Misión cumplida y aburrida

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Otra España (infinitamente peor), otro rival (menos amable), otro resultado, pero también otra victoria que deja a la Selección a dos puntos de la Eurocopa. Teniendo en cuenta que recibe a Luxemburgo en octubre, hay que poner buena cara al mal tiempo que sobrevino en Skopje. Con un juego horrible, España despachó a Macedonia, que tuvo más bravura que Eslovaquia y que enfangó el partido hasta hacerlo, por momentos, equilibrado y peligroso.


La victoria ante Eslovaquia le permitió a Del Bosque un once de conciliación: retiró a Pedro y a Cesc, lo que le evitaba una bronca con Mourinho, y a Juanfran y Jordi Alba, que el sábado están citados en el Calderón para un partido de gran tamaño. También consoló a De Gea, que necesita en la Selección los mimos que le niega Van Gaal; repitió con Piqué, en terreno donde no esperaban pitos ni flautas; premió a Carvajal y Bernat e hizo las paces con Mata. Seis cambios que desfiguraron, en cierto modo, la imagen elegante y poderosa del sábado en Oviedo. Inamovible, eso sí, resultó Diego Costa, con lo que a Del Bosque no se le ocurre mejor remedio que ponerle y ponerle, pase lo que pase, hasta que aquello resulte. “Puede ser culpa nuestra lo que le ocurre”, dijo en la víspera, y por ahí hay que entender la reprogramación del esquema, con Silva como segundo punta para abrirle espacios y restarle vigilancia. Tampoco funcionó, pese al prometedor comienzo. A Diego Costa la fuerza le arrastró al lado oscuro y se perdió en pleitos y asperezas. Vio una tarjeta, recibió alguna patada destemplada y fue azotado por la grada del Filipo II. A estas alturas parece imposible dulcificarle el estilo y los modales. A la hora se convenció el seleccionador de que sobraba aquel cuerpo extraño y malhumorado.

No le ayudó a España ni siquiera el afortunado comienzo, cuando se topó con un gol no buscado. Mata centró con la derecha, la peor de sus piernas, y la pelota fue enrevesándose hasta golpear el palo, topar cómicamente en la cara de Pacovski y acabar en la red. España sacó un gol de un tiro al aire, copia borrosa de aquel gol de Goikoetxea a Alemania en el Mundial 94.

Luego casi nada resultó. España se ensimismó con la pelota, Busquets se equivocó más de lo que acostumbra, Isco no resultó tan decorativo como se esperaba, Cazorla no profundizó, Mata sólo dejó el giligol, los laterales tuvieron poca autonomía de vuelo. Hasta Silva se movió aburridamente por todo el frente de ataque. No hubo más sustos para Pacovski en mucho tiempo, mientras que los macedonios, agrandados y embravecidos, bien adiestrados por Drulovic, rozaron dos veces la escuadra de De Gea. Y Hasani estuvo a punto de empatar en un balón dividido en el área. Esa bala perdida pudo resultar fatal. El partido se fue tan abajo que la segunda unidad (Alcácer, Koke e Iniesta) llegó tarde al rescate y del partido quedaron el resultado desnudo y la preocupación por el inesperado desmayo.

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