Wilstermánn, rácano y estéril, tropezó con la misma piedra
Joel Vera Reyes
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Fiel a una tradición que comenzó a cultivar durante el torneo Nacional B, Petrolero de Yacuiba le complicó la vida a Wilstermann ayer en el estadio Félix Capriles con un empate 1-1, que para el local tiene similar sabor al de una derrota.
Y es que no haberle podido ganar al que quizás sea el más humilde de los clubes ligueros de la actualidad fue para los aviadores deglutir el trago más amargo en lo que va del torneo Apertura de la Liga.
No solo porque Petrolero, que entre otras cosas llegó por demás diezmado y con media docena de variantes en su configuración ideal, sino por la desfigurada imagen de equipo que dejó Wilstermann sobre el terreno de juego, la aterradora falta de recursos en la carga sobre terreno rival y la pobreza de ideas en los ejecutantes de la estéril propuesta de su técnico.
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y el técnico Juan Manuel Llop encarnó el dicho, le ocurrió casi exactamente lo mismo que en Warnes el pasado martes, cuando regaló el empate en un partido prácticamente vencido ante Sport Boys.
Ayer, la recurrente miopía del técnico argentino volvió a mostrar un Wilstermann urgido por cerrar un amarrete 1-0 en lugar de liquidar el pleito, y terminó empatando 1-1, cinco minutos antes del final.
El aburrido trámite del partido fue la peor parte del castigo que recibieron los cochabambinos en vísperas de su aniversario, por lo menos los aviadores.
Tras los primeros 24 minutos, la visita pudo anotar el primer gol en dos ocasiones. Luego, comenzaron los únicos 7 minutos de aproximaciones locales sobre el arco rival con algo de coherencia: un cabezazo de Iriberri que exigió al portero y dos grandes contras de Quero, que se desinflaron tras llegar al área de Petrolero. Ya a los 45, Sánchez disparó con potencia la sobra de un tiro de esquina desde fuera del área y anotó el 1-0.
La segunda mitad fue una agonía para quienes gustan del fútbol. Solo el gol del 1-1 para Petrolero borró el bostezo de las gradas. Castedo envió un misil de tiro libre hasta las redes locales a los 37, justo cuando Llop había decidido defenderse.