Alemania redobla la presión a los que rechazan cuotas de refugiados

El Gobierno acusa a la UE de hacer el ridículo y sugiere recortar fondos a los "insolidarios"

Luis Doncel / Lucía Abellán
Berlín / Bruselas, El País
La pelea se encona. Un día después de que los ministros del Interior de la UE fracasaran en la búsqueda de un mecanismo de reparto de refugiados, los dos bandos endurecen sus posturas. Alemania, el que más solicitudes de asilo recibe, insinuó que la UE debería recortar fondos estructurales a los países contrarios a las cuotas. “La UE ha vuelto a hacer el ridículo”, lanzó el vicecanciller, Sigmar Gabriel. Pero estas advertencias no parecieron convencer a países como Eslovaquia. “Da igual quién nos lo pida. No vamos a aceptar cuotas obligatorias. Jamás”, dijo su primer ministro, Robert Fico.


La indignación en Berlín tras el fracaso cosechado por los 28 ministros el día anterior era evidente. El número dosdel Gobierno y líder de los socialdemócratas arremetió contra los que habían hecho imposible el acuerdo. “Europa entera está en juego. La amenaza es ahora mayor que la de la crisis griega. Alemania no puede ser el pagador de Europa; y que el resto participe cuando se trata de cobrar dinero, pero no cuando hay que asumir responsabilidad”, dijo Gabriel, que el día anterior había elevado a un millón la cifra de solicitantes de asilo que Alemania espera este año.

Su compañero de Gobierno, el ministro del Interior y dirigente democristiano Thomas de Maizière, lanzó en una entrevista a la cadena pública ZDF una amenaza aún más clara a los países rebeldes. “Tenemos que empezar a hablar de medidas de presión”, dijo De Maizière, antes de asegurar que la “minoría insolidaria” está formada por “países que reciben muchos fondos estructurales”. Se refería, aunque sin citarlos, a Hungría, República Checa y Eslovaquia. Pese a que la canciller Angela Merkel rebajó unas horas más tarde el tono —“Las amenazas no son el camino para alcanzar un acuerdo”, dijo—, las declaraciones de los distintos líderes políticos dejan claro que la paciencia en el Gobierno de gran coalición se está agotando.

Las esperanzas alemanas consisten en que la cada vez mayor presión diplomática —y la amenaza de algún tipo de castigo económico para los que no cedan— acaben por vencer las resistencias con la mirada puesta en un nuevo encuentro de ministros del Interior convocado ayer para el próximo martes. Allí tratarán de desbloquear las cuotas, según confirmó la presidencia de turno de la UE, ahora en manos de Luxemburgo. Este país intenta contrarrestar la imagen insolidaria que proyecta Europa al no ser capaz de pactar un reparto interno de los refugiados en suelo comunitario.

La presión desde Bruselas también se intensifica. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, mantuvo ayer conversaciones con varios líderes para explorar una posible cumbre extraordinaria. “Algunos líderes han pedido un Consejo Europeo extraordinario sobre migración. Continuaré las consultas y anunciaré mi decisión el jueves”, aseguró Tusk en su cuenta de Twitter. El presidente del Consejo ya amagó la semana pasada con convocar la cumbre si la reunión de ministros no daba resultado, como ocurrió el lunes.
Más recursos para los Estados federados

Malestar en los ‘länder’. Uno de los líderes regionales más exigentes en la reunión de ayer con el Gobierno central fue el bávaro Horst Seehofer. El líder de la CSU pide a Merkel que duplique la partida de 3.000 millones para los Estados decidida hace una semana.

Plan de ahorro de Schäuble. Para hacer frente a los gastos ocasionados por los demandantes de asilo, el ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, ha pedido a cada compañero de Gobierno que ahorren una cantidad determinada, según el tabloide Bild. Con estas medidas, Schäuble pretende conseguir 500 millones de euros adicionales.

Más llegadas. La policía calcula que, pese a los controles en la frontera con Austria, 3.800 nuevos demandantes de asilo llegaron ayer a Alemania. Así, los refugiados que entraron en el país en tren este mes ascienden ya a 92.000.

Dos de esos líderes que reclaman una reunión urgente son la alemana Merkel y el canciller austriaco, Werner Faymann. En una comparecencia conjunta en Berlín con la que transmitieron una imagen de unidad, los dos apelaron a los valores europeos para repartir la carga y anunciaron que habían solicitado a Tusk la convocatoria urgente de una cumbre para la próxima semana. Tras la reunión con Faymann, Merkel se vio con los jefes de Gobierno de los Estados federados alemanes, que en los últimos días han protestado por haberse visto desbordados para atender la oleada de refugiados.

El riesgo de la cumbre europea que reclama Merkel es que los líderes resulten aún más difíciles de convencer que sus ministros. Porque en la reunión de titulares del Interior se puede recurrir a la mayoría cualificada, pero en la cumbre europea se apela a la unanimidad, lo que dificulta los acuerdos. El primer ministro eslovaco, Robert Fico —uno de los más críticos con el esquema de reparto—, dio ayer una buena muestra de ese bloqueo. La polaca Ewa Kopacz se mostró más conciliadora diciendo que estaría dispuesta a aceptar más refugiados, pero siempre y cuando las cuotas no sean obligatorias. Ambos líderes se enfrentan en pocas semanas a complicadas elecciones, y tratan de evitar que los partidos a su derecha ganen votos acusándoles de una actitud demasiado contemporizadora con los refugiados y con Berlín.
Las opciones se agotan

Más allá de valorar si constituye la mejor estrategia, emplear la mayoría cualificada en un asunto tan sensible genera dudas a muchos diplomáticos. Porque es difícil —y arriesgado para los refugiados sujetos a reubicación— obligar a un país a hacerse cargo de un colectivo que necesita atención y recursos para integrarse en los países de acogida. Así que los países miembros buscan una solución menos traumática que la imposición. Pese a todo, las opciones se están agotando tras el fracaso de la reunión de ministros y de todo el trabajo previo realizado con los Estados más reacios a la distribución de asilados.

Como señal de apoyo a las cuotas obligatorias en la UE, Suiza —país ajeno al bloque comunitario pero adherido a los protocolos de asilo europeos— se declaró ayer dispuesta a participar. “Solo un sistema de reparto puede funcionar en situaciones tan imprevisibles”, aseguró su presidenta, Simonetta Sommaruga, en una conferencia de prensa en Eslovenia. La dirigente suiza aclaró que su país solo aceptará un cupo de refugiados provenientes de Italia, Grecia o Hungría si la UE lo aprueba primero para sus miembros.

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