El heredero de Kirchner, favorito en las primarias
Los argentinos votan a los candidatos presidenciales de los partidos
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Ni siquiera los argentinos son capaces de explicar bien su complejo sistema electoral, pero todos ellos están llamados a votar el domingo en unas elecciones primarias pensadas para resolver batallas internas en los partidos pero que en realidad se convierten en una especie de primera vuelta simbólica que marcará el camino hacia las elecciones presidenciales del 25 de octubre. Y todo parece indicar que el oficialismo, y el heredero de Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Scioli, tiene la victoria al alcance de la mano, aunque en Argentina todo se puede mover en horas.
Tras 12 años de kirchnerismo, el país, que vive una intensa campaña electoral que domina toda la escena, parece encaminado de nuevo a entregar el poder a la enésima reinvención del peronismo, gran protagonista de la historia política argentina desde 1945 aunque pasó muchos años fuera del Gobierno e incluso proscrito con su líder en el exilio.
Los juegos de poder del peronismo han querido que Scioli, el gobernador de Buenos Aires, muy distanciado de los Kirchner en los últimos años —era un menemista de perfil más conservador— se haya unido ahora a ellos para ganar las elecciones de octubre. Las encuestas —que han fallado otras veces— apuntan a una clara victoria de Scioli frente al principal candidato opositor, Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires.
Elección crucial
Scioli quedaría, según algunos sondeos, cerca de la cifra mágica del 40% que ahora es solo simbólica pero en octubre le permitiría ganar en primera vuelta si saca 10 puntos al segundo. Los argentinos tienden a votar a ganador, según todos los expertos, por lo que una victoria aplastante en las primarias podría convertir en un paseo para Scioli el camino hacia el 25 de octubre. Si no llega al 40% y el peronista disidente Sergio Massa aguanta con un porcentaje de votos importante, habría segunda vuelta y ahí Scioli puede sufrir más para ganar en caso de que se unan todos los votos de los opositores en la candidatura de Macri.
¿Por qué la mayoría de los argentinos siguen sin querer un cambio después de 12 años de polémico kirchnerismo? Eduardo Fidanza, director de la encuestadora Poliarquia, cree que las primarias no cerrarán del todo la puerta a Macri pero sí ve que “el votante argentino es conservador y la campaña se está centrando en los logros del Gobierno, sobre todo en comparación con 2001”. La mejoría de la situación desde esa fecha del hundimiento, con un 50% de pobreza, es de tal calibre que el Gobierno y la presidenta tienen una buena valoración. Las clases populares, explica Fidanza, creen que Scioli continuará las políticas sociales del kirchnerismo. En sus encuestas se ve una clara división social: el peronismo gana en la clase baja, el macrismo en las clases medias.
Macri ha intentado un giro de última hora y ha defendido algunos de los hitos del kirchnerismo, como la asignación por hijo o la nacionalización de YPF o Aerolíneas Argentinas, que antes rechazó. Un giro demasiado brusco que ha sido muy criticado por los analistas, aunque hasta el domingo no se sabrá si funcionó.
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Ni siquiera los argentinos son capaces de explicar bien su complejo sistema electoral, pero todos ellos están llamados a votar el domingo en unas elecciones primarias pensadas para resolver batallas internas en los partidos pero que en realidad se convierten en una especie de primera vuelta simbólica que marcará el camino hacia las elecciones presidenciales del 25 de octubre. Y todo parece indicar que el oficialismo, y el heredero de Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Scioli, tiene la victoria al alcance de la mano, aunque en Argentina todo se puede mover en horas.
Tras 12 años de kirchnerismo, el país, que vive una intensa campaña electoral que domina toda la escena, parece encaminado de nuevo a entregar el poder a la enésima reinvención del peronismo, gran protagonista de la historia política argentina desde 1945 aunque pasó muchos años fuera del Gobierno e incluso proscrito con su líder en el exilio.
Los juegos de poder del peronismo han querido que Scioli, el gobernador de Buenos Aires, muy distanciado de los Kirchner en los últimos años