En Hungría, un gigante amable ayuda a los migrantes

Budapest, AP
Tiene casi dos metros de altura (6 pies y 6 pulgadas), una complexión similar a la de un boxeador de peso pesado y tiene tatuajes por todo el cuerpo. Baba Mujhse puede sonar como el tipo de hombre del que la mayoría de la gente rehuiría, pero cientos de migrantes desesperados más bien corren hacia él en busca de ayuda.


Este gigante amable, de madre húngara judía y padre egipcio musulmán, es la encarnación viva de la reconciliación. Ayuda a los solicitantes de asilo, en su mayoría musulmanes, que acuden todos los días agotados a la estación central de trenes de Budapest.

Mujhse, quien habla árabe con fluidez, y su equipo de voluntarios trabajan en la estación de Keleti, la terminal de trenes más visitada por los migrantes en Hungría, pues es el punto de partida de trenes hacia Austria, Alemania y otros países ricos de la Unión Europea.

"La primera vez que vine, uno de mis amigos dijo que deberíamos venir porque hay muchos árabes y deberíamos tratar de ayudarlos", dijo Mujhse, un diseñador textil de 31 años de edad, durante una reciente tarde abrasadora. "Así que venimos pero fue para quedarnos. Se suponía que iba a ser una ocasión única y ya han pasado dos o tres meses".

Los padres de Mujhse se conocieron en una universidad de Budapest y decidieron respetar sus respectivas religiones juntos, observando los festejos de ambas religiones. Sus padres se mudaron a El Cairo hace años, pero Mujhse se quedó en la capital húngara. Su formación multicultural ahora le viene bien para ayudar a los demás.

El enorme tamaño del buen samaritano ha sido de gran ventaja en su trabajo voluntario, como al disuadir a los grupos de extrema derecha en sus intentos de intimidar a los inmigrantes en la estación.

"Esto crea una sensación de seguridad en los inmigrantes", dijo Mujhse, después de distribuir cajas de barritas de cereales y frutos secos entre los niños y ayudar a llenar de agua una tina plástica para bañar a un bebé. Sin embargo, a veces su aspecto amenazador asusta también a los migrantes.

Mujhse y los voluntarios aprendieron rápidamente qué religiones o etnias necesitaban un espacio propio.

"Los sirios y los afganos, por ejemplo, se sientan totalmente separados", dijo Mujhse. "Los sirios no creen que la fe de los afganos sea tan fuerte como la suya. Se adhieren a estas reglas no escritas de no mezclarse".

Cada par de horas, Mujhse y sus compañeros voluntarios reciben los trenes que llegan desde el sur de Hungría y Serbia. Hungría espera terminar de erigir este mes una valla de 4 metros (13 pies) de altura en su frontera de 175 kilómetros (109 millas) con Serbia. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, dice que la valla es necesaria para defender a Hungría y el resto de la UE de oleadas de migrantes.

El gobierno también ha colocado carteleras en todo el país con mensajes como "Si vienes a Hungría, tienes que obedecer nuestras leyes" y pronto lanzará una campaña antiinmigrante similar en países vecinos como Grecia y Serbia, que los migrantes cruzan en camino a Hungría.

Por el contrario, Mujhse y otros voluntarios participan en un movimiento de base para darle a los migrantes alimentos, ropa, juguetes, asistencia médica y compasión.

"Ellos creen que pueden darle una vida mejor a sus hijos y creo que puedo ayudarles. Nos complementamos", dijo Mujhse. "Ellos me dan paciencia, fe y mucho amor, mientras que yo puedo darles esperanza".

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