Amnistía Internacional denuncia crímenes de guerra de milicias kurdas
La ONG documenta el "desplazamiento deliberado de miles de civiles” árabes y turcomanos y la destrucción de pueblos enteros
Andrés Mourenza
Diyarbakir, El País
En un informe tras una misión de investigación en el norte de Siria, Amnistía Internacional denuncia que las milicias kurdas YPG –uno de los principales aliados de Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés)- habrían cometido “crímenes de guerra” al provocar el “desplazamiento deliberado de miles de civiles” árabes y turcomanos y la destrucción de pueblos enteros habitados por estas etnias en territorio bajo su control.
Las Unidades de Protección Popular (YPG, en sus siglas en kurdo), milicia adscrita al Partido de la Unión Democrática (PYD), el mayoritario entre los kurdos de Siria, han arrebatado al ISIS grandes extensiones de terreno en lo que va de año, gracias a la ayuda de los bombardeos de la coalición dirigida por EE UU, pero según Amnistía Internacional han aprovechado este hecho para saldar viejas cuentas, expulsando de su territorio a poblaciones que no están dispuestas a someterse a su control o sobre las que recaen meras sospechas de simpatizar con otros grupos.
La organización de derechos humanos muestra en su informe imágenes de satélite de la aldea árabe de Husseiniya, de la que el 93% de sus edificios fueron destruidos por los kurdos. “Nos echaron de casa y comenzaron a prenderle fuego. Trajeron bulldozers y demolieron una casa tras otra”, señala una de las víctimas citadas en el informe. “Comenzaron a echar gasolina en la casa de mis parientes. Mi suegra se negó a abandonar la casa y pusieron gasolina en torno a ella. Cuando encontraron a mi suegro lo golpearon”, relata otra mujer árabe, identificada como Bassma, que mantiene que su familia fue expulsada porque su cuñado lucha en las filas del Ejército Sirio Libre, organización opuesta al régimen de Bachar el Asad aunque venida a menos, que lucha junto a las YPG en algunos frentes y en otros se enfrenta ellas.
Estas pruebas son “una evidencia clara de una campaña deliberada y coordinada de castigo colectivo”, critica Lama Fakih, asesor de Amnistía Internacional, que pide que la Coalición anti-ISIS “no mire hacia otro lado” y presione a sus aliados kurdos para que no se repitan estos actos.
El Gobierno de Turquía ha denunciado en varias ocasiones que tras la toma kurda de la localidad de Tel Abyad, este verano, árabes y turcomanos fueron forzados a escapar y no han podido regresar a sus hogares.
Un comunicado firmado en junio por varios grupos rebeldes sirios, incluidos los islamistas radicales Ahrar ash Shams y Yaish al Islam, acusaba a las YPG de emprender una campaña de “limpieza étnica”. Hasta ahora, todos los responsables de la milicia kurda –junto a la que luchan algunas unidades menores de combatientes árabes, cristianos y yazidíes- habían rechazado estas acusaciones, calificándolas de “propaganda turca”, aunque el director de la Asayish (Policía kurda), Ciwan Ibrahim, explicó a Amnistía Internacional que, en todo caso, se trata de “incidentes aislados”. También es cierto que, cuando fuerzas yihadistas tomaron Tel Abyad dos años antes, ordenaron la expulsión de los kurdos de esta y otras zonas, como por ejemplo Raqa.
Lo que parece claro es que la guerra civil en Siria, ya en su quinto año, ha provocado una inmensa desconfianza entre grupos de diversa adscripción étnica y religiosa. “El plan de los kurdos es crear una franja bajo su control en todo el norte de Siria. De las localidades turcomanas que han ocupado han echado a la gente, diciendo ‘Esto es el Kurdistán y no os queremos aquí”, denunciaba en una reciente entrevista con El País Yusuf Mahli, dirigente del Partido del Frente Nacional Turcomano y miembro de la coalición que une a los opositores sirios al régimen de Asad: “Las YPG están utilizando la excusa de la lucha contra el ISIS para llevar a cabo una limpieza étnica”.
Mahli afirma que en su partido temen que las YPG crucen el Éufrates hacia el oeste para intentar unir sus posesiones en el norte de Siria con el cantón kurdo de Afrín, en el extremo noroccidental del país. Pero ello significaría conquistar un amplio territorio en el que la mayoría de sus habitantes son árabes y turcomanos, por lo que Turquía ya ha avisado que no permitirá tal movimiento de la milicia kurda.
