Hospitales porteños casi sin porteños
Solo 16% de los habitantes de Buenos Aires se atiende con frecuencia en centros públicos
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
El 84% de los 2,7 millones de habitantes de la ciudad autónoma de Buenos Aires no suele atenderse en los hospitales públicos. Quizá vaya si sufre un accidente callejero y la ambulancia lo deriva a ellos. Unos no los pisan porque contratan un seguro médico. Otros, porque trabajan en la economía formal y el sistema sanitario de Argentina establece que sus contribuciones vayan a obras sociales de los sindicatos.
Los centros estatales se financian con impuestos. En la capital argentina asisten a ese 16% de ciudadanos que carecen de cobertura privada o sindical, que son los más pobres, pero también a los que llegan de la periferia (Gran Buenos Aires), de provincias lejanas del país e incluso de otras naciones sudamericanas. La atención de los hospitales públicos de Argentina es gratuita para todos, incluso para los extranjeros que residen fuera del país.
La baja concurrencia de los porteños a sus hospitales quizá explique por qué la calidad de su servicio esté lejos de centrar el debate público. “El Gobierno de la ciudad (opositor) sabe que el hospital público no importa en el voto y es caro de mantener”, se queja el diputado Martín Lousteau, también opositor. “Los que van al hospital sufren una gran desigualdad en la calidad de la atención. Es el lugar donde se forman los médicos, pero está perdiéndose esta buena escuela porque les pagan poco y hay violencia. Es el lugar donde te llevan si tuviste un accidente, pero, aunque tengas la mejor (cobertura) ‘prepaga’, el hospital no te cobra. Podríamos tener un mejor hospital si les cobraran a las ‘prepagas’ y obras sociales por cada servicio. Antes se hacía, pero desde hace mucho tiempo ya no, por desidia. Así es que se cae el hospital y el que tiene opción prefiere no atenderse ahí”, relata Lousteau.
EL PAÍS consultó al ayuntamiento de Buenos Aires, que se limitó a informar que sus 34 hospitales atienden tres millones de consultas anuales de porteños y seis millones de otro orígen. Está claro que si tantos pacientes se trasladan desde el Gran Buenos Aires, las provincias u otros países a la capital es porque los hospitales de sus pagos ofrecen un servicio de menor calidad o de pago, en el caso de ciertos países vecinos.
Bastan 20 minutos en la guardia del hospital Piñero de Buenos Aires para ver cómo funciona. A las 19.31 del pasado lunes una mujer se acerca a la ventilla enrejada detrás de la que atiende una secretaria para pedir asistencia psiquiátrica para su hija de 40 años. “Se me va”, reclama, pero en la ventanilla hay un cartel escrito a mano que dice: “Guardia sin psiquiatría”. Un ‘sin techo’ duerme en el pasillo. Dos minutos después aparece un hijo con su madre de 57 años: “Está con convulsiones, fuimos al (hospital) Argerich, pero no la atendían”. “Tendrá que esperar como cualquier otro paciente”, responde la secretaria. A las 19.42 la atienden. La madre de una niña se queja de que el traumatólogo se demora en llamarla: “Estas (por las secretarias) te forrean (maltratan) porque están detrás de una reja. Una vez le rompieron el vidrio. Te dicen que los médicos están haciendo cirugía y están rascándose los huevos”. A las 19.52 le suena el móvil con tono de cumbia.
En un pabellón de internaciones, Nahuel, de 24 años, elogia a los médicos, pero se queja porque desde hace más de un mes espera el clavo que le cure una fractura del húmero. Es porteño y lleva dos años en paro. Ha compartido habitación con bolivianos y paraguayos que vienen a atenderse: “Está todo bien. Yo haría lo mismo”. Al diputado Lousteau le parece que deberían cobrarles. En el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se enorgullecen de que Argentina atienda gratis un millón de consultas anuales de no residentes.
Alex Velásquez, becario de enfermería en el Piñero, ha escuchado comentarios xenófobos de pacientes argentinos: “'¿Cómo van a atender a estos extranjeros de mierda que viven en la ‘villa’ (barrio de chabolas) y no pagan impuestos?', dijo uno. Se ven cientos de bolivianos, paraguayos, peruanos y algunos brasileños que vienen por cirugías oculares o de apéndice, o por cáncer”. Velásquez también hizo prácticas en una clínica privada y advierte las carencias del Piñero: “En el pabellón de traumatología no hay calefacción y las paredes están llenas de humedad. A veces los ascensores no andan. En los consultorios la atención de los empleados administrativos y médicos es prepotente. No hay suficientes sábanas ni guantes ni personal”. Pero peor están los hospitales en otros pagos.
