Un éxodo de 60 millones de personas

En los últimos dos años se ha disparado el número de refugiados y desplazados en el mundo y han empezado a llegar a Europa, donde se esperan 900.000 en 2015

Javier Ayuso
Madrid, El País
La foto del niño sirio de tres años Aylan Kurdi, muerto sobre la arena de la playa de Bodrum (Turquía), ha conmovido la conciencia de los europeos. Las alertas se habían encendido hace apenas unos meses con la llegada de algunos cientos de miles de refugiados huyendo de sus países en guerra, pero la Unión Europea (UE) no ha actuado con cierta firmeza hasta que esa imagen del horror ha movilizado a buena parte de los ciudadanos. Ahora parece decidida a realizar un cambio radical en el modelo de inmigración y asilo.


Los refugiados eran, hasta hace muy poco en Occidente, fotos e imágenes en los periódicos y las televisiones. Algunas terribles, pero desde la lejanía de África o de Asia no impactaban tanto. El conflicto de Ucrania acercó la tragedia a la Europa próspera y llevó a decenas de miles de ucranios a pedir asilo en la Rusia de Putin. Pero no ha sido hasta los últimos meses, con la llegada masiva a las costas de Grecia e Italia de familias enteras huyendo de Siria, Afganistán, Irak o Eritrea, cuando los europeos han sido conscientes de la tragedia.

Decenas de miles de personas avanzan cada día por las carreteras de Grecia, Macedonia, Serbia o Hungría intentando llegar a Alemania; o formando campamentos en la costa francesa de Calais buscando la oportunidad de cruzar a Reino Unido. Acampan en las plazas de las ciudades o en las estaciones de los trenes; forman parte de la vida cotidiana de los países europeos. Y, en la mayoría de los casos, esa legión de parias está encabezada por cientos de niños en brazos de sus padres o sus madres.

Hasta ahora, habían sido los países más pobres los más solidarios con los 60 millones de desplazados y refugiados que había en el mundo al acabar 2014, con un aumento de casi el 50% en solo dos años. Hoy la cifra puede superar los 62 millones, una legión que conformaría el 24º país del mundo por población. Y eso, sin contar a los llamados “emigrantes económicos”, que abandonan sus pueblos en busca de una vida mejor y que no cuentan con el apoyo legal de los estatutos del refugiado político.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y las principales ONG diferencian entre desplazados y refugiados. Ambos son personas que tienen que abandonar sus hogares por culpa de una guerra, porque son perseguidos por raza, etnia..., pero los primeros se quedan en su país y los segundos se instalan en otra nación. Entre los dos suman 42.500 personas que tienen que abandonar sus casas cada día en el mundo; de ellos, la mitad son menores de 18 años y la mitad de estos son niños.

Europa ha recibido por mar en lo que va de año cerca de 380.000 refugiados según las cuentas oficiales. Esa cifra superaría los 480.000 si se contabilizan los que llegan por vía terrestre, según las ONG, y podría llegar a los 900.000 al acabar el año según las últimas estimaciones de ACNUR. Parece mucho, pero no es tanto si se compara con la población europea: 500 millones de personas. La llegada de refugiados se sitúa en el 0,2% de los habitantes del viejo continente.

Las cuotas que ultimará la próxima semana la Comisión Europea suponen un alivio importante para los perseguidos que esperan ser acogidos, pero solo aportará soluciones a 200.000 personas. La ONG lo consideran un buen principio, pero insuficiente, ya que las guerras en Siria e Irak seguirán trayendo familias enteras de personas que huyen del horror.

El viernes pasado, la Plataforma del Tercer Sector de España envió una carta a los ministros de Justicia, Rafael Catalá, e Interior, Jorge Fernández Díaz, que participarán mañana en una reunión extraordinaria en Bruselas, pidiéndoles medidas urgentes para “salvar vidas de una forma eficiente y humana”. Las ONG adscritas a esta plataforma solicitaban medidas concretas de acceso al territorio, programas de reasentamiento y políticas de apoyo a la reagrupación familiar.

En la mayoría de los países europeos se están produciendo movimientos de solidaridad, aunque también existen activistas xenófobos que se oponen a la acogida de refugiados. Ha sido la actitud decidida de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, lo que ha conseguido desbloquear el problema. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el primer ministro británico, David Cameron, rectificaron sus posturas iniciales. Rajoy acepta las cuotas propuestas. Y Cameron (exento de las cuotas por sus acuerdos con la UE) ha prometido acoger a “millares” de refugiados.

Otros países mucho más pobres, como Turquía, Pakistán, Líbano, Irán, Jordania o Etiopía, acogen a un 45% del total de refugiados que vagan por el mundo. La solidaridad es mayor entre iguales y más de la mitad de las personas que abandonan sus países en busca de una vida mejor provienen de Siria, Afganistán y Somalia.

Turquía, Pakistán, Líbano, Jordania e Irán son los mayores receptores

De hecho, los mayores campos de refugiados del mundo se sitúan en África y Asia. El más grande es el de Dadaab (Kenia), que lleva 20 años acogiendo a somalíes que huyen de un Estado fallido; en la actualidad guarece a 470.000 personas. Le siguen los de Zaatari (Jordania), a apenas 15 kilómetros de la frontera sur de Siria y que acoge en la actualidad a 81.000 personas que huyeron de la guerra en su país; Nyarugusu (Tanzania), con 68.000 refugiados de la República Democrática del Congo; Tamil Nadu (India), con 67.000 tamiles de Sri Lanka; Urfa (Turquía), con 66.000 sirios; Nakivale (Uganda), que da refugio a 61.000 ruandeses que huyeron de la revolución hutu; Pamian y Old Shamshatoo (Pakistán), con 56.000 y 53.000 afganos respectivamente; Melkadida (Etiopía), donde viven 42.000 somalíes; y Bredjing (Chad), creado en 2003 tras la tragedia de Darfur y que alberga en la actualidad a más de 40.000 sudaneses.

Las cifras de ACNUR muestran, además, que la vida del refugiado es un viaje sin retorno. Apenas 100.000 personas volvieron a sus países de origen en 2014. Tan solo en 1996 y en 2003 se produjeron retornos significativos de refugiados a sus países natales. Las mafias de trata de personas trabajan solo en un sentido y, además, los problemas que les llevaron a abandonar sus patrias no se han solucionado. Las guerras siguen causando estragos y no hay perspectivas de que acaben a corto plazo.

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