El Celta atropella al Barça
Le pasa por encima con goles de Aspas (2), Nolito y Guidetti. El equipo de Luis Enrique no tuvo intensidad, hizo aguas atrás y falló ante Sergio. El gol de Neymar, inútil.
Vigo, As
Se dejó el Barcelona en Vigo algo más que el liderato. El conjunto blaugrana se dejó buena parte de su credibilidad al caer estrepitosamente ante el Celta por 4-1, en un partido que fue un repaso en toda regla al equipo catalán por parte del estupendo conjunto galle
go. Fue muy duro el resultado, pero mucho peor fueron las sensaciones. De poco sirvió que Luis Enrique advirtiera en la previa de la posibilidad de que el Celta podía pasarle por encima al Barça a 200 por hora. Esta previsión fue lo único que acertó el técnico blaugrana a la hora de plantear el partido. Fue el Barça un cervatillo en medio de la autopista. Vio venir las luces del camión que llegaba a toda leche, pero paralizado por el miedo en vez de moverse, se quedó temblando a la espera de que le hicieran papilla. El Celta de Berizzo fue un camión y el Barça, puré de ciervo.
Más allá de las cuestiones tácticas, el partido fue de jugadores. Se puede convenir que Berizzo salió victorioso de su duelo ante Luis Enrique, pero fundamentalmente, el triunfo gallego se cocinó en el césped, donde cada uno de los jugadores del Celta fue un titán ante su pareja blaugrana. Al plantear el partido el Celta en base a marcajes individuales, esta diferencia fue incluso pornográfica. Ver a Sergi Gómez superar en todo momento a Suárez; a Hugo Mallo comerse a Neymar; a Augusto anular a Iniesta; a Nolito dejar en evidencia a Alves: a Iago Aspas desquiciar a Piqué y a Sergio demostrarle a Ter Stegen que un portero puede parar balones que van a puerta resume la carnicería que se vio en Balaídos a manos de un Celta desbocado.
El equipo gallego dominó el partido de cabo a rabo. Desde el inicio acogotó al Barcelona en su mitad de campo y le robó la pelota. Ética, práctica y estéticamente el partido era del Celta ante un Barcelona que sangraba por cada poro de su piel cada vez que los jugadores locales combinaban en ataque.
Cierto es que el Barça, cuando podía eliminar a un rival gracias a la calidad individual de sus jugadores creaba peligro. Messi y Neymar tuvieron sus ocasiones, pero en la puerta local, Sergio estuvo inmenso. Y justo. No hubiera sido de recibo que ante el juego desplegado por unos y otros, fuera el Barcelona el que se adelantara en el marcador.
Con el Barça haciendo aguas en cada una de las líneas de juego y con todos los jugadores blaugrana siendo aplastados por sus pares, era cuestión de tiempo que el Celta hiciera diana. El primero que acertó fue Nolito, que en el minuto 26 ante la pasividad de la defensa culé colocó la pelota en la escuadra de un impasible Ter Stegen mientras Alves le vigilaba con la mirada. Cuatro minutos después, Iago Aspas marcaba el segundo de vaselina tras una lamentable pérdida de balón de Piqué en el centro del campo. El Barça se abocaba a la tragedia.
En la segunda parte, la gasolina le duró al Barcelona un cuarto de hora. Messi tuvo dos ocasiones, poste incluido, pero el Celta siguió teniendo más fe, más piernas y más vergüenza que los visitantes. A la salida de un córner en contra, Aspas volvió a retratar a Alves y culminó otro contraataque infinito manteniendo las pulsaciones a 26 por minuto como máximo. Ese 3-0 dejaba al Barça absolutamente noqueado y sin que funcionara ni uno de los remedios que se aportaron desde la banda. Con el partido roto, Neymar aprovechó un pase de Messi para marcar el tanto del honor, que fue rápidamente conjurado por Guidetti tras la enésima violación de Hugo Mallo a Mathieu confirmando la masacre del cervatillo. El Celta fue un camión a 200 por hora. Al Barça, todavía le buscan.
