Rick Perry abandona la carrera por la presidencia de Estados Unidos
El exgobernador de Texas es el primer aspirante en dejar la campaña para ganar la candidatura republicana a la Casa Blanca
Antonieta Cádiz
Houston, El País
Tras 15 años como gobernador de Texas, Rick Perry estaba seguro de que podría convencer al Partido Republicano de que esta vez estaba preparado para el desafío más importante de su carrera. Pero este viernes cerró una campaña electoral que había ido en picada desde su comienzo.
Antes de dejar su cargo en Texas, Perry ya estaba preparando su papel de cara a la presidencia. En 2014 la crisis migratoria en la frontera le dio la atención necesaria de los medios de comunicación y el exgobernador no vaciló en aprovechar el momento. Desplegó a la Guardia Nacional en el límite con México e intentó posicionarse como una figura clave en uno de los temas recurrentes en la agenda conservadora: la seguridad en la frontera.
No faltaron los viajes a los estados clave de New Hampshire y Iowa, que abrirán en enero el ciclo de primarias. En junio de 2014 anunció su candidatura, siendo uno de los primeros en entrar en la competición. “La razón por la que quiero ser presidente es porque estoy seguro de que los mejores días de nuestro país están por venir. No hay nada malo con Estados Unidos hoy que no se pueda arreglar con nuevo liderazgo”, dijo.
Pero este viernes no le quedó otra opción que aceptar su derrota. “Algunas cosas han quedado claras y es por eso que hoy estoy suspendiendo mi campaña por la presidencia de Estados Unidos”, aseguró en un discurso en Eagle Forum en St. Louis. “Comparto estas noticias sin arrepentimientos”, declaró al convertirse en el primero en renunciar de los 17 candidatos republicanos.
Las aspiraciones de Perry no fueron respaldadas por la base del partido. Pocos meses antes de dejar su cargo en Texas, había sido acusado de abusar de su poder como gobernador y de coerción en el servicio público por el jurado investigador del Condado de Travis. Ambos están considerados como delitos graves y el proceso —abierto aún— empañó su campaña.
En el primer debate republicano en agosto de 2015 y Perry quedó debajo de la mesa, sin alcanzar los votos suficientes en las encuestas, para ubicarlo entre los candidatos más fuertes. El millonario Donald Trump —quien ahora lidera la encuesta CNN/ORC con un 32% de apoyo— se dedicó a atacarlo por su gestión en el área de seguridad fronteriza. Pero la mayor señal de alarma fue que dejó de pagarle a los miembros de su campaña, principalmente estacionados en New Hampshire y Iowa. Para julio de 2015 Perry reportó tener sólo 883.913 dólares en mano.
En este punto ya había comenzado un descenso estrepitoso que planeaba revertir en el segundo debate programado para el próximo miércoles 16 de septiembre, pero nuevamente quedó fuera de la platea y no calificó para alcanzar uno de los 11 puestos ofrecidos por la cadena CNN.
Perry no se fue en silencio. “No podemos aceptar llamados que dividen aún más a nuestra nación. La respuesta para nuestro 'divisor en jefe' [Obama] no es un republicano que también sea 'divisor en jefe'”, insistió. “El movimiento conservador siempre se ha tratado de principios y no personalidades. Nuestro nominado debe encarnar esos principios”.
Expertos como Mark Jones, académico y experto en política de la Universidad Rice en Houston, ven este como un momento decisivo en la carrera política de Perry. Una segunda derrota de la que no puede repuntar. Sobre todo después del trago amargo de 2012 cuando su rostro se hizo conocido en todo el país por el famoso “Oops” en el debate organizado en Michigan, donde no pudo recordar todas las agencias federales que pretendía eliminar si se convertía en presidente.
“No existe una segunda oportunidad para causar una primera impresión buena y Perry no se pudo recuperar de la mala imagen de 2012. Además, esta vez el campo para la nominación es mucho más competitivo y simplemente no pudo liderar”, aseguró Jones, “hoy la carrera política de Perry terminó”.
