La policía de México se incauta de una tonelada de cocaína negra
La droga, coloreada para confundirla con otra sustancia y sin olor para evitar a los perros policía, llegó al aeropuerto vía Colombia
Pablo de Llano
México, EL País
En la industria del narcotráfico, una de las ramas técnicas más preciadas es el camuflaje de las sustancias. Los cocineros de los carteles son una unidad química en continua experimentación para descubrir formas imprevistas de disfrazar el material de sus patrones. Una fórmula es colorear de negro la cocaína –quitándole su blancura–, modificarle la textura y anular su olor a acetona para que los perros policía no la olfateen. Este jueves un potente cargamento de una tonelada de coca negra llegó al aeropuerto de México DF. Millones de dólares emboscados. La policía lo descubrió.
Venía de Bogotá, Colombia, uno de los principales países productores de cocaína en Sudamérica y el mayor laboratorio histórico en la modificación de su aspecto. El envío llegó a la aduana en 40 sacos de 25 kilos etiquetados como "óxido de zinc". El producto no fue reclamado por nadie. Agentes de la Policía Federal y de la Procuraduría General de la República abrieron los costales, le hicieron pruebas químicas a la sustancia negruzca y desenmascararon el truco: positivo en clorhidrato de cocaína y cocaína base, más un componente inorgánico por determinar.
La cocaína negra suele tener un aspecto parecido al caucho. Para elaborarla se usan sulfatos o cloruros ferrosos, sales minerales y otros elementos que le dan el color oscuro y le quitan el olor. Por lo general resulta complicado detectar las trazas del alcaloide con pruebas químicas, y gracias a la consistencia que se consigue, gomosa, se puede disponer por ejemplo en láminas compactas indistinguibles de los fondos de las maletas, aunque en el caso de este cargamento venía simulando una materia prima. Cuando la coca negra llega a su destino, los cocineros se ponen otra vez manos a la obra para devolverle su color blanco y sacarla al mercado con el lustre de la nieve recién caída.
El valor del tráfico internacional de cocaína ha sido estimado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen en unos 70.000 millones de dólares. En la última década se supone que el poder de este negocio ha ido disminuyendo, dado que en Estados Unidos, principal mercado de la coca, su consumo ha bajado alrededor de un 50%. La gran puerta de entrada de la cocaína a Norteamérica es México, cuyos carteles, en especial el de Sinaloa, controlan la importación de la sustancia, producida en Sudamérica, por tierra a través de Centroamérica, por los puertos mexicanos, sobre todo los de la costa Pacífico, o también por los aeropuertos, aprovechando fisuras de corrupción aduanera.
Pablo de Llano
México, EL País
En la industria del narcotráfico, una de las ramas técnicas más preciadas es el camuflaje de las sustancias. Los cocineros de los carteles son una unidad química en continua experimentación para descubrir formas imprevistas de disfrazar el material de sus patrones. Una fórmula es colorear de negro la cocaína –quitándole su blancura–, modificarle la textura y anular su olor a acetona para que los perros policía no la olfateen. Este jueves un potente cargamento de una tonelada de coca negra llegó al aeropuerto de México DF. Millones de dólares emboscados. La policía lo descubrió.
Venía de Bogotá, Colombia, uno de los principales países productores de cocaína en Sudamérica y el mayor laboratorio histórico en la modificación de su aspecto. El envío llegó a la aduana en 40 sacos de 25 kilos etiquetados como "óxido de zinc". El producto no fue reclamado por nadie. Agentes de la Policía Federal y de la Procuraduría General de la República abrieron los costales, le hicieron pruebas químicas a la sustancia negruzca y desenmascararon el truco: positivo en clorhidrato de cocaína y cocaína base, más un componente inorgánico por determinar.
La cocaína negra suele tener un aspecto parecido al caucho. Para elaborarla se usan sulfatos o cloruros ferrosos, sales minerales y otros elementos que le dan el color oscuro y le quitan el olor. Por lo general resulta complicado detectar las trazas del alcaloide con pruebas químicas, y gracias a la consistencia que se consigue, gomosa, se puede disponer por ejemplo en láminas compactas indistinguibles de los fondos de las maletas, aunque en el caso de este cargamento venía simulando una materia prima. Cuando la coca negra llega a su destino, los cocineros se ponen otra vez manos a la obra para devolverle su color blanco y sacarla al mercado con el lustre de la nieve recién caída.
El valor del tráfico internacional de cocaína ha sido estimado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen en unos 70.000 millones de dólares. En la última década se supone que el poder de este negocio ha ido disminuyendo, dado que en Estados Unidos, principal mercado de la coca, su consumo ha bajado alrededor de un 50%. La gran puerta de entrada de la cocaína a Norteamérica es México, cuyos carteles, en especial el de Sinaloa, controlan la importación de la sustancia, producida en Sudamérica, por tierra a través de Centroamérica, por los puertos mexicanos, sobre todo los de la costa Pacífico, o también por los aeropuertos, aprovechando fisuras de corrupción aduanera.