Las 'otras' y menos conocidas imágenes del éxodo sirio a Europa

En los últimos meses hemos visto una gran producción de imágenes en las que solo se muestra el sufrimiento, obviando la solidaridad de la gente.

Javier Taeño | Gaceta trotamundos
Durante todo el verano hemos visto fotos de ellos intentando sobrevivir en el mar, sufriendo la violencia y la represión de policías, esforzándose por intentar llegar a unos países que no les querían. Les hemos visto llorar, les hemos visto correr, les hemos visto suplicar y sin embargo, apenas les hemos visto reír. La risa, poderosa aliada cuando no se tiene nada más, ya que acerca a la esperanza y a la ilusión.


El tema estrella del verano para los medios, obviado durante más de 4 años y medio de guerra en Siria, ha mostrado muchas imágenes de las dificultades que enfrentaban los refugiados intentando llegar y moverse por Europa. Pero hay otra realidad ignorada, otra realidad que no se ha mostrado tanto quizás porque ni luce ni impacta de la misma manera. O quizás porque ni es noticia ni debería serlo, pero que no se puede obviar.

Y es que más allá de las políticas restrictivas de los gobiernos, esta crisis, la peor oleada migratoria desde la II Guerra Mundial, también ha sido la de la gente que se ha volcado en ayudar a unas personas que han mostrado un valor y una fuerza de voluntad inquebrantables en su lucha por mejorar sus condiciones de vida. Gestos, miradas, complicidad, palabras olvidadas que sin embargo han estado muy presentes.

Un buen ejemplo son las fotos preciosas de una niña siria jugando, riendo y disfrutando con un policía danés. Es triste que ya estemos tan acostumbrados a verlos sufrir que nos llame la atención la imagen de una pequeña que por un instante se olvida de su situación y solo disfruta adivinando en qué mano el agente ha escondido su anillo de bodas. La foto se ha hecho viral en las redes sociales y ha sido compartida por miles de personas en el mundo.

Fue un alto en el camino, solo un momento captado en la ruta que llevaba a la niña y a su familia por la frontera entre Dinamarca y Alemania, rumbo a Suecia destino soñado y final del largo viaje.
Otro momento del policía danés jugando con la niña (Claus Fisker/Scanpix).Otro momento del policía danés jugando con la niña (Claus Fisker/Scanpix).

Hay más casos. Miles. Millones, conocidos y sin conocer. Gestos entre europeos y refugiados que muestran que al final, más allá de las diferencias sigue estando la generosidad. Ese niño sirio, que lo ha perdido todo en una guerra que divide a su país y que ha provocado que como él, 4 millones de personas hayan tenido que huir del país y buscar un nuevo lugar en el que asentarse. No tiene nada… y sin embargo, lo primero que hace es intentar compartir una galleta con un policía húngaro.
Un niño sirio le ofrece una galleta a un policía húngaro (@carloangerer)Un niño sirio le ofrece una galleta a un policía húngaro (@carloangerer)

O ese chico en muletas, en un vídeo fantástico hecho por The Guardian , que no duda en hacer un recorrido de decenas de kilómetros a pie para alcanzar Alemania. O esos compañeros que van con él y que pese al cansancio del viaje y a las dificultades superadas deciden llevarle a cuestas para hacerle más liviano el viaje.

O ese hombre húngaro que admite que él nunca ha ayudado en este tipo de situaciones, pero que esta crisis le ha impactado tanto que siente que tiene que estar presente. O esa multitud que aplaude a los refugiados cuando llegan a la estación de tren de Munich.

Un niño sirio a su llegada a Alemania.Un niño sirio a su llegada a Alemania.

Porque también hay otra realidad que tiene que ser contada. Porque antes que refugiados son personas que se lo merecen. Hoy no hablamos de cifras, hoy hablamos de sonrisas.

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