Andrés Mourenza
Diyarbakir, El País
En un informe tras una misión de investigación en el norte de Siria, Amnistía Internacional denuncia que las milicias kurdas YPG –uno de los principales aliados de Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés)- habrían cometido “crímenes de guerra” al provocar el “desplazamiento deliberado de miles de civiles” árabes y turcomanos y la destrucción de pueblos enteros habitados por estas etnias en territorio bajo su control.
Las Unidades de Protección Popular (YPG, en sus siglas en kurdo), milicia adscrita al Partido de la Unión Democrática (PYD), el mayoritario entre los kurdos de Siria, han arrebatado al ISIS grandes extensiones de terreno en lo que va de año, gracias a la ayuda de los bombardeos de la coalición dirigida por EE UU, pero según Amnistía Internacional han aprovechado este hecho para saldar viejas cuentas, expulsando de su territorio a poblaciones que no están dispuestas a someterse a su control o sobre las que recaen meras sospechas de simpatizar con otros grupos.
La organización de derechos humanos muestra en su informe imágenes de satélite de la aldea árabe de Husseiniya, de la que el 93% de sus edificios fueron destruidos por los kurdos. “Nos echaron de casa y comenzaron a prenderle fuego. Trajeron bulldozers y demolieron una casa tras otra”, señala una de las víctimas citadas en el informe. “Comenzaron a echar gasolina en la casa de mis parientes. Mi suegra se negó a abandonar la casa y pusieron gasolina en torno a ella. Cuando encontraron a mi suegro lo golpearon”, relata otra mujer árabe, identificada como Bassma, que mantiene que su familia fue expulsada porque su cuñado lucha en las filas del Ejército Sirio Libre, organización opuesta al régimen de Bachar el Asad aunque venida a menos, que lucha junto a las YPG en algunos frentes y en otros se enfrenta ellas.
Estas pruebas son “una evidencia clara de una campaña deliberada y coordinada de castigo colectivo”, critica Lama Fakih, asesor de Amnistía Internacional, que pide que la Coalición anti-ISIS “no mire hacia otro lado” y presione a sus aliados kurdos para que no se repitan estos actos.
El Gobierno de Turquía ha denunciado en varias ocasiones que tras la toma kurda de la localidad de Tel Abyad, este verano, árabes y turcomanos fueron forzados a escapar y no han podido regresar a sus hogares.
Un comunicado firmado en junio por varios grupos rebeldes sirios, incluidos los islamistas radicales Ahrar ash Shams y Yaish al Islam, acusaba a las YPG de emprender una campaña de “limpieza étnica”. Hasta ahora, todos los responsables de la milicia kurda –junto a la que luchan algunas unidades menores de combatientes árabes, cristianos y yazidíes- habían rechazado estas acusaciones, calificándolas de “propaganda turca”, aunque el director de la Asayish (Policía kurda), Ciwan Ibrahim, explicó a Amnistía Internacional que, en todo caso, se trata de “incidentes aislados”. También es cierto que, cuando fuerzas yihadistas tomaron Tel Abyad dos años antes, ordenaron la expulsión de los kurdos de esta y otras zonas, como por ejemplo Raqa.
Lo que parece claro es que la guerra civil en Siria, ya en su quinto año, ha provocado una inmensa desconfianza entre grupos de diversa adscripción étnica y religiosa. “El plan de los kurdos es crear una franja bajo su control en todo el norte de Siria. De las localidades turcomanas que han ocupado han echado a la gente, diciendo ‘Esto es el Kurdistán y no os queremos aquí”, denunciaba en una reciente entrevista con El País Yusuf Mahli, dirigente del Partido del Frente Nacional Turcomano y miembro de la coalición que une a los opositores sirios al régimen de Asad: “Las YPG están utilizando la excusa de la lucha contra el ISIS para llevar a cabo una limpieza étnica”.
Mahli afirma que en su partido temen que las YPG crucen el Éufrates hacia el oeste para intentar unir sus posesiones en el norte de Siria con el cantón kurdo de Afrín, en el extremo noroccidental del país. Pero ello significaría conquistar un amplio territorio en el que la mayoría de sus habitantes son árabes y turcomanos, por lo que Turquía ya ha avisado que no permitirá tal movimiento de la milicia kurda.