Salió Messi y ganó el Barça


Madrid, As
Messi, otra vez Messi. Una vez más, Messi. El argentino fue la noticia del Atleti-Barça antes, durante y después. Antes, porque llegaba al Calderón sin entrenar un minuto con el resto en dos semanas: Argentina y el nacimiento de su segundo hijo, Mateo, se lo habían impedido. Durante, porque Luis Enrique se lo dejó en el banquillo y las cámaras se arremolinaban en torno a él: Messi suplente 251 días después de Anoeta, esa era la foto. El Cholo intentó aprovecharse. A las bajas en general del Barça se unía la baja, en mayúsculas, del argentino. Perfecto para su plan, que era presión alta, robo y contraataque. Pero, después, Messi salió y lo decidió todo.


Y eso que cuando Mateu pitó el descanso y el Barça aún no tenía al argentino, los rojiblancos miraron el marcador y respiraron: 0-0. Y no porque el Barcelona hubiera llegado con peligro. Era la sensación, asfixiante. Y es que el Cholo se olvidó de una cosa: que si al Barça le das el balón no te lo devuelve. Así fue. Los de Luis Enrique se quitaron pronto de encima la presión del Atlético y se pusieron a tocar, casi, a los pies de Oblak, que es algo así como jugar a la ruleta rusa con el tambor lleno de balas. Pero ahí tuvo suerte el Atlético: en la primera parte un disparo culé (Luis Suárez) se fue al larguero y otro (también Suárez) a las manos de Oblak. El Barça, que por cierto, no echó de menos a Piqué, tocaba, tocaba y tocaba, como en un monólogo con una única música y dos tenores estupendos, Iniesta y Rafinha, pero las balas iban sin pólvora. Aún así el Atleti estaba contra la pared, encajonado. Gabi y Tiago sostenían al equipo como podían, pero no encontraban con quien jugar. Óliver tenía el día tirando a gris, Koke no estaba y Griezmann tampoco, como si los jugadores rojiblancos se hubieran olvidado en 45 minutos de las lecciones del Cholo sobre buen fútbol de este verano. Eso y de la solidez defensiva en el balón parado. Ojo. Las Palmas casi le hizo daño ahí y el Barça no perdonó.

Ocurrió tras el descanso. Y heló a un Calderón en fiesta por el octavo gol de Torres al Barça. El Niño ejecutó, perfecto, el plan del Cholo, en una contra, con una definición impecable para batir a Ter Stegen. Pero la alegría no duró demasiado. Pero la celebración duró sólo tres minutos: en una falta Neymar cogió la pelota al borde del área y se inventó un disparo perfecto, precioso, que se fue, justo, a la esquinita derecha de la portería de Oblak. Y el cielo se le puso más negro al Atleti cinco minutos más tarde: salía Messi... Y veinte después ya le había dedicado un gol a su hijo, el 1-2, la remontada.

Y es que el Barça fue otro con Messi, que hace mejores a sus compañeros y es un regalo para el fútbol. Toda la pólvora que faltaba estaba en sus botas. Salió y lo cambió todo. Ya había descansado mucho en el banquillo. 59 minutos, un mundo. Y si el botón del Barça para cambiar el partido fue él, en el Atleti no funcionó ninguno: Jackson fue más el Jackson de Las Palmas que el del Sevilla, Carrasco lo intentó sin suerte y Vietto debutó sin tiempo.

Y Correa, mientras, en la grada, mirando este partido en el que Mateu Lahoz también fue protagonista. Se confundió a un lado y otro. No pitó dos manos (involuntarias) a Giménez en la primera parte, un penalti al Atlético por mano (clara) de Mascherano en la segunda y otro al Barça, cuando Godínsacó un gol de Neymar bajo los palos... con el brazo. Si este árbitro ya no caía muy bien por Barcelona, el partido de ayer no ayuda.

El Cholo sigue sin saber cómo ganar al Barça. Lo tuvo, tres minutos. Pero Neymar y Messi se lo arrebataron. Mateo ya tiene su gol.

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