Cristiano revive, el Madrid sestea
Malmoe, As
Fue una victoria trabajada, de las que no exigen el máximo, pero no admiten bostezos, un partido que no se cerró casi hasta el final, sin más historia que la que sigue escribiendo Cristiano Ronaldo, que alcanzó a Raúl como goleador madridista (323) y ya suma más de medio millar de goles en su carrera profesional. Algún día, subidos a sus estadísticas, miraremos hacia abajo y nos darán vértigos.
Al Madrid le llevó casi media hora entender el partido y al rival. Durante ese tramo insistió en el juego que más favorecía a su animoso adversario: fútbol directo y balones por alto. Los futbolistas del Malmoe, en su mayoría del tipo leñador-hipster, gozaron de esos minutos de choques y pelotas llovidas, saltos y carreras. Serían un equipo más temible si cambiaran la camiseta azul celeste por la camisa de cuadros.
La llave
Se hacía obvio que el Madrid necesitaba paciencia, tocar y tocar, trasladar el partido de lo físico a lo intelectual, distinguirse, acelerar en el momento adecuado. Así llegó el primer tanto. Ninguna aproximación fue más rápida que el contragolpe que conectó a Kovacic, Isco y Cristiano. El balón avanzó treinta metros en un pestañeo y Cristiano marcó sin inmutarse, con absoluta tranquilidad, hasta el punto de que podríamos afirmar que gasta más calorías en las celebraciones (¡yuhuuu!) que en los remates (pum). Por cierto, el gol pareció sencillo, pero fue polisémico: el 500 de su carrera y el 66 en Champions con el Madrid, los mismos que Raúl.
A favor del Malmoe hay que decir que no se dejó robar la cartera, ni entregó la victoria a cambio de abalorios o camisetas sudadas. Plantó cara. Lo hizo desde la base de un equipo bien construido que aporta equilibrio en ausencia de talento: solidez escandinava, cierta chispa balcánica y el empuje africano de su medio centro, Adu. Si su entrenador no hace carrera en el fútbol, tendrá futuro en el mundo de la coctelería.
La resistencia
El Malmoe no se rindió, a pesar del gol. Insistió en su fútbol de motosierra y Rosenberg estuvo cerca de empatar en el minuto 73. El premio para los locales era mantener vivo el partido. El castigo del Madrid era seguir corriendo. El peruano Yoshimar Yotún fue expulsado poco después y comprendimos entonces la ironía de su apodo, “el cariñosito”.
Ya al final, Cristiano consiguió su segundo gol, el que iguala los 323 goles de Raúl como delantero del Real Madrid. Ni siquiera esa última flecha estropeó la felicidad de la ruidosa afición del Malmoe, satisfechos por existir. Al final, todos se marcharon contentos, suecos y madridistas, quizá algo menos Raúl.