Hart y Agüero dan tres sufridos puntos al City en Alemania
Agüero se vistió de salvador del City y logró dar a su equipo una victoria en Alemania de la que por momentos estuvo muy lejos, tanto como del buen juego que por potencial de sus jugadores se le debe exigir a este conjunto. El City ha perdido el control de los partidos, algo que aunque sólo fuera por momento de forma sí tenía al principio de temporada. Ahora vuelve a ser un equipo de pegada, con poca miga en el centro del campo y excesiva dependencia de los delanteros. Sin otro plan. Sin ninguna solución más que esa.
Le da vueltas Pellegrini a la fórmula con la que dominar, con la que ser autoritario por fin en Europa, pero una y otra vez vuelve a lo de siempre, un centro del campo sin calidad para llevar el juego, un elenco de futbolistas creativos alrededor que desequilibran demasiado en defensa y un plan que consiste en la pegada, algo que no siempre se tiene. Especialmente singular es la figura en todo esto de Yayá Touré. Pasan los años por el marfileño y lejos de mejorarle tácticamente le limitan. A la hora de construir ralentiza, en las transiciones sufre, y sólo parece disfrutar liberado de toda carga defensiva, como si jugar en la Premier o en la Champions fuera hacerlo en el jardín de casa con sus hijos. Ese no es el fútbol de élite. No al menos el actual.
El City lo tenía todo para hacer un partido de personalidad, pero tuvo que recurrir nuevamente a la inspiración del Kun. Enfrente estaba un Gladbach que ha perdido las garras que le llevaron a hacer una gran temporada pasada, especialmente las de Kramer en mediocampo y las de Kruse arriba. Los alemanes están acostumbrados a los partidos de ida y vuelta, aquellos que en Alemania siempre premian al más fuerte. El Kun pudo marcar al poco de comenzar y en otra cabalgada posterior, pero resumir todo un primer tiempo en dos salidas en velocidad teniendo a Sterling, Silva y De Bruyne en la mediapunta es verdaderamente poco. Además, el City fue preocupantemente desbordado en cada contragolpe, incapaces los de Pellegrini de controlar el choque y envueltos en un correcalles peligroso para sus intereses.
Lo mejor estuvo en Hart, sin embargo. El portero recuperó su lugar en el once tras el fiasco de Caballero en White Hart Lane y pronto se erigió en un muro con el que el Gladbach se fue estrellando una y otra vez. El guardameta inglés detuvo dos manos a mano a jugadores germanos e incluso un penalti a Raffael provocado por él mismo ante Otamendi, desconocido como toda la defensa del City ante un ataque alocado pero sin orden. Al City le fallaban las piernas y también las ideas, si es que las tenía.
Pellegrini metió a Fernando por Touré con la intención de evitar más fracturas, aunque el experimento se le torció al poco. Un pase a la espalda de Kolarov, otro de los paraísos de cualquier rival del City, lo aprovechó Korb para colocar la pelota al área, donde la esperaba Stindl para rematar. El gol castigó a un conjunto incapaz de poner orden, ni con el balón ni sin él, pese a la cantidad de jugadores de renombre que siempre junta en torno a él. Silva, que volvía de lesión, no estuvo bien y Pellegrini lo intentó con Navas por él y De Bruyne más centrado. Resultó, al menos en cuanto al resultado. El empate, pese a ello, llegó en un córner que tras dos rebotes, un gol fantasma de Demichelis y un remate de Otamendi desde fuera del área acabó en la portería de Sommer. La fragilidad defensiva alemana quedó patente en todo su esplendor.
En verdad el empate demostró que el Gladbach flaqueaba más de lo que el City empujaba. El partido se hizo largo para el conjunto local y los últimos minutos se tiñeron irremediablemente del azul celeste de los citizen. Agüero rozó el tanto en dos ocasiones, como también Fernandinho desde fuera del área. Ya no había salidas al contragolpe alemanas ni síntomas de peligro en la portería de Hart, lo que definitivamente animó a los de Pellegrini. De Bruyne creció como enganche y Sterling tuvo el 1-2 en sus botas. Pero si en alguien hay que confiar tratándose del City es de Agüero, siempre Agüero, eterno Agüero. El argentino provocó el penalti que él mismo transformó y con ello su equipo se llevó tres puntos que por momentos vio peligrar. Entre la difuminación del Gladbach y la calidad del Kun se resolvió un choque que no alimenta demasiado la esperanza del City, sino más bien refuerza las miserias del Gladbach. Sobre todo con Hart y Agüero enfrente como esta vez.