Austria abre su frontera a los refugiados que están en Hungría

Unas 2.000 personas llegan a la frontera con Austria en autobuses fletados por el Gobierno húngaro
El canciller austriaco asegura que su país y Alemania permitirán la entrada de los refugiados

Gabriela Cañas
Budapest, El País
Alemania y Austria han accedido esta madrugada, como una medida excepcional, a abrir sus fronteras y permitir la entrada y el paso de los cientos de refugiados, en su mayoría provenientes de países en conflicto, que se dirigen desde Hungría hacia la frontera austriaca. A primera hora de la mañana, han comenzado a llegar a la frontera entre Austria y Hungría los primeros autobuses del centenar que ayer ofreció el Gobierno húngaro para acelerar el traslado de los refugiados que dejan la capital y de los que siguen en la estación ferroviaria de Keleti. Según la policía autriaca, a las siete de la mañana, unos 2.000 refugiados habían cruzado ya la frontera desde Hungría, aunque esperan que el número se duplique a lo largo del día.


Siete autobuses, escoltados por la policía húngara, pararon pocos metros antes de la frontera y decenas de refugiados se bajaron para recibir agua y otros alimentos de la Cruz Roja magiar. Según la policía, se esperan entre 50 y 60 autobuses más en las próximas horas, en los que podrían llegar entre 800 y 3.000 refugiados, varados desde el lunes en diferentes puntos del país vecino. Los refugiados son enviados desde el lado húngaro de la frontera hacia la estación de tren de Nikelsdorf, en Austria, o a un cercano pabellón de música, el Nova Rock Halle, donde se instaló hace unos meses un centro de acogida para refugiados.
Marcha a pie

Cientos de refugiados que llevaban días varados en Budapest habían emprendido este viernes la marcha a pie hacia la frontera con Austria, que queda a casi 200 kilómetros de la capital húngara. Un grupo enorme de gente caminaba este viernes a mediodía por la calle Hegyalja en ruta para abandonar la ciudad, dado que las autoridades les impedían utilizar el tren hasta Alemania.

Este país es el destino deseado por la inmensa mayoría de los que han llegado a Europa en su huida de la guerra. Padres, niños, ancianos, familias enteras caminaban desde la una de la tarde aproximadamente por la autopista húngara M-1, rumbo a Austria. Los hombres y los más jóvenes abrían camino. Les seguían familias completas con sus carritos de bebé y sus mochillas a la espalda. A falta de idiomas con los que hacerse entender, algunos solo repiten: "Siria; Austria".

Es un éxodo masivo el iniciado este viernes. "La situación aquí es nefasta. Llevo cuatro días y no se puede estar más", explica Nasir al Omar, un estudiante de Arte y Literatura de la universidad siria de Alepo, a la agencia Efe.

Casi al mismo tiempo, más de 60 migrantes se escaparon de un centro de acogida cerca de Bicske, en el centro del país, y 300 abandonaron también otras instalaciones de recepción de extranjeros ubicadas en la frontera con Serbia, informa Reuters. Se trata del centro de Röszke, en el extremo sur del país, y unos 300 se dirigían hacia la carretera M5, según señalaba el portal de noticias index.hu. Un corresponsal de ese medio en la zona explicó que parte de los refugiados corrieron hacia un campo cercano, mientras que la policía los perseguía para llevarlos de nuevo al centro de acogida.

La mayor parte de los refugiados huidos fueron retenidos nuevamente por la policía, asegura la prensa local. En Röszke, donde en el pasado se produjeron ya disturbios entre refugiados y las fuerzas del orden, se encuentran internadas cerca de 2.000 personas a pesar de tener una capacidad para solo 800.

El tren de la vergüenza

Un tren varado en una pequeña estación al oeste de Budapest ha sido durante la mañana el epicentro de la crisis migratoria europea. Algunos medios le llaman ya El tren de la vergüenza. Doscientos de los quinientos refugiados trasladados en tren el jueves por la mañana de Budapest a Bicske, a 36 kilómetros de la capital, permanecen en los vagones. Se niegan a entrar en el campo de acogida que hay en la localidad. Los otros trescientos ya están alojados en ese campo, donde esperan poder poner a regla sus papeles para poder viajar.