Vigo, As
Se dejó el Barcelona en Vigo algo más que el liderato. El conjunto blaugrana se dejó buena parte de su credibilidad al caer estrepitosamente ante el Celta por 4-1, en un partido que fue un repaso en toda regla al equipo catalán por parte del estupendo conjunto galle
go. Fue muy duro el resultado, pero mucho peor fueron las sensaciones. De poco sirvió que Luis Enrique advirtiera en la previa de la posibilidad de que el Celta podía pasarle por encima al Barça a 200 por hora. Esta previsión fue lo único que acertó el técnico blaugrana a la hora de plantear el partido. Fue el Barça un cervatillo en medio de la autopista. Vio venir las luces del camión que llegaba a toda leche, pero paralizado por el miedo en vez de moverse, se quedó temblando a la espera de que le hicieran papilla. El Celta de Berizzo fue un camión y el Barça, puré de ciervo.
Más allá de las cuestiones tácticas, el partido fue de jugadores. Se puede convenir que Berizzo salió victorioso de su duelo ante Luis Enrique, pero fundamentalmente, el triunfo gallego se cocinó en el césped, donde cada uno de los jugadores del Celta fue un titán ante su pareja blaugrana. Al plantear el partido el Celta en base a marcajes individuales, esta diferencia fue incluso pornográfica. Ver a Sergi Gómez superar en todo momento a Suárez; a Hugo Mallo comerse a Neymar; a Augusto anular a Iniesta; a Nolito dejar en evidencia a Alves: a Iago Aspas desquiciar a Piqué y a Sergio demostrarle a Ter Stegen que un portero puede parar balones que van a puerta resume la carnicería que se vio en Balaídos a manos de un Celta desbocado.
El equipo gallego dominó el partido de cabo a rabo. Desde el inicio acogotó al Barcelona en su mitad de campo y le robó la pelota. Ética, práctica y estéticamente el partido era del Celta ante un Barcelona que sangraba por cada poro de su piel cada vez que los jugadores locales combinaban en ataque.
Cierto es que el Barça, cuando podía eliminar a un rival gracias a la calidad individual de sus jugadores creaba peligro. Messi y Neymar tuvieron sus ocasiones, pero en la puerta local, Sergio estuvo inmenso. Y justo. No hubiera sido de recibo que ante el juego desplegado por unos y otros, fuera el Barcelona el que se adelantara en el marcador.
Con el Barça haciendo aguas en cada una de las líneas de juego y con todos los jugadores blaugrana siendo aplastados por sus pares, era cuestión de tiempo que el Celta hiciera diana. El primero que acertó fue Nolito, que en el minuto 26 ante la pasividad de la defensa culé colocó la pelota en la escuadra de un impasible Ter Stegen mientras Alves le vigilaba con la mirada. Cuatro minutos después, Iago Aspas marcaba el segundo de vaselina tras una lamentable pérdida de balón de Piqué en el centro del campo. El Barça se abocaba a la tragedia.
En la segunda parte, la gasolina le duró al Barcelona un cuarto de hora. Messi tuvo dos ocasiones, poste incluido, pero el Celta siguió teniendo más fe, más piernas y más vergüenza que los visitantes. A la salida de un córner en contra, Aspas volvió a retratar a Alves y culminó otro contraataque infinito manteniendo las pulsaciones a 26 por minuto como máximo. Ese 3-0 dejaba al Barça absolutamente noqueado y sin que funcionara ni uno de los remedios que se aportaron desde la banda. Con el partido roto, Neymar aprovechó un pase de Messi para marcar el tanto del honor, que fue rápidamente conjurado por Guidetti tras la enésima violación de Hugo Mallo a Mathieu confirmando la masacre del cervatillo. El Celta fue un camión a 200 por hora. Al Barça, todavía le buscan.