Más de 2.000 migrantes han muerto en el Mediterráneo en lo que va de año
La cifra supera en 400 a la registrada en las mismas fechas de 2014
María Salas Oraá
Roma, El País
En el intento por llegar a Europa cruzando el Mediterráneo han muerto 2.000 migrantes en lo que va de año, 400 más que en el mismo periodo del año anterior. La gran mayoría fallecieron en el canal de Sicilia, la ruta más peligrosa. En este cruce, que conecta Libia con Italia, se amontonan las barcazas destartaladas con las que las mafias de traficantes de personas transportan hacinados a los migrantes. La Organización Internacional de las Migraciones recuerda que estas cifras son solo la punta del iceberg y que la tragedia sería peor sin los guardacostas, que rescataron a 188.000 migrantes en el mar.
Las mafias son organizaciones que “te tratan mal, te golpean y no te dan agua ni alimentos, ni siquiera si eres una mujer”, relató Muna a trabajadores de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) tras ser rescatada por la Marina británica. Muna es una somalí de 35 años y madre de tres hijos que decidió huir de la “violencia extrema” de su país y arriesgar su vida porque era “la única opción”.
Por una experiencia similar pasó Mohamed, sudanés de 32 años que buscó un futuro mejor junto con su mujer y sus cinco hijos. “Antes de conseguir subir al bote hacia Europa, pasamos tres meses en Libia, un lugar horrible, muy peligroso, donde la gente no es humana”, dijo el joven a MSF al desembarcar en Italia. Tras meses de torturas, una noche los traficantes lo metieron a golpes en una barcaza junto con otras 400 personas. “El viaje en barco fue muy doloroso. Éramos mucha gente en un espacio muy pequeño y hacía mucho, mucho calor. Había gente que no podía respirar”, detalló.
También fue víctima del horror de las mafias una niña siria de 11 años que murió de un coma diabético en una patera después de que traficantes libios robaran su medicación. La pequeña, cuyo cadáver fue abandonado en el mar ante las lágrimas de su padre, es una de las al menos 1.930 personas que perdieron la vida tratando de llegar a Italia, una cifra exorbitante frente a las 60 que lo hicieron intentando alcanzar Grecia, según los datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
Veintiuna de estas muertes fueron la semana pasada. Las autoridades italianas estudian ahora si las muertes se debieron al fuerte calor y al hacinamiento en la embarcación en la que los fallecidos viajaban con otras 500 personas antes de ser rescatados, ya sin vida, el martes pasado por la nave militar irlandesa L. E. Niamh, parte del dispositivo comunitario de vigilancia conocido como Tritón. Una hipótesis que apoyó el personal de la OIM del sur de Italia que, tras entrevistar a los supervivientes, apuntó que los fallecidos murieron porque el motor de la embarcación se recalentó demasiado y los migrantes tuvieron que utilizar el agua a bordo para enfriarlo, por lo que murieron de sed y calor.
Aunque Italia y Grecia reciben cada año un número similar de migrantes (97.000 llegan a Italia frente a los 90.500 de Grecia), las casi 2.000 muertes de Italia suponen una cifra muy elevada frente a las 60 de Grecia que responde a la peligrosidad de las aguas del canal de Sicilia. Números que podrían ser todavía mayores, alertó la OIM, porque es imposible tener datos precisos y cabe la posibilidad de que haya embarcaciones que se hayan hundido sin ser rescatadas, o muertes que no se conozcan jamás.
“Es descorazonador ver cómo se siguen perdiendo vidas en el Mediterráneo”, explica la coordinadora del proyecto en la zona de Médicos Sin Fronteras, Paula Farias. “Las cifras ponen de manifiesto la magnitud de la crisis, pero detrás de cada número, de los más de 180.000 rescatados, está la historia de personas que se ven obligadas a emprender una travesía peligrosa en embarcaciones frágiles porque carecen de formas legales y seguras para solicitar asilo y acceder a la protección que necesitan”, añadió.
Fronteras selladas
La responsable de las tres naves que tiene la organización en el Mediterráneo señaló el “sellado de las fronteras terrestres, y las políticas de los países miembros de la Unión Europa” como las razones de que “obligan a estas personas a poner en riesgo sus vidas”.
A pesar de la magnitud de la tragedia, la OIM destacó que podría haber sido peor si no fuera por los esfuerzos de los guardacostas que, a diario, patrullan las aguas del Mediterráneo en busca de embarcaciones con migrantes a la deriva. De hecho, unos 188.000 migrantes fueron rescatados en lo que va de año en el Mediterráneo, un número que los expertos consideran que pronto alcanzará las 200.000 personas por las buenas condiciones meteorológicas y el empeoramiento de los conflictos en el norte de África.
María Salas Oraá
Roma, El País
En el intento por llegar a Europa cruzando el Mediterráneo han muerto 2.000 migrantes en lo que va de año, 400 más que en el mismo periodo del año anterior. La gran mayoría fallecieron en el canal de Sicilia, la ruta más peligrosa. En este cruce, que conecta Libia con Italia, se amontonan las barcazas destartaladas con las que las mafias de traficantes de personas transportan hacinados a los migrantes. La Organización Internacional de las Migraciones recuerda que estas cifras son solo la punta del iceberg y que la tragedia sería peor sin los guardacostas, que rescataron a 188.000 migrantes en el mar.
Las mafias son organizaciones que “te tratan mal, te golpean y no te dan agua ni alimentos, ni siquiera si eres una mujer”, relató Muna a trabajadores de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) tras ser rescatada por la Marina británica. Muna es una somalí de 35 años y madre de tres hijos que decidió huir de la “violencia extrema” de su país y arriesgar su vida porque era “la única opción”.
Por una experiencia similar pasó Mohamed, sudanés de 32 años que buscó un futuro mejor junto con su mujer y sus cinco hijos. “Antes de conseguir subir al bote hacia Europa, pasamos tres meses en Libia, un lugar horrible, muy peligroso, donde la gente no es humana”, dijo el joven a MSF al desembarcar en Italia. Tras meses de torturas, una noche los traficantes lo metieron a golpes en una barcaza junto con otras 400 personas. “El viaje en barco fue muy doloroso. Éramos mucha gente en un espacio muy pequeño y hacía mucho, mucho calor. Había gente que no podía respirar”, detalló.
También fue víctima del horror de las mafias una niña siria de 11 años que murió de un coma diabético en una patera después de que traficantes libios robaran su medicación. La pequeña, cuyo cadáver fue abandonado en el mar ante las lágrimas de su padre, es una de las al menos 1.930 personas que perdieron la vida tratando de llegar a Italia, una cifra exorbitante frente a las 60 que lo hicieron intentando alcanzar Grecia, según los datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
Veintiuna de estas muertes fueron la semana pasada. Las autoridades italianas estudian ahora si las muertes se debieron al fuerte calor y al hacinamiento en la embarcación en la que los fallecidos viajaban con otras 500 personas antes de ser rescatados, ya sin vida, el martes pasado por la nave militar irlandesa L. E. Niamh, parte del dispositivo comunitario de vigilancia conocido como Tritón. Una hipótesis que apoyó el personal de la OIM del sur de Italia que, tras entrevistar a los supervivientes, apuntó que los fallecidos murieron porque el motor de la embarcación se recalentó demasiado y los migrantes tuvieron que utilizar el agua a bordo para enfriarlo, por lo que murieron de sed y calor.
Aunque Italia y Grecia reciben cada año un número similar de migrantes (97.000 llegan a Italia frente a los 90.500 de Grecia), las casi 2.000 muertes de Italia suponen una cifra muy elevada frente a las 60 de Grecia que responde a la peligrosidad de las aguas del canal de Sicilia. Números que podrían ser todavía mayores, alertó la OIM, porque es imposible tener datos precisos y cabe la posibilidad de que haya embarcaciones que se hayan hundido sin ser rescatadas, o muertes que no se conozcan jamás.
“Es descorazonador ver cómo se siguen perdiendo vidas en el Mediterráneo”, explica la coordinadora del proyecto en la zona de Médicos Sin Fronteras, Paula Farias. “Las cifras ponen de manifiesto la magnitud de la crisis, pero detrás de cada número, de los más de 180.000 rescatados, está la historia de personas que se ven obligadas a emprender una travesía peligrosa en embarcaciones frágiles porque carecen de formas legales y seguras para solicitar asilo y acceder a la protección que necesitan”, añadió.
Fronteras selladas
La responsable de las tres naves que tiene la organización en el Mediterráneo señaló el “sellado de las fronteras terrestres, y las políticas de los países miembros de la Unión Europa” como las razones de que “obligan a estas personas a poner en riesgo sus vidas”.
A pesar de la magnitud de la tragedia, la OIM destacó que podría haber sido peor si no fuera por los esfuerzos de los guardacostas que, a diario, patrullan las aguas del Mediterráneo en busca de embarcaciones con migrantes a la deriva. De hecho, unos 188.000 migrantes fueron rescatados en lo que va de año en el Mediterráneo, un número que los expertos consideran que pronto alcanzará las 200.000 personas por las buenas condiciones meteorológicas y el empeoramiento de los conflictos en el norte de África.