Benzema pone líder al Madrid


Bilbao, As
El partido reunió lo que se espera de un Athletic-Real Madrid, y suele ser mucho, por no decir todo. Emoción, coraje, volteretas de los que juegan y de los que ven. También agua. Si vencieron los madridistas es porque el fútbol se impuso a la pasión y porque el talento desequilibró la disputa. Sin olvidar el regalo de San José, fuego amigo cuando la historia todavía estaba por escribirse.


El choque nació igualado hasta el extremo y terminó igual, equilibrado hasta el milímetro. Cada equipo planteó una presión pegajosa que se extendió durante 93 minutos. El equilibrio era rocoso, aunque siempre iluminó escapatorias, especialmente para Modric y Benzema.
El error

Así empezó el partido y así caminaba el encuentro, con pasos de gigante, cuando ocurrió lo inesperado. En uno de tantos balones que reparten los porteros, Iraizoz entregó el balón a San José, ubicado en la frontal, que devolvió a su guardameta. Lo hizo sin atender a los peligros de alrededor, más como el centrocampista que es que como el central que fue. La devolución se quedó corta y Benzema marcó a placer, casi glotonamente.

El efecto fue demoledor para el Athletic porque, además de entregar un gol, perdió un futbolista, atormentado. El Madrid se creció en la misma medida que se achicó su rival; un regalo así sólo puede entenderse como un buen augurio o como uno pésimo.

Se sucedieron las ocasiones. Cristiano probó los reflejos de Iraizoz y Benzema acarició el doblete con la uña del dedo gordo. Kroos volvió a rondar el gol. Su disparo (alto) estuvo cerca de culminar un contragolpe primoroso, lanzado por Cristiano y templado por Benzema, que controló un meteorito como quien recoge una pluma.

Recuperación

El corazón del Athletic volvió a latir por la banda de Susaeta. Pero no era una resurrección duradera. El Madrid ya había olfateado la sangre y disfrutaba de los espacios para construir contras que en realidad eran 'contragalopes'. Kovacic pudo sentenciar en el enésimo, pero Iraizoz despejó el balón con más brazos que Shiva.

Ya en la segunda mitad, el orgullo del Athletic le dio una nueva dimensión al partido. La ventaja del Madrid se estrechaba con la pasión del estadio. Aduriz acogotó a la defensa blanca y Sabin aprovechó el desconcierto para hacer el empate y frustrar el récord de Keylor, que se quedó a cinco minutos de Miguel Ángel. Vida nueva. Al menos durante un minuto. Este tiempo tardó Benzema en marcar el segundo: apertura de Modric y pase de Isco. Para entonces ya llovía con ganas.

Los locales volvieron a la carga, jaleados por la adversidad y el diluvio. Comenzaron a arreciar los balones colgados y el Madrid respiró a bocanadas, colgado de su portero. Así se gana en San Mamés, así se alcanza el liderato en Bilbao y así se pierde cuando eres el anfitrión. Con agallas y sin aliento.

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