Cientos de refugiados acampan en el corazón de la Unión Europea
Los vecinos se vuelcan con las familias que deambulan frente a la oficina de asilo de Bruselas
Belén Domínguez Cebrián
Bruselas, El País
“Ayer vi este horror y hoy he traído una tortilla de tajine vegetariana”. Susy, una jubilada vecina de Bruselas, se ha levantado este jueves, ha cocinado un par de tortillas de verduras y se ha puesto el chubasquero para “acompañar” a los aproximadamente 300 refugiados —en su mayoría iraquíes— que han acampado delante de la oficina de asilo de la capital belga.
La historia es siempre la misma: guerra, un pago extraordinario a las mafias en Turquía, caminatas eternas por Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría para alcanzar, al fin, Europa del norte, relatan tres jóvenes de Bagdad (Irak) que no quieren dar su nombre. Lo anterior le salió a Mischal, de Bagdad (Irak) por un total de 4.000 euros. "Pagué a la mafia en Turquía y me aseguraron que llegaría a mi destino final", relata mientras fuma tranquilamente una pipa de agua. Cuenta que en la oficina de asilo —“desbordada”, según los trabajadores sociales que acompañan a los refugiados— le han dicho que vuelva otro día. “Llevo aquí ya 20 días”, se lamenta. La Comisión Europea calcula que las solicitudes de asilo "tardan seis meses en ser procesadas", según la portavoz de Inmigración, Natascha Bertaud.
Ante tal panorama de interminable espera las tiendas de campaña comienzan ya a cubrir el barro de este parque del norte de la ciudad y los vecinos se van acercando a los puestos improvisados por voluntarios como Noemí, que organiza las donaciones. “Ya no necesitamos más ropa… quizás sólo de hombre”, explica la joven a otra voluntaria que se apresura a apuntar en una libreta esta peculiar lista de la compra. “Sacos de dormir, mochilas, tiendas de campaña, mantas… agua, papel higiénico…”. Necesitan prácticamente de todo.
Belén Domínguez Cebrián
Bruselas, El País
“Ayer vi este horror y hoy he traído una tortilla de tajine vegetariana”. Susy, una jubilada vecina de Bruselas, se ha levantado este jueves, ha cocinado un par de tortillas de verduras y se ha puesto el chubasquero para “acompañar” a los aproximadamente 300 refugiados —en su mayoría iraquíes— que han acampado delante de la oficina de asilo de la capital belga.
La historia es siempre la misma: guerra, un pago extraordinario a las mafias en Turquía, caminatas eternas por Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría para alcanzar, al fin, Europa del norte, relatan tres jóvenes de Bagdad (Irak) que no quieren dar su nombre. Lo anterior le salió a Mischal, de Bagdad (Irak) por un total de 4.000 euros. "Pagué a la mafia en Turquía y me aseguraron que llegaría a mi destino final", relata mientras fuma tranquilamente una pipa de agua. Cuenta que en la oficina de asilo —“desbordada”, según los trabajadores sociales que acompañan a los refugiados— le han dicho que vuelva otro día. “Llevo aquí ya 20 días”, se lamenta. La Comisión Europea calcula que las solicitudes de asilo "tardan seis meses en ser procesadas", según la portavoz de Inmigración, Natascha Bertaud.
Ante tal panorama de interminable espera las tiendas de campaña comienzan ya a cubrir el barro de este parque del norte de la ciudad y los vecinos se van acercando a los puestos improvisados por voluntarios como Noemí, que organiza las donaciones. “Ya no necesitamos más ropa… quizás sólo de hombre”, explica la joven a otra voluntaria que se apresura a apuntar en una libreta esta peculiar lista de la compra. “Sacos de dormir, mochilas, tiendas de campaña, mantas… agua, papel higiénico…”. Necesitan prácticamente de todo.