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
El 84% de los 2,7 millones de habitantes de la ciudad autónoma de Buenos Aires no suele atenderse en los hospitales públicos. Quizá vaya si sufre un accidente callejero y la ambulancia lo deriva a ellos. Unos no los pisan porque contratan un seguro médico. Otros, porque trabajan en la economía formal y el sistema sanitario de Argentina establece que sus contribuciones vayan a obras sociales de los sindicatos.
Los centros estatales se financian con impuestos. En la capital argentina asisten a ese 16% de ciudadanos que carecen de cobertura privada o sindical, que son los más pobres, pero también a los que llegan de la periferia (Gran Buenos Aires), de provincias lejanas del país e incluso de otras naciones sudamericanas. La atención de los hospitales públicos de Argentina es gratuita para todos, incluso para los extranjeros que residen fuera del país.
La baja concurrencia de los porteños a sus hospitales quizá explique por qué la calidad de su servicio esté lejos de centrar el debate público. “El Gobierno de la ciudad (opositor) sabe que el hospital público no importa en el voto y es caro de mantener”, se queja el diputado Martín Lousteau, también opositor. “Los que van al hospital sufren una gran desigualdad en la calidad de la atención. Es el lugar donde se forman los médicos, pero está perdiéndose esta buena escuela porque les pagan poco y hay violencia. Es el lugar donde te llevan si tuviste un accidente, pero, aunque tengas la mejor (cobertura) ‘prepaga’, el hospital no te cobra. Podríamos tener un mejor hospital si les cobraran a las ‘prepagas’ y obras sociales por cada servicio. Antes se hacía, pero desde hace mucho tiempo ya no, por desidia. Así es que se cae el hospital y el que tiene opción prefiere no atenderse ahí”, relata Lousteau.
EL PAÍS consultó al ayuntamiento de Buenos Aires, que se limitó a informar que sus 34 hospitales atienden tres millones de consultas anuales de porteños y seis millones de otro orígen. Está claro que si tantos pacientes se trasladan desde el Gran Buenos Aires, las provincias u otros países a la capital es porque los hospitales de sus pagos ofrecen un servicio de menor calidad o de pago, en el caso de ciertos países vecinos.
Bastan 20 minutos en la guardia del hospital Piñero de Buenos Aires para ver cómo funciona. A las 19.31 del pasado lunes una mujer se acerca a la ventilla enrejada detrás de la que atiende una secretaria para pedir asistencia psiquiátrica para su hija de 40 años. “Se me va”, reclama, pero en la ventanilla hay un cartel escrito a mano que dice: “Guardia sin psiquiatría”. Un ‘sin techo’ duerme en el pasillo. Dos minutos después aparece un hijo con su madre de 57 años: “Está con convulsiones, fuimos al (hospital) Argerich, pero no la atendían”. “Tendrá que esperar como cualquier otro paciente”, responde la secretaria. A las 19.42 la atienden. La madre de una niña se queja de que el traumatólogo se demora en llamarla: “Estas (por las secretarias) te forrean (maltratan) porque están detrás de una reja. Una vez le rompieron el vidrio. Te dicen que los médicos están haciendo cirugía y están rascándose los huevos”. A las 19.52 le suena el móvil con tono de cumbia.
En un pabellón de internaciones, Nahuel, de 24 años, elogia a los médicos, pero se queja porque desde hace más de un mes espera el clavo que le cure una fractura del húmero. Es porteño y lleva dos años en paro. Ha compartido habitación con bolivianos y paraguayos que vienen a atenderse: “Está todo bien. Yo haría lo mismo”. Al diputado Lousteau le parece que deberían cobrarles. En el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se enorgullecen de que Argentina atienda gratis un millón de consultas anuales de no residentes.
Alex Velásquez, becario de enfermería en el Piñero, ha escuchado comentarios xenófobos de pacientes argentinos: “'¿Cómo van a atender a estos extranjeros de mierda que viven en la ‘villa’ (barrio de chabolas) y no pagan impuestos?', dijo uno. Se ven cientos de bolivianos, paraguayos, peruanos y algunos brasileños que vienen por cirugías oculares o de apéndice, o por cáncer”. Velásquez también hizo prácticas en una clínica privada y advierte las carencias del Piñero: “En el pabellón de traumatología no hay calefacción y las paredes están llenas de humedad. A veces los ascensores no andan. En los consultorios la atención de los empleados administrativos y médicos es prepotente. No hay suficientes sábanas ni guantes ni personal”. Pero peor están los hospitales en otros pagos.