Grecia alerta de que sus islas están “al borde de la explosión”

Atenas calcula que en la isla de Lesbos, de 85.000 habitantes, podría haber hasta 17.000 refugiados

Andrés Mourenza
Isla de Kos, El País
Pese al incremento de los controles de seguridad en la costa turca, los migrantes y refugiados siguen llegando cada día a las islas griegas. Se calcula que en la isla de Lesbos, de 85.000 habitantes, podría haber hasta 17.000, pese a que ayer casi 3.000 salieron en dos transbordadores hacia la Grecia continental; en Kos, de 33.000 vecinos, quedan aún unos 6.000, e incluso en la pequeña isla de Leros, de 8.000 residentes, hay 2.000. “La situación está realmente al borde de la explosión”, aseguró el ministro griego para Política Migratoria, Yannis Muzalas.


El ministro Muzalas se refería a Lesbos, donde en los últimos días se han producido choques entre inmigrantes de diversa nacionalidad y ataques racistas por parte de la población local. De hecho, este mismo lunes, simpatizantes del partido neonazi Aurora Dorada trataron de reventar una manifestación de refugiados que exigía que se acelere el proceso de registro y se les otorgue el permiso para salir de la isla y proseguir su ruta, aunque finalmente otros residentes y la policía intervinieron para evitar altercados.

Las fuerzas de seguridad y las autoridades locales están desbordadas por el problema migratorio, por lo que el Gobierno de transición que dirige Grecia hasta las elecciones del próximo 20 de septiembre ha movilizado al Ejército para que preste ayuda a las islas y anunció que, durante los próximos días, enviará varios ferries a Lesbos para trasladar a unos 10.000 refugiados al continente.

Los 33 millones de euros de ayuda prometidos el viernes por la Comisión Europea para que el país mediterráneo —sumido en una profunda recesión— haga frente a la crisis económica no serán suficientes, según Atenas, que además ha pedido poner en marcha el mecanismo de protección civil de la UE, para que equipos de especialistas en gestión de emergencias acudan con ayuda a las islas griegas y colaboren con las autoridades helenas.

El ministro griego para Política Migratoria anunció también el establecimiento de “centros de recepción y registro” y convertirá varios buques en albergues temporales para que los refugiados de Lesbos y de varias islas más no duerman a la intemperie como hasta ahora. Sin embargo, las autoridades locales de otros lugares, por ejemplo de Kos, se oponen a la construcción de estos centros —que permitirían a los refugiados vivir en condiciones más decentes— por miedo a un efecto llamada.

En la isla de Kos “hay una combinación de un sistema de registro muy lento e ineficiente, que sólo en los últimos días está mejorando, con una falta total de acomodación y de servicios debido a que las autoridades locales no han aceptado nuestras reiteradas ofertas de apoyo”, denuncia Roberto Mignone, coordinador de emergencias del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

“Pedimos que se nos otorgue un terreno en el interior de la isla para establecer un centro de recepción, y de hecho hemos ordenado las casas prefabricadas, que están ya de camino, pero el Ayuntamiento se niega a autorizarnos siquiera un metro cuadrado, pese a que el Gobierno central griego ya ha aceptado nuestra oferta”.

Mignone advierte de que no mejorar las condiciones en que viven los refugiados en Kos podría llevar a problemas como los sufridos en Lesbos en los últimos días: “Es una situación delicada e incluso peligrosa. Además de que los refugiados viven en condiciones indignas, podría haber enfrentamientos entre refugiados de diferentes nacionalidades o con la policía”.

Son en torno a las cinco de la madrugada en la isla de Kos cuando las luces de un buque de la Guarda Costera helena comienzan a moverse con rapidez en medio de la oscuridad hacia un punto situado en la estrecha franja de mar entre Turquía y Grecia. Los guardacostas turcos también se dirigen al mismo lugar. Al encender sus potentes faros, ambos buques descubren dos botes hinchables ocupados por refugiados. Tras un rato en que ambos barcos dan vueltas en torno a ambas pateras, en lo que —desde las playas de Kos— parece una discusión sobre en las aguas territoriales de qué país se encuentran, los griegos cargan a los ocupantes del bote y se los llevan al puerto de Kos. Lo han logrado, han llegado a Europa.

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