Antonieta Cádiz
Houston, El País
Tras 15 años como gobernador de Texas, Rick Perry estaba seguro de que podría convencer al Partido Republicano de que esta vez estaba preparado para el desafío más importante de su carrera. Pero este viernes cerró una campaña electoral que había ido en picada desde su comienzo.
Antes de dejar su cargo en Texas, Perry ya estaba preparando su papel de cara a la presidencia. En 2014 la crisis migratoria en la frontera le dio la atención necesaria de los medios de comunicación y el exgobernador no vaciló en aprovechar el momento. Desplegó a la Guardia Nacional en el límite con México e intentó posicionarse como una figura clave en uno de los temas recurrentes en la agenda conservadora: la seguridad en la frontera.
No faltaron los viajes a los estados clave de New Hampshire y Iowa, que abrirán en enero el ciclo de primarias. En junio de 2014 anunció su candidatura, siendo uno de los primeros en entrar en la competición. “La razón por la que quiero ser presidente es porque estoy seguro de que los mejores días de nuestro país están por venir. No hay nada malo con Estados Unidos hoy que no se pueda arreglar con nuevo liderazgo”, dijo.
Pero este viernes no le quedó otra opción que aceptar su derrota. “Algunas cosas han quedado claras y es por eso que hoy estoy suspendiendo mi campaña por la presidencia de Estados Unidos”, aseguró en un discurso en Eagle Forum en St. Louis. “Comparto estas noticias sin arrepentimientos”, declaró al convertirse en el primero en renunciar de los 17 candidatos republicanos.
Las aspiraciones de Perry no fueron respaldadas por la base del partido. Pocos meses antes de dejar su cargo en Texas, había sido acusado de abusar de su poder como gobernador y de coerción en el servicio público por el jurado investigador del Condado de Travis. Ambos están considerados como delitos graves y el proceso —abierto aún— empañó su campaña.
En el primer debate republicano en agosto de 2015 y Perry quedó debajo de la mesa, sin alcanzar los votos suficientes en las encuestas, para ubicarlo entre los candidatos más fuertes. El millonario Donald Trump —quien ahora lidera la encuesta CNN/ORC con un 32% de apoyo— se dedicó a atacarlo por su gestión en el área de seguridad fronteriza. Pero la mayor señal de alarma fue que dejó de pagarle a los miembros de su campaña, principalmente estacionados en New Hampshire y Iowa. Para julio de 2015 Perry reportó tener sólo 883.913 dólares en mano.
En este punto ya había comenzado un descenso estrepitoso que planeaba revertir en el segundo debate programado para el próximo miércoles 16 de septiembre, pero nuevamente quedó fuera de la platea y no calificó para alcanzar uno de los 11 puestos ofrecidos por la cadena CNN.
Perry no se fue en silencio. “No podemos aceptar llamados que dividen aún más a nuestra nación. La respuesta para nuestro 'divisor en jefe' [Obama] no es un republicano que también sea 'divisor en jefe'”, insistió. “El movimiento conservador siempre se ha tratado de principios y no personalidades. Nuestro nominado debe encarnar esos principios”.
Expertos como Mark Jones, académico y experto en política de la Universidad Rice en Houston, ven este como un momento decisivo en la carrera política de Perry. Una segunda derrota de la que no puede repuntar. Sobre todo después del trago amargo de 2012 cuando su rostro se hizo conocido en todo el país por el famoso “Oops” en el debate organizado en Michigan, donde no pudo recordar todas las agencias federales que pretendía eliminar si se convertía en presidente.
“No existe una segunda oportunidad para causar una primera impresión buena y Perry no se pudo recuperar de la mala imagen de 2012. Además, esta vez el campo para la nominación es mucho más competitivo y simplemente no pudo liderar”, aseguró Jones, “hoy la carrera política de Perry terminó”.