Los países del Este buscan un frente común contra las cuotas de refugiados

Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia rechazan la redistribución obligatoria

Lucía Abellán
Bruselas, El País
La UE afronta la crisis migratoria con una fisonomía muy diferente a la del inicio del proyecto europeo. El bloque del Este, incorporado a la familia comunitaria a partir de 2004, rechaza firmemente el intento de que los Estados miembros aborden juntos este desafío. Los principales actores de ese frente —Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia— pretenden escenificar esa negativa a las propuestas de Bruselas con una reunión de sus primeros ministros a finales de esta semana, según anunció ayer el líder eslovaco, Robert Fico.


“Nos oponemos firmemente a cualquier tipo de cuotas. Si se adopta un mecanismo de redistribución automática de migrantes, nos despertaremos un día con 100.000 personas del mundo árabe. Es un problema que no me gustaría que Eslovaquia tuviera”, aseguró el socialdemócrata Fico, informa Reuters. Las palabras de este dirigente, proeuropeo pese a todo, evidencian la lejanía y la reticencia con que los países del Este abordan la cuestión migratoria, más allá de las siglas políticas. El mandatario aludía a la redistribución entre los 28 Estados de 40.000 refugiados arribados a Grecia e Italia que la Comisión Europea propuso en mayo y que los Estados aceptaron —solo parcialmente— el pasado julio, con fuertes críticas de España y el Este europeo.

Fuentes eslovacas en Bruselas subrayan que se trata de una cumbre excepcional convocada por la presión que impone la crisis migratoria. Los cuatro países, que integran el llamado grupo de Visegrado, se reúnen habitualmente a principio y a final de año, pero esta cita extraordinaria —previsiblemente, el próximo viernes en Praga— responde a la necesidad de alzar la voz contra el reparto de inmigrantes. El bloque del Este trata de combatir al eje franco-alemán y al Ejecutivo comunitario, partidarios de ofrecer una solución común al flujo incesante de extranjeros que llegan al continente huyendo de los conflictos.

Polonia, el país más pujante del grupo, ha sido el principal promotor de este encuentro, explican otras fuentes. A menos de dos meses de las elecciones legislativas y con un nuevo presidente ultraconservador, Andrzej Duda, las migraciones a Europa inquietan a la opinión pública. Pese a las reticencias expresadas desde un primer momento al mecanismo de cuotas, la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, adoptó ayer un tono mucho más conciliador respecto al esquema de Bruselas. La dirigente se comprometió a presentar una nueva propuesta para acoger a un número mayor de esos demandantes de asilo que Europa pretende repartirse en dos años. “Entiendo que ahora no hablamos de 2.200 [la cifra inicialmente ofrecida por Polonia], ya que está llegando un mayor número de refugiados y se reconsiderará esa distribución. Polonia tendrá que presentar una nueva declaración”, avanzó.

Esos matices en el hasta ahora rotundo rechazo polaco al plan común de acogida no encontrarán, probablemente, eco en el resto de socios de Visegrado, especialmente en Hungría, escenario de tránsito de miles de refugiados y defensor de una línea dura frente a la inmigración.

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