La masiva oleada de refugiados en las islas griegas desata choques policiales

Los solicitantes de asilo han denunciado ataques racistas de grupos neonazis en Kos
En Lesbos la saturación ha causado roces con los habitantes y cargas policiales

Andrés Mourenza
Isla de Kos, El País
La oleada de refugiados que arriban en las últimas semanas a las islas griegas, las más cercanas a la costa turca, ha desembocado en algunos incidentes, especialmente en Kos y Lesbos. En la primera, los solicitantes de asilo han denunciado ataques racistas de grupos neonazis, que podrían estar relacionados con Aurora Dorada, según fuentes locales. En Lesbos, la saturación ha causado roces con los habitantes y cargas policiales.


Las pequeñas islas del Dodecaneso, acostumbradas a vivir del turismo de veraneo, apenas pueden hacer frente a la oleada de refugiados e inmigrantes llegados en los últimos meses. La tensión es creciente en la zona y los enfrentamientos entre los refugiados, por un lado, y la policía y la población por otro se suceden cada vez con más frecuencia.

En Kos cientos de tiendas de campaña tipo iglú han surgido como hongos a lo largo del paseo marítimo, junto a las murallas del castillo, en parques, jardines, aceras y hasta en la entrada de algunos edificios públicos. En ellas, se apretujan familias y familias de sirios, iraquíes, iraníes, afganos, que han huido de sus países. El agrio e intenso olor a humanidad y suciedad es en ocasiones insoportable –el Ayuntamiento ha ordenado cerrar los excusados públicos- y los llantos de los más pequeños, una constante. Los roces con la población local –en un país duramente castigado por la crisis económica- no podían sino comenzar a aparecer.

“Hay una mezcla de sentimientos. Por supuesto muchos sentimos pena por esta pobre gente, pero también hay quien los odia. Y, por ejemplo, a nuestro local nos afecta mucho: hemos perdido muchísimos clientes y han despedido a ocho de los diez camareros que éramos”, explica la cajera de un restaurante junto a la sede de la Policía, a cuyas puertas se agolpan cientos de sirios esperando noticias. Todos los migrantes quieren salir cuanto antes de Kos, para proseguir su viaje hacia el norte de Europa, pero necesitan que la Policía les otorgue un documento que acredite su condición de refugiado. Y los agentes se ven sobrepasados por tamaño número de peticiones: así que hay quienes esperan desde hace tres, días, otros ocho, otros quince. “Esto es un caos, un día dicen que harán una cosa, y al día siguiente hacen la contraria”, se queja Mustafá un joven ingeniero mecánico sirio.

La noche del pasado jueves, los refugiados organizaron una protesta ante la comisaría de Kos para quejarse de la lentitud de los trámites burocráticos. Testigos consultados por El País aseguran que fue una acción pacífica, aunque los policías dicen que recibieron varias pedradas –en un vídeo grabado por un refugiado sirio se ve a una persona lanzar una botella de plástico vacía- y que los manifestantes dañaron levemente un coche. Los ánimos estaban tensos y los agentes antidisturbios lanzaron gas pimienta, uno de cuyos botes alcanzó a un niño en la cabeza, según otro de los testigos. Entonces, cuando la situación se había calmado, y los refugiados volvían a congregarse en el jardín de la comisaría, para esperar como cada noche sus papeles, hizo acto de presencia otro grupo. “Era gente con aspecto de mafioso”, señala Naeel, un refugiado sirio que estuvo presente ese día. “Aparecieron montados en motos, iban vestidos de calle, como personas normales”, apunta otro refugiado sirio entrevistado por este diario.

“Eran griegos, unas 25 personas, e iban armados con bates y puños de hierro. Gritaban: ‘Volved a vuestros países’ y ‘Kos será vuestra tumba’”, relata a El País una testigo presencial griega que pide ocultar su nombre por miedo a represalias. Estos “matones” –como los define Amnistía Internacional en un texto en el que denuncia los hechos- se dirigieron primero hacia un grupo de activistas de varias organizaciones de ayuda a los refugiados, a los que gritaron lindezas como “Vamos a por vosotros”, “Habéis traicionado a vuestro país” o, dado que muchos de estos activistas locales son mujeres: “Os violaremos hasta la muerte”.

Luego, sin que la policía interviniera para impedirlo, se lanzaron a por los refugiados, a los que durante varios minutos atizaron con sus palos, incluidos a los niños. Una siria hubo de ser hospitalizada con varias heridas en el vientre. “Estaban locos, pegaban incluso a mujeres con sus bebés”, narra Abdulá, un sirio de 17 años al que fracturaron el dedo de una mano. Pese a que finalmente los antidisturbios intervinieron para dispersar a la multitud, parte del grupo de atacantes continuó persiguiendo a extranjeros por las calles durante dos horas más.

“No el primer ataque racista que se produce en Kos, pero sí el más organizado hasta ahora”, subraya Eliza Goroya, responsable de campañas de Amnistía Internacional para Grecia y Chipre. Los griegos que presenciaron los hechos arguyen que los atacantes están relacionados con el partido neonazi Aurora Dorada –con 17 escaños en el Parlamento y cuyos militantes han perpetrado decenas de asalto de este estilo en los últimos años- y afirman que algunos de los “matones” profirieron consignas a favor de dicha formación ultra. No en vano, el pasado fin de semana, tres dirigentes del partido –Ilias Kasidiaris, Ilias Panayótaros y Nikos Mijos- visitaron Kos e instaron a la población a organizarse ante los refugiados y se mostraron convencidos de que sus votos aumentarán en las elecciones del próximo 20 de septiembre por el hartazgo de la población del Dodecaneso ante la oleada migratoria.

Por otro lado, durante la noche del sábado se registraron al menos cuatro heridos en los disturbios en la isla de Lesbos. Los incidentes se produjeron cuando la policía reprimió a un grupo de 500 afganos que intentaba entrar en el barco puesto a disposición por las autoridades helenas para transportar a 2.500 refugiados -en su mayoría sirios- desde dicha isla hasta el puerto de El Pireo, en la Grecia continental. Según el portal de noticias griego In.gr, el clima es "explosivo" en la isla de Lesbos, donde unos 20.000 refugiados habitan a la intemperie y se han producido roces entre migrantes de diferentes nacionalidades y con la población local. En la isla de Kos, éste periodista recogió testimonios de iraníes y afganos que se quejaban del trato de favor a los refugiados sirios, con los que las relaciones son tensas.

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