La autocomplacencia del Barça nació en una Supercopa

Barcelona, AS
El 24 de agosto de 2006 los periodistas que esperaban en la sala de prensa del Fórum Grimaldi de Mónaco a que comparecieran Frank Rijkaard, Ludovic Giuly y Rafa Márquez para dar la rueda de prensa previa a la final que iba a disputar el equipo blaugrana el día siguiente ante el Sevilla se encontraron con una nota de prensa en su lugar de trabajo. Dicha nota les conminaba a asistir al día siguiente, el de la final, a un acto publicitario en el que Ronaldinho daría una conferencia (un evento, lo llaman ahora) en el que haría publicidad de un teléfono móvil. Todos pensaron que debía de tratarse de un error. Ningún equipo permitiría a su estrella que acudiera a un evento, el mismo día de una final europea.


Poco después de la rueda de prensa, en el que el único que se mostró cauto ante el partido fue Frank Rijkaard, que afirmó que “esta final no va a ser un partido entre David y Goliath como vendéis. Esta final será ante un gran equipo que es mejor que hace un año y que ya nos hizo sufrir mucho”, la expedición del Barça no fue a descansar al hotel.

Después de esa comparecencia, el Barcelona como vigente campeón de Europa (había ganado la Champions en París ante el Arsenal) fue agasajado en la gala de la UEFA. Puyol fue nombrado mejor defensa del año, Deco mejor centrocampista, Etoo el mejor delantero y Ronaldinho recibió el premio al mejor jugador. Recibieron esos premios antes de que se realizara el sorteo de la siguiente edición de la Champions (les tocó el Chelsea, Werder Bremen y Levski) mientras Thuram paseaba con el resto de compañeros y algunos directivos por la zona más selecta del puerto monegasco. Por la tarde se entrenaron en el Louis II, se fueron a cenar y a visitar Mónaco la nuit. Ronaldinho llegó tarde al acto del teléfono al día siguiente. Por la noche, el Sevilla les vapuleó por 3-0. Había nacido la ‘autocomplacencia y se había acabado un equipo.

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