El Papa pide a los hispanos de EE UU que no se avergüencen de sus raíces

Francisco aprovechó su presencia en el Independence Hall de Filadelfia para dirigir un mensaje la gran población hispana

Pablo Ordaz
Filadelfia, El País
En las vísperas del adiós, el Papa cerró el círculo que abrió el jueves en Washington cuando intercedió por los inmigrantes en el Congreso. Si a congresistas y senadores les recordó que también ellos o sus antepasados llegaron de fuera y que, por eso, deben ponerse en la piel de los inmigrantes, Francisco aprovechó su presencia en el Independence Hall de Filadelfia —donde nacieron los EE UU— para dirigir un mensaje directo, casi subversivo, a la gran población hispana: “No olviden que, al igual que los que llegaron antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. ¡No se avergüencen nunca de sus tradiciones!”.


Hay una canción de Los tigres del Norte que emociona igual a un lado y al otro del Río Grande. Se llama Somos más americanos y habla de la nostalgia de una tierra perdida —“yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó”—, del orgullo de sentirse americano —“indios de dos continentes mezclados con español”— y de un futuro común y en paz: “No vengo a darles guerra, soy hombre trabajador”. A todos esos millones de hispanos —los que tienen los papeles en regla y los que no, los que ya han llegado y los que están en camino—, el papa Francisco les pidió que no se olviden jamás de donde vinieron.

“Muchos de ustedes”, les habló Francisco, “han emigrado a este país con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar. Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. No se avergüencen nunca de sus tradiciones”. Bergoglio les pidió que no olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que, lejos de ser una amenaza para Estados Unidos, puede convertirse en una riqueza añadida.

“Repito”, insistió el Papa, “no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes. También están llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven. Pienso, en particular, en la vibrante fe que muchos de ustedes poseen, en el profundo sentido de la vida familiar y los demás valores que han heredado. Al contribuir con sus dones, no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro”.

Apoyo a los inmigrantes

Durante toda la visita a Estados Unidos —Washington, Nueva York y ahora Filadelfia—, el papa Francisco mantuvo en alto las reivindicaciones de los inmigrantes. Intercedió por ellos ante el presidente de EE UU, Barack Obama, ante el Congreso, ante la Asamblea Nacional de Estados Unidos y también ante Iglesia de Estados Unidos, a la que le encargó seguir cuidando de ellos. Un apoyo que, al igual que con respecto al cambio climático o el acuerdo nuclear con Irán, supone un espaldarazo a la política de Barack Obama en su disputa con los republicanos.

El Papa también aprovechó su presencia en Filadelfia, donde se celebra el VIII Encuentro Mundial de las Familias, para resaltar el creciente papel de los laicos en la Iglesia y pedir una vez más —aunque también una vez más sin medidas concretas— una mayor presencia de la mujer. Aunque ni figura dentro de la agenda ni se informará hasta que se produzca, se da por seguro que, antes de concluir esta tarde su visita a Estados Unidos, Francisco se reúna en privado con algunas víctimas de abusos.

Aunque Benedicto XVI ya quebró con su mensaje de tolerancia cero una historia marcada por el encubrimiento de los pederastas y Francisco fuese más allá al pedir perdón públicamente por los crímenes cometidos, aún tendrán que pasar muchos años antes de que la Iglesia norteamericana pueda lavar la página más terrible de su historia.

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