Nico Gaitán aniquila al Atlético

Madrid, As
Échenle la culpa a Nico Gaitán. Ese fue el que le amargó la noche a Correa y, por ende, al Atlético. En los primeros 25 minutos todo eran mieles para el argentino, que estrenaba titularidad, en casa, en Europa, como rojiblanco. Todo iba según lo soñado. El Atlético dominaba y el argentino había marcado su primer gol en la Champions. La jugada la inició Juanfran, que puso un balón perfecto desde la derecha para la dejada de Griezmann a Correa, que la cazó de primeras y la pegó con todas sus ganas, con toda el alma, para encajar el balón en la red, a la izquierda de Julio César. Si el árbitro hubiera pitado una mano de Almeida tras un disparo de Tiago en el 8’, la distancia podía haber sido mayor. O, incluso, si Jackson, mucho más enchufado, hubiera tenido fortuna. Pero no. El colombiano la buscaba, se asociaba y desmarcaba, pero por dos veces el balón se le fue al aire y, otra, cuando se lanzó en plancha a los pies de Julio César, fuera.


Fue un partido en el que no dejaron de pasar cosas, como en una novela de Agatha Christie, en la que uno no puede apartar los ojos ni un instante. Y casi todas pasaban a los pies de Julio César. Recuerden, era el partido perfecto para el Atlético. Los rojiblancos atosigaban a los portugueses a córners (siete en la primera parte) y a remates (trece), buscando ese 2-0 que diera tranquilidad. Pero el gol lo marcó el Benfica. Y en la primera que tuvo. Llegó tras una jugada que fabricó Semedo en la derecha y Godín, al intentar despegar, prolongó. El balón le cayó a Gaitán, viejo deseo del Cholo, que se sacó una volea fortísima de la bota para tumbar a Oblak. Su primer golpe y la excusa, por cierto, para que los aficionados portugueses desataran una absurda lluvia de bengalas sobre los hinchas rojiblancos que llenó el Calderón de tinieblas al fin de la primera parte.

Estas se convertirían en sombras en la segunda. Sombras en todo. En el Atlético sólo parecía llevar peligro (real) Correa. Tiago y Gabi no habían perdido el centro del campo, pero los jugadores parecen menos frescos y en las bandas, Filipe y Juanfran no son Filipe y Juanfran, no, al menos los de siempre, está como cansados, imprecisos y, si este Atleti quiere volvar, necesita de sus alas. A ellos y a Koke, claro, cuánto le echa de menos el equipo. Es el pegamento, ese jugador que une el centro con los delanteros y su ausencia se está haciendo terriblemente dura, horriblemente larga.

La segunda parte comenzó con un choque en cadena que terminaría con el segundo gol del Benfica. Fue en un córner lanzado por el Atlético, Giménez cayó sobre Jiménez que, a su vez, golpeó a Julio César. El portero acabó por los suelos y, el mexicano, sangrando por la nariz en una banda, fuera del campo. Y, con diez para once, pillaron los portugueses a los rojiblancos en una contra, para desesperación de Simeone en el banco. La jugada fue de Gaitán, que se corrió toda la banda izquierda y centró al segundo palo para que Guedes batiera a Oblak con un disparo cruzado. Falló Filipe, que no llegó al despeje, y falló Oblak, mal colocado, dejó el segundo palo, por donde entró el balón, al descubierto, ante un equipo, el Benfica, que más efectivo no podía ser. Tuvo cuatro y metió dos.

Correa estuvo a punto de empatar casi en la siguiente jugada, pero su remate lo detuvo Julio César, que acababa de pararle otro a Jackson. Simeone intentó agitar el marcador dando entrada a Saúl y Vietto, pero su entrada no cambió el partido. Su última bala fue Torres. Se jugaba el Cholo todo al juego por alto, a cazar algún córner, a marcar a balón parado. Entró El Niño por Correa, a quien el Calderón despidió como merece, en pie. El argentino se fue por la banda para que su equipo ganara un tiempo, pero el Benfica también es equipo viejo ahí, en ralentizar relojes en los partidos con el viento está favor. Los nervios comenzaban a cundir en el Calderón. Y la grada, que pidió a Carrasco, poco a poco, a silenciarse. Y es que el Atleti no podía. Estaba atorado y, lo que es peor, sin garra. Es la segunda derrota consecutiva. La segunda en cinco días. Y ahí delante está el Madrid. El Cholo tiene trabajo. Mucho.

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