntos) y un gran Gary Neal desde el banco (11), los de Randy Wittman lo intentaron de todos los modos, pero su mal porcentaje desde la larga distancia (4-23, 17%) les acabó pasando factura.
La gran sorpresa del partido la protagonizó Derrick Williams. El que fuera número dos del Draft de 2011 se convirtió en el factor diferencial. Se puso la segunda unidad a la espalda, un grupo en el que volvió a brillar el ala-pívot Kyle O'Quinn (14+10), y nunca miró atrás. Con un magistral último cuarto (13 puntos), el ex de la Universidad de Arizona remató una de sus mejores tarjetas de los últimos tiempos: 23 puntos (7-11 en tiros de campo) y cuatro rebotes.
La mejor noticia para los de la capital estadounidense fue el debut en pretemporada de su rookie de primera ronda, Kelly Oubre Jr. Aunque el novato no fue capaz de encontrar la red (0-7) en los 24 minutos que estuvo sobre el parqué.
En definitiva, un segundo triunfo de los Knicks de Calderón (10 puntos y siete asistencias) que deja inmejorables sensaciones en la afición neoyorquina. Buen ritmo, juego en equipo (25 pases de canasta), una superestrella preparada y gran adaptación de los nuevos. Aun con todo, no dejen muy lejos los pañuelos, estamos hablando de los Knicks.