El innegociable es James


Madrid, As
Sin asomo de falta de puesta a punto y con el entusiasmo de un juvenil, James salió en auxilio del Madrid, al que le dio sentido, belleza y goles. Los apuntes de El Molinón fueron lección en el Bernabéu. Lo consintió un Betis que duró un soplido.


Mel dio un paso atrás y se ahorró un punta, Jorge Molina, para meter cinco centrocampistas. Ya se temía lo peor, que luego resultaría inevitable. El camino de Benítez fue otro. Dejó fuera de la lista a Cheryshev, Nacho y Lucas Vázquez y del once a Isco y Jesé. Una alineación sin escoceduras ni complicaciones y con Benzema, más sano de lo que se anunció en la víspera, y James, que desmontó al Betis desde el minuto 1. Fue la noche del colombiano que tuvo voluntad, energía, compromiso, buen ojo y mejor pie.

Con el público a medio sentar le regaló el gol que necesitaba Bale, de nuevo en la tierra prometida, en el papel de mediapunta al que sólo le saca partido como llegador. En la interpretación de la fábula de Benítez él nunca se bajó del asno. El apetito de James, arrancando desde la derecha pero dominando la escena, aturdió al Betis, perdido en el huracán y con Adán obligado a la heroica. Tres paradas soberbias antes del descanso mejoraron su reputación a ojos del Bernabéu. El Madrid de James y Modric, los innegociables de última generación, hizo inhabitable el partido para el Betis en los primeros 30 minutos.

A la tarea contribuyeron los laterales, especialmente Marcelo, que esta vez sí salió a mar abierto, no se sabe si con consentimiento o no. Cristiano, en cambio, sigue en pleno deshielo, sin coger el golpe de pedal que le hace un jugador solemne. Y cuando eso sucede elige mal, en beneficio propio que no es siempre el del equipo. Su empeño, en cambio, fue el de siempre. Benzema abrió posibilidades a casi todos menos a sí mismo y lo mejor de Bale llegó desde las bandas. Desde la derecha le regaló un gol al francés, el primero de los 25 que figuran en su prima de objetivos, y desde lejos adornó el pastel. Hasta Keylor tuvo que desmonterarse cuando reptó como una cobra para quitarle un gol a Rubén Castro y cuando le detuvo después un penalti al canario ya con 4-0. La aclamación dio a De Gea apariencia de lujo innecesario.

El Betis, superada la perturbación inicial, dejó apuntes del fútbol de combinación que les gusta a Mel y Ceballos. Vargas se arrancó de lejos y Rubén Castro saco mejor nota en movilidad que en remate. Cuando andaba en plena reconstrucción le apuntilló James con una obra maestra, un golpe franco con ángulo dificil que voló de izquierda a derecha con precisión de cirujano. Un golazo. Mejor aún que el cuarto, con el adorno de una chilena ante un Betis ya sin alma, que empezó en la segunda mitad aún peor que en la primera. Hubo tiempo para ver también a Isco, Casemiro y Kovacic y para que Ramos mandase una chilena al palo. Porque esta vez el Madrid tuvo goles y gracia.

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