Cataluña: La sonrisa congelada de Athur Mas

Artur Mas lleva años jugándose todo a la carta más alta y ahora parece que ha perdido definitivamente

Javier Ayuso, El País
He trabajado 13 años en bancos y he vivido varias fusiones, alguna de ellas especialmente convulsa. En banca dicen que cuando estás en una reunión de integración y no ves el puñal sobre la mesa es que te lo han clavado en la espalda. Algo así debe estar sintiendo Artur Mas durante las últimas horas.


La coalición Junts pel Sí ha ganado las elecciones al Parlamento de Cataluña, pero no ha obtenido los escaños suficientes para formar gobierno y mucho menos los votos para sentirse apoyados por la mayoría de los catalanes para declarar la independencia. Además, quien tiene la llave de la gobernabilidad, la CUP, ha dejado claro que ni va a votar a Mas como presidente ni va a apoyar la secesión inmediata.

El presidente de la Generalitat en funciones tiene serias razones para temer por su futuro político. No sé si debe vigilar sus espaldas, pero seguro que se va a encontrar con algo que ya auguraba el número uno de su lista, Raül Romeva, antes de las elecciones ("No hay nada firmado sobre quién será el presidente tras los comicios"). Era un pacto no escrito, aclararon luego en la coalición.

En las fotos del domingo por la noche, Romeva y el tercer socio de la coalición, Oriol Junqueras, lucían un lenguaje corporal mucho más seguro que Mas, al que se le había congelado la sonrisa. Esa sonrisa maliciosa que llevaba meses mostrando mientras se silbaba el himno nacional español en la final de la Copa del Rey, cuando hacía un corte de mangas a sus contrincantes electorales o se colgaba una bandera estelada del balcón del Ayuntamiento de Barcelona.

Artur Mas lleva años jugándose todo a la carta más alta y ahora parece que ha perdido definitivamente. Se ha olvidado de gobernar Cataluña durante años y se ha agarrado al clavo ardiendo de la independencia, convocando una votación tras otra, en las que su partido CDC ha ido perdiendo poder en beneficio de ERC. Al firmar la coalición electoral para el 27-S, sabía que su única salida era una victoria incontestable. Y no ha sido así.

El líder del histórico partido de centro derecha catalán está ahora contestado por muchos votantes que se dejaron llevar por sus cantos de sirena y que ven cómo la izquierda independentista y los antisistema pueden ocupar el espacio que tantos años tuvo CiU. Aunque no es Mas el único responsable de ese giro. No podemos dejar de citar a José Montilla, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy que han contribuido a esa deriva secesionista por acciones y omisiones.

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