La mayoría de los migrantes no quieren que las autoridades húngaras registren sus identidades, un trámite que implica que es en ese país, en este caso Hungría, el que debe tramitar su solicitud de asilo. Quieren seguir camino hacia Alemania. Muchos muestran sus billetes. El tren que tomaron el jueves en la estación de Keleti de Budapest tenía por destino la ciudad de Sopron, junto a la frontera con Austria. Desde ahí, los refugiados, sirios en su mayoría, pretendían seguir a pie. Sorpresivamente, la policía detuvo el convoy al poco de salir de Budaspest, en Bicske, y trasladó a muchos al campo de acogida. Otros resistieron dentro y pasaron la noche en el tren, reclamando libertad para seguir viaje. Ofrecían resistencia pasiva, según la policía. Algunos se tiraban el viernes a las vías, desesperados al saber que no podrían alcanzar la frontera austriaca. La severidad con la que actuó la policía en la estación de Bicske alentó a muchos a quedarse en el tren, el único tren que partió ayer de la capital húngara.

La compañía ferroviaria húngara MAV, por su parte, ha informado de que no partirán trenes desde la capital hacia destinos de Europa Occidental. Solo se pueden hacer trayectos dentro del país y, aún así, la policía exige a los viajeros tener los papeles en regla. De ahí que los refugiados no puedan optar más que por caminar.

La prensa local habla de dos razones para el intento de huida de los refugiados. Una de las teorías es que los refugiados deseaban hablar con la prensa sobre sus condiciones en el centro, lo que las autoridades les denegaron. La otra señala que la huida es una protesta contra las malas condiciones en el centro, causadas sobre todo por la excesiva población en el mismo. El campamento de Röszke se encuentra a unos cuatro kilómetros de la frontera con Serbia, un poco alejado de la ciudad, rodeado por unos campos agrícolas y bosques

Mientras tanto, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, continúa con su discurso contra la llegada masiva de inmigrantes."La realidad es que Europa está amenazada por el flujo masivo de personas, muchas decenas de millones de personas podrían venir a Europa", ha subrayado este viernes. "Ahora hablamos de cientos de miles pero el año que viene hablaremos sobre millones y esto no tiene fin", ha advertido. "De repente, veremos que somos una minoría en nuestro propio continente", ha augurado en declaraciones a una radio local, instando a Europa a "mostrar fuerza protegiendo nuestras fronteras".

La policía húngara ha informado este viernes de que que las autoridades interceptaron el jueves a 3.313 refugiados que entraron en el país de una forma ilegal por la frontera sureña con Serbia. Los cinco campos de acogida húngaros solo tienen capacidad para un máximo de 8.000 refugiados. Es una capacidad ridícula para la avalancha que llega a este país de menos de diez millones de habitantes. ACNUR calcula que ya han entrado más de 150.000. Cada día entran entre 2.00 y 3.000 nuevos migrantes.

La policía checa marca con números a los refugiados

La prensa checa informó de que el martes la policía retuvo en Breclav, en el sureste del país, a más de 200 sirios que viajaban sin papeles rumbo a Alemania. Los agentes marcaron con rotuladores números en las manos de los 115 hombres, 38 mujeres y 61 niños que llegaron desde Hungría, supuestamente para poder agrupar a los refugiados por familias, explicó la policía local.

Esta medida ha causado comentarios críticos en las redes sociales por su similitud a los números que tatuaban los nazis a sus víctimas en los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial.

La República Checa forma parte del grupo de países que se ha mostrado contrario a las cuotas obligatorias para aliviar la crisis de refugiados en Europa. "Las cuotas sería el camino equivocado", afirmó el primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, el pasado 31 de agosto. De momento, los checos se han comprometido a recibir 1.500 refugiados hasta el 2017.

Entradas populares