A falta de Messi, Luis Suárez
El Barça ganó su primer partido en la presente edición de la Champions League como los Navy Seals consiguen su insignia. Desprovistos de cualquier defensa, sin armas para dañar el contrario, perdidos en la montaña y con trampas que les dificultan el camino, los cadetes aspirantes a alcanzar la élite tienen que realizar un ejercicio de supervivencia extremo. Esto es exactamente lo que hizo el Barcelona ante el Bayer Leverkusen para conseguir los tres puntos en juego tras remontar un 0-1 y acabar ganando por 2-1 un partido que enviaba al conjunto de Luis Enrique camino de la UVI y que acabó con los culés felices y los alemanes preguntándose como diantres habían perdido esa oportunidad de derrotar al campeón de Europa en su casa.
Lo mejor que puede sacar el Barça del partido es el resultado y una fe gigantesca en sus posibilidades. La sucesión de acontecimientos desde el saque de centro apuntaban a que el Barça pisaría la lona ante los alemanes. Y además, de manera contundente. Ter Stegen se comió un gol absurdo gracias a la indolencia de Mathieu a los 20 minutos, Iniesta se lesionó en la segunda parte, el esquema táctico del Barça fue un buñuelo de dimensiones catedralicias, las calidades individualidades de los locales brillaron por su ausencia durante la mayor parte del encuentro y el rival estaba más ordenado, más pulcro, más listo y más fresco. La masacre se masticaba en el ambiente a partir del minuto diez de la primera parte.
Si hubiera sido un partido de tenis, tras el gol de Papadopoulos, se podía concluir que el Bayer le ganaba al Barça por dos sets a cero y 5-0 en el tercero. Y si faltaba algo para aliñar la ensalada, Iniesta se retiró del campo lesionado con el 0-1. En ese momento, en el Camp Nou nadie se jugaba un penique a favor de un equipo que seguía las instrucciones del contraalmirante Hugo Márquez, que afirmo eso de “estábamos en el borde del abismo y dimos un paso al frente”. Todo indicaba que el esfuerzo que se le pedía al colectivo para suplir la baja de Messi estaba destinado a despeñar al conjunto.
Todo el mundo lo quería hacer todo, pero nadie hacía nada productivo. El Bayer, mucho mejor puesto sobre el terreno de juego, ocupaba los espacios, retrataba a la defensa culé, presionaba la salida de balón y asediaba la portería de Ter Stegen mientras sus defensa se comían a los delanteros barcelonistas.
El tradicional malentendido en defensa de cada día le costó al Barça el primer gol del partido, marcado por un central griego que anotó llevándose por el camino las carteras del portero alemán del Barça, de Mathieu y de Suárez. Trató el Barça en la primera parte de remontar con más garra que cerebro. Y tuvieron los locales sus ocasiones, lástima que todos los balones para definir cayeran en los pies de Sandro. El canario marró tres ocasiones clarísimas de gol.
La lesión de Iniesta fue un mazazo, pero al final sirvió para ganar el partido. La entrada de Jordi Alba en el campo fue fundamental, así como la de Sergi Roberto y Munir. ¿Quien dijo que el Barça no tiene fondo de armario? Los tres cambios fueron decisivos en la suerte del partido. Leno le regaló al Barça el empate dejando un balón sencillo a pies de un Sergi Roberto que ya se ha ganado la insignia de soldado de élite. Con el empate a uno, mientras el Bayer se preguntaba por qué no iba ganando 1-3, Munir repitió la jugada del fin de semana pasado ante la UD Las Palmas y asistió a Suárez que volvió a ejercer de matador. Chutazo a la escuadra al primer toque. De la catástrofe se había pasado al éxtasis. Primer ejercicio de supervivencia superado. Será así hasta el mes de enero. Vayan haciéndose a la idea.