El Papa fue durísimo contra el aborto cuando era líder de la Iglesia argentina
Bergoglio se oponía incluso a la interrupción del embarazo por violación
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Cada vez que el Papa sorprende al mundo con una decisión polémica en temas sensibles como aborto y homosexualidad, en Argentina miles de personas se quedan aún más asombradas. Son todas las que lucharon a favor de la despenalización del aborto o la legalización del matrimonio homosexual y se encontraron enfrente a un durísimo Jorge Bergoglio, cuando era el líder de los obispos argentinos. Su imagen entonces era la de un hombre muy conservador, y su influencia provocó que Argentina tenga aún una ley del aborto muy restrictiva –solo en caso de violación o peligro para la vida de la madre- que además se aplica de manera aún más limitada en muchas provincias por la presión de la iglesia argentina y su entorno.
En este país hay unos 500.000 abortos al año y la mayoría son clandestinos, lo que según diversos estudios no oficiales –no hay datos públicos- provoca un centenar de muertas anuales. Por eso ahora descoloca en su país de origen el giro del Papa, que algunos creen solo cosmético para mejorar la imagen de la Iglesia.
La última muestra del activismo antiabortista de Bergoglio es reciente. El 12 de septiembre de 2012, seis meses antes de ser elegido Papa, el entonces arzobispo de Buenos Aires se opuso con firmeza a una sentencia de la Corte Suprema argentina que, basándose en el caso de una niña de 15 años violada por su padrastro, determinó que los abortos por violación no son punibles. “Las leyes configuran la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una 'cultura de la muerte”, se indignó Bergoglio después de criticar al Tribunal por haber "excedido sus competencias exhortando a aprobar protocolos”, en un enfrentamiento directo con los jueces.
La presión fue tan fuerte que Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires y hoy candidato presidencial, un hombre conservador cercano a la iglesia, vetó una ley que desarrollaba para la capital argentina el espíritu de esa sentencia de la Corte Suprema. En este asunto el Papa contó también con el apoyo de Cristina Fernández de Kirchner que, al contrario que su marido, Néstor, es muy católica y ferviente antiabortista.
“El discurso actual del Papa es un avance pero sería importante que pidiera a jerarquía de la iglesia argentina que flexibilice su posición, porque son responsables de que en Argentina el aborto clandestino sea la principal causa de muerte materna”, asegura Silvia Juliá, directora de la asociación Católicas por el Derecho a Decidir. “Llevamos 20 años trabajando dentro de la iglesia para cambiar la posición, para que entiendan que estas mujeres, la mayoría católicas que quieren seguir siéndolo, deben ser ayudadas. Ellas encuentran comprensión en muchos sacerdotes de las villas y los barrios pero no en la jerarquía, que antes con Bergoglio y ahora con otros se opone radicalmente incluso en casos de violación. Hoy por suerte el Papa ha aprendido que es líder mundial y tiene que tener una mirada más amplia, que se lo diga a los obispos de aquí”, insiste.
Más dura incluso es Andrea D’ Atri, fundadora de Pan y Rosas, un movimiento a favor de los derechos de las mujeres con presencia en varios países. “Bergoglio era en Argentina un gran referente del conservadurismo. Ahora por ejemplo ha logrado, en un pacto con el Gobierno, que el Código Civil recién aprobado incluya la idea de la vida desde la concepción, lo que dificultará futuras legislaciones sobre el aborto. Por culpa de la presión de la Iglesia argentina hay mucha confusión y varias provincias se niegan a aplicar la sentencia de la Corte Suprema. Es un cambio solo discursivo y demagógico, sería mucho más importante que cambiara realmente la posición de la iglesia argentina en muchas provincias”, sentencia. Las diferencias entre el argentino Bergoglio y el universal Francisco son así más que evidentes para quienes conocieron su trayectoria como pastor en su país.
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Cada vez que el Papa sorprende al mundo con una decisión polémica en temas sensibles como aborto y homosexualidad, en Argentina miles de personas se quedan aún más asombradas. Son todas las que lucharon a favor de la despenalización del aborto o la legalización del matrimonio homosexual y se encontraron enfrente a un durísimo Jorge Bergoglio, cuando era el líder de los obispos argentinos. Su imagen entonces era la de un hombre muy conservador, y su influencia provocó que Argentina tenga aún una ley del aborto muy restrictiva –solo en caso de violación o peligro para la vida de la madre- que además se aplica de manera aún más limitada en muchas provincias por la presión de la iglesia argentina y su entorno.
En este país hay unos 500.000 abortos al año y la mayoría son clandestinos, lo que según diversos estudios no oficiales –no hay datos públicos- provoca un centenar de muertas anuales. Por eso ahora descoloca en su país de origen el giro del Papa, que algunos creen solo cosmético para mejorar la imagen de la Iglesia.
La última muestra del activismo antiabortista de Bergoglio es reciente. El 12 de septiembre de 2012, seis meses antes de ser elegido Papa, el entonces arzobispo de Buenos Aires se opuso con firmeza a una sentencia de la Corte Suprema argentina que, basándose en el caso de una niña de 15 años violada por su padrastro, determinó que los abortos por violación no son punibles. “Las leyes configuran la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una 'cultura de la muerte”, se indignó Bergoglio después de criticar al Tribunal por haber "excedido sus competencias exhortando a aprobar protocolos”, en un enfrentamiento directo con los jueces.
La presión fue tan fuerte que Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires y hoy candidato presidencial, un hombre conservador cercano a la iglesia, vetó una ley que desarrollaba para la capital argentina el espíritu de esa sentencia de la Corte Suprema. En este asunto el Papa contó también con el apoyo de Cristina Fernández de Kirchner que, al contrario que su marido, Néstor, es muy católica y ferviente antiabortista.
“El discurso actual del Papa es un avance pero sería importante que pidiera a jerarquía de la iglesia argentina que flexibilice su posición, porque son responsables de que en Argentina el aborto clandestino sea la principal causa de muerte materna”, asegura Silvia Juliá, directora de la asociación Católicas por el Derecho a Decidir. “Llevamos 20 años trabajando dentro de la iglesia para cambiar la posición, para que entiendan que estas mujeres, la mayoría católicas que quieren seguir siéndolo, deben ser ayudadas. Ellas encuentran comprensión en muchos sacerdotes de las villas y los barrios pero no en la jerarquía, que antes con Bergoglio y ahora con otros se opone radicalmente incluso en casos de violación. Hoy por suerte el Papa ha aprendido que es líder mundial y tiene que tener una mirada más amplia, que se lo diga a los obispos de aquí”, insiste.
Más dura incluso es Andrea D’ Atri, fundadora de Pan y Rosas, un movimiento a favor de los derechos de las mujeres con presencia en varios países. “Bergoglio era en Argentina un gran referente del conservadurismo. Ahora por ejemplo ha logrado, en un pacto con el Gobierno, que el Código Civil recién aprobado incluya la idea de la vida desde la concepción, lo que dificultará futuras legislaciones sobre el aborto. Por culpa de la presión de la Iglesia argentina hay mucha confusión y varias provincias se niegan a aplicar la sentencia de la Corte Suprema. Es un cambio solo discursivo y demagógico, sería mucho más importante que cambiara realmente la posición de la iglesia argentina en muchas provincias”, sentencia. Las diferencias entre el argentino Bergoglio y el universal Francisco son así más que evidentes para quienes conocieron su trayectoria como pastor en su país.