Abrir un negocio en Latinoamérica: una calle empinada para los jóvenes
La falta de dinero, el papeleo y el desconocimiento del mercado son las principales trabas en una de las regiones con más emprendedores del mundo
Mary Stokes
Buenos Aires, El País
Latinoamérica es una región de emprendedores. Un 60% de los trabajadores son autónomos o trabajan en empresas pequeñas. Ante las dificultades de conseguir empleo a una edad temprana, no son pocos los jóvenes que deciden transitar la senda de emprender, de abrir su propio negocio.
En los últimos 4 años, el 19% de las empresas nuevas de América Latina y el Caribe tenían detrás a una persona menor de 35 años. Sin embargo, casi nunca es un camino libre de obstáculos.
Hablamos con jóvenes emprendedores sobre las dificultades que han encontrado para arrancar y que, en muchos casos, los ha llevado incluso a desistir del sueño de crear su propia empresa.
El financiamiento
“Tuve que hacer un pitch a una de las empresas de inversión más grandes en Barbados, que buscaba jóvenes innovadores”, cuenta el emprendedor digital Justin Quinlan. “Entro a la sala de conferencia y todos ahí tenían entre 50 y 60 años”, recuerda.
Para Quinlan, era claro que en ese rango de edad iba a ser difícil convencer a su audiencia de las ventajas de invertir en un negocio digital o del potencial de crecimiento de su empresa. La dificultad, entonces, era empezar por convencer a los inversionistas potenciales que, a veces, no conocen el mercado al que se dirige un producto.
Especialmente en América Latina y el Caribe, donde existe un rechazo cultural al fracaso empresarial. Esto desanima a los emprendedores jóvenes y hace que los inversionistas sean extremadamente cautos a la hora de financiar un proyecto.
“Estamos intentando crear algo que aún no existe en Jamaica, pero he experimentado que hay reticencia a invertir si uno no entiende completamente de lo que se trata la empresa”, explica Roxanne Wanliss, fundadora de la empresa jamaiquina MeAGo.
El papeleo inicial es una carga bastante pesada para una empresa que apenas nace
En la otra cara de la moneda, el emprendedor argentino Carlos Balestra consiguió varias inyecciones de capital del gobierno cuando él y su socio lanzaron Cavok, su marca de tablas de kitesurf (tablas de surf impulsadas por el viento). Incluso con ese apoyo financiero, el tema del financiamiento y la sostenibilidad era un obstáculo que enfrentaba diariamente.
“Viví mucho tiempo como pobre. ¿Vos querés ser emprendedor? Vas a ser pobre los primeros años. Al principio es muy duro”, advierte Balestra.
El mercado
“Yo creo que nuestro error principal hasta el momento ha sido tomar mucho tiempo para el desarrollo del producto y no tanto para el descubrimiento del mercado”, explica David Bustos, fundador de Briko. “En Latinoamérica prefieren las cosas más comunes. Nos está costando un poco introducir nuestro producto en el mercado”, añade
Conocer el mercado es un punto de coincidencia para emprendedores e inversores por igual. Sin embargo, a los emprendedores jóvenes que no tienen tanta experiencia de negocios, les cuesta no concentrarse solamente en la idea sino cómo esa idea cabría en el contexto del país donde se lanza.
“Vale más una idea bien ejecutada que una muy buena idea mal ejecutada”, afirma Joan Segura, fundador de Play Business, una plataforma online para el financiamiento de proyectos innovadores en México.
El jordano Yousef Hamidaddin, inversor y mentor empresarial, está de acuerdo. Dice que le atraen las ideas con potencial de expandirse a nuevos mercados a nivel regional e internacional.
Pone como ejemplo algo que le ocurrió recientemente en Jamaica, en una jornada de entrenamiento con startups. “Estaban enfocadas solamente en Jamaica y les costó pensar en el Caribe o América Latina como un mercado potencial. Trabajamos con ellos para intentar expandir sus ideas”, explica Hamidaddin.
“Muchos emprendedores jóvenes no ven a la línea de meta, no ven a lo que su empresa puede ser en cinco o diez años”, afirma Winston Wilkins, fundador de StartUp Robot. “Es desalentador lidiar con muchas situaciones difíciles día tras día si no se ve claramente lo que es que quieres realizar o crear”.
El papeleo
A nadie le gustan los trámites, pero para poder acceder a préstamos, cuentas bancarias o ayudas oficiales, es imprescindible que las nuevas compañías estén registradas oficialmente como tales.
Aunque los trámites para abrir un nuevo negocio se han simplificado bastante en los últimos años en muchos de los países de América Latina y el Caribe, este papeleo inicial no deja de ser una carga bastante pesada para una empresa que apenas nace.
“Intenté registrar la empresa con en el Registro Mercantil y fue un lío. No quise lidiar con eso”, dice Akua Waters, fundador de compania de logística Errand Boy. “Era mi primer emprendimiento, y teníamos que gastar alrededor de 1000 dólares solo para registrar la empresa”, se queja.
Mary Stokes es productora Online del Banco Mundial
Mary Stokes
Buenos Aires, El País
Latinoamérica es una región de emprendedores. Un 60% de los trabajadores son autónomos o trabajan en empresas pequeñas. Ante las dificultades de conseguir empleo a una edad temprana, no son pocos los jóvenes que deciden transitar la senda de emprender, de abrir su propio negocio.
En los últimos 4 años, el 19% de las empresas nuevas de América Latina y el Caribe tenían detrás a una persona menor de 35 años. Sin embargo, casi nunca es un camino libre de obstáculos.
Hablamos con jóvenes emprendedores sobre las dificultades que han encontrado para arrancar y que, en muchos casos, los ha llevado incluso a desistir del sueño de crear su propia empresa.
El financiamiento
“Tuve que hacer un pitch a una de las empresas de inversión más grandes en Barbados, que buscaba jóvenes innovadores”, cuenta el emprendedor digital Justin Quinlan. “Entro a la sala de conferencia y todos ahí tenían entre 50 y 60 años”, recuerda.
Para Quinlan, era claro que en ese rango de edad iba a ser difícil convencer a su audiencia de las ventajas de invertir en un negocio digital o del potencial de crecimiento de su empresa. La dificultad, entonces, era empezar por convencer a los inversionistas potenciales que, a veces, no conocen el mercado al que se dirige un producto.
Especialmente en América Latina y el Caribe, donde existe un rechazo cultural al fracaso empresarial. Esto desanima a los emprendedores jóvenes y hace que los inversionistas sean extremadamente cautos a la hora de financiar un proyecto.
“Estamos intentando crear algo que aún no existe en Jamaica, pero he experimentado que hay reticencia a invertir si uno no entiende completamente de lo que se trata la empresa”, explica Roxanne Wanliss, fundadora de la empresa jamaiquina MeAGo.
El papeleo inicial es una carga bastante pesada para una empresa que apenas nace
En la otra cara de la moneda, el emprendedor argentino Carlos Balestra consiguió varias inyecciones de capital del gobierno cuando él y su socio lanzaron Cavok, su marca de tablas de kitesurf (tablas de surf impulsadas por el viento). Incluso con ese apoyo financiero, el tema del financiamiento y la sostenibilidad era un obstáculo que enfrentaba diariamente.
“Viví mucho tiempo como pobre. ¿Vos querés ser emprendedor? Vas a ser pobre los primeros años. Al principio es muy duro”, advierte Balestra.
El mercado
“Yo creo que nuestro error principal hasta el momento ha sido tomar mucho tiempo para el desarrollo del producto y no tanto para el descubrimiento del mercado”, explica David Bustos, fundador de Briko. “En Latinoamérica prefieren las cosas más comunes. Nos está costando un poco introducir nuestro producto en el mercado”, añade
Conocer el mercado es un punto de coincidencia para emprendedores e inversores por igual. Sin embargo, a los emprendedores jóvenes que no tienen tanta experiencia de negocios, les cuesta no concentrarse solamente en la idea sino cómo esa idea cabría en el contexto del país donde se lanza.
“Vale más una idea bien ejecutada que una muy buena idea mal ejecutada”, afirma Joan Segura, fundador de Play Business, una plataforma online para el financiamiento de proyectos innovadores en México.
El jordano Yousef Hamidaddin, inversor y mentor empresarial, está de acuerdo. Dice que le atraen las ideas con potencial de expandirse a nuevos mercados a nivel regional e internacional.
Pone como ejemplo algo que le ocurrió recientemente en Jamaica, en una jornada de entrenamiento con startups. “Estaban enfocadas solamente en Jamaica y les costó pensar en el Caribe o América Latina como un mercado potencial. Trabajamos con ellos para intentar expandir sus ideas”, explica Hamidaddin.
“Muchos emprendedores jóvenes no ven a la línea de meta, no ven a lo que su empresa puede ser en cinco o diez años”, afirma Winston Wilkins, fundador de StartUp Robot. “Es desalentador lidiar con muchas situaciones difíciles día tras día si no se ve claramente lo que es que quieres realizar o crear”.
El papeleo
A nadie le gustan los trámites, pero para poder acceder a préstamos, cuentas bancarias o ayudas oficiales, es imprescindible que las nuevas compañías estén registradas oficialmente como tales.
Aunque los trámites para abrir un nuevo negocio se han simplificado bastante en los últimos años en muchos de los países de América Latina y el Caribe, este papeleo inicial no deja de ser una carga bastante pesada para una empresa que apenas nace.
“Intenté registrar la empresa con en el Registro Mercantil y fue un lío. No quise lidiar con eso”, dice Akua Waters, fundador de compania de logística Errand Boy. “Era mi primer emprendimiento, y teníamos que gastar alrededor de 1000 dólares solo para registrar la empresa”, se queja.
Mary Stokes es productora Online del Banco Mundial