Lula asegura que Rousseff no es culpable de la crisis
El expresidente brasileño sale en defensa de su sucesora y pide al país que se respete su mandato pese a la recesión
Afonso Benites
Brasilia, El País
El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha salido a primera línea para intentar frenar la grave crisis política que atraviesa el país. El exsindicalista aprovechó un acto de mujeres agricultoras el pasado miércoles en Brasilia para ponerse del lado de su sucesora y compañera del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, y pedir a la población brasileña que tenga en cuenta los primeros cuatro años de gestión de la presidenta reelegida en octubre: “No juzguen al Gobierno por seis meses de mandato”.
Brasil pasa por un momento muy delicado, y la popularidad de este Gobierno también. El escándalo de corrupción descubierto en la empresa estatal Petrobras no para de crecer: el último detenido es el hombre fuerte del primer Gobierno de Lula, José Dirceu, y el Ejecutivo estima que los desvíos de dinero y los sobornos de la petrolera ya han provocado un impacto negativo del 1% del PIB este año. Un varapalo más para una economía paralizada que el Ejecutivo trata de atenuar con medidas de ajuste fiscal.
Pero es que el Gobierno Rousseff tiene, además, problemas para aprobar proyectos en la Cámara de Diputados: su presidente, Eduardo Cunha, ha roto oficialmente con Rousseff, a pesar de que su formación, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es un aliado del Gobierno. Como colofón, el 91% de los ciudadanos rechaza la gestión de Rousseff, dato sin precedentes en la democracia brasileña.
Lula reconoció el miércoles que el país pasa por un momento difícil, pero quitó responsabilidad a Rousseff y apuntó hacia los mercados de finanzas internacionales. “¿Por qué esa gente está rabiosa con la presidenta, si las elecciones acabaron el 26 de octubre?”, preguntó. “Recuerdo que en 2005, cuando los mismos que están atacándola decían que iban a pedir el impeachment de Lula, yo les dije: 'Si quieren echarme, van a tener que pelear en la calle con el pueblo brasileño”.
Nueva estrategia
La Marcha de las Margaritas es el primer paso en la estrategia de Lula y Rousseff para combatir el aislamiento: quieren reaproximarse a la militancia que ha criticado algunas de las últimas medidas económicas del Gobierno y a los movimientos sociales de izquierda, sus aliados históricos, para recuperar la voz en la calle. Varios grupos ciudadanos y políticos de derecha han convocado una protesta contra el Gobierno el próximo domingo en varias ciudades y, si la convocatoria es multitudinaria, como ya ocurrió en marzo, será otro golpe para la maltrecha popularidad de la presidenta. Lula, que dejó el poder en 2011 y que en los últimos meses suena como posible candidato para la presidencia en 2018, anunció que las próximas semanas viajará por Brasil para defender programas del Gobierno federal. “Estoy preparando el camino para volver a comprometerme con este país”, afirmó.
El expresidente también intenta reagrupar políticamente a los que un día fueron aliados del PT. El miércoles mantuvo un encuentro estratégico en la residencia del vicepresidente Michel Temer con invitados como el expresidente José Sarney y el líder del Senado, Renan Calheiros, todos del PMDB. Les pidió que ayuden al Gobierno a reaproximarse al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Que colaboren, en definitiva, para mantener la calma en el momento más delicado de la historia del partido en el poder.
Afonso Benites
Brasilia, El País
El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha salido a primera línea para intentar frenar la grave crisis política que atraviesa el país. El exsindicalista aprovechó un acto de mujeres agricultoras el pasado miércoles en Brasilia para ponerse del lado de su sucesora y compañera del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, y pedir a la población brasileña que tenga en cuenta los primeros cuatro años de gestión de la presidenta reelegida en octubre: “No juzguen al Gobierno por seis meses de mandato”.
Brasil pasa por un momento muy delicado, y la popularidad de este Gobierno también. El escándalo de corrupción descubierto en la empresa estatal Petrobras no para de crecer: el último detenido es el hombre fuerte del primer Gobierno de Lula, José Dirceu, y el Ejecutivo estima que los desvíos de dinero y los sobornos de la petrolera ya han provocado un impacto negativo del 1% del PIB este año. Un varapalo más para una economía paralizada que el Ejecutivo trata de atenuar con medidas de ajuste fiscal.
Pero es que el Gobierno Rousseff tiene, además, problemas para aprobar proyectos en la Cámara de Diputados: su presidente, Eduardo Cunha, ha roto oficialmente con Rousseff, a pesar de que su formación, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es un aliado del Gobierno. Como colofón, el 91% de los ciudadanos rechaza la gestión de Rousseff, dato sin precedentes en la democracia brasileña.
Lula reconoció el miércoles que el país pasa por un momento difícil, pero quitó responsabilidad a Rousseff y apuntó hacia los mercados de finanzas internacionales. “¿Por qué esa gente está rabiosa con la presidenta, si las elecciones acabaron el 26 de octubre?”, preguntó. “Recuerdo que en 2005, cuando los mismos que están atacándola decían que iban a pedir el impeachment de Lula, yo les dije: 'Si quieren echarme, van a tener que pelear en la calle con el pueblo brasileño”.
Nueva estrategia
La Marcha de las Margaritas es el primer paso en la estrategia de Lula y Rousseff para combatir el aislamiento: quieren reaproximarse a la militancia que ha criticado algunas de las últimas medidas económicas del Gobierno y a los movimientos sociales de izquierda, sus aliados históricos, para recuperar la voz en la calle. Varios grupos ciudadanos y políticos de derecha han convocado una protesta contra el Gobierno el próximo domingo en varias ciudades y, si la convocatoria es multitudinaria, como ya ocurrió en marzo, será otro golpe para la maltrecha popularidad de la presidenta. Lula, que dejó el poder en 2011 y que en los últimos meses suena como posible candidato para la presidencia en 2018, anunció que las próximas semanas viajará por Brasil para defender programas del Gobierno federal. “Estoy preparando el camino para volver a comprometerme con este país”, afirmó.
El expresidente también intenta reagrupar políticamente a los que un día fueron aliados del PT. El miércoles mantuvo un encuentro estratégico en la residencia del vicepresidente Michel Temer con invitados como el expresidente José Sarney y el líder del Senado, Renan Calheiros, todos del PMDB. Les pidió que ayuden al Gobierno a reaproximarse al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Que colaboren, en definitiva, para mantener la calma en el momento más delicado de la historia del partido en el poder.