El rey Bolt también gana la final de los 200 metros

Beijing, As
'Craack’. El estampido del tiro de salida traspasa el silencio ominoso que mantenían 75.000 espectadores en el National Stadium de Pekín. A 31 grados, los 75.000 descongelan el aliento. De la respiración contenida al clamor, y del clamor al rugido de emoción solo median 19.55 segundos desde el tiro.


Ese fue el tiempo total que Usain Bolt invirtió para despegar de los tacos (con excelente reacción de 147 milésimas, tercera mejor de la final, por 161 de Justin Gatlin), trazar una curva de potencia y coordinación inhumanas, atravesar la recta a galope tendido y, en fin, sumar su décimo título de campeón mundial de atletismo: desde 2009, cuarto consecutivo sobre 200 metros, la prueba que el mismo Bolt define como “algo personal”.

Bolt no delinea la curva con un compás sino con zancadas devastadoras y de coordinación dinámica insólita en un cuerpazo de 1.96 de altura y 93 kilos. Esa elasticidad desplegada desde un centro de gravedad altísimo, le permite negociar la fuerza centrífuga de la curva y desgarrar con pisadas que transmiten más de 250 kilogramos de fuerza: cada una de ellas. Gestionado desde la abierta calle seis (con Gatlin en la cuatro), todo ese arsenal lanza a Bolt y le hace irrumpir en carrera como un torrente masivo, un cohete o cazabombardero a reacción. Como un Relámpago. “Hace que los demás competidores parezcan chiquillos a su lado”, visualiza Darvis ‘Doc’ Patton, viejo rival de Bolt en los pistas, y hoy un técnico de sprint en el equipo de EE UU.

Ante tal excentricidad de la Naturaleza y con la energía justa tras seis carreras en seis días, Justin Gatlin sintió el peso de sus 33 años. El presunto lobo o ‘killer’ de Brooklyn, capituló con la dignidad de la plata y unos notables 19.74: pero capituló, en presencia de Beverly Owens, hija del gran Jesse Owens. Por la calle siete, el sudafricano Anaso Jobodwana fue referencia de Bolt e intentó seguir la atómica estela de Usain. De ese modo, Jobodwana se plantó en 19.87, un récord de Sudáfrica que le sube al podio con el bronce por dos milésimas ante el panameño Edward: 19.861 reales para Jobodwana y 19.863 para Edward. Descalzo y entre la emoción, Bolt dio la vuelta triunfal. Le atropelló el patinete de un cámara. Antes, él había atropellado a Gatlin: desde ese inhumano centro de gravedad. ‘Craack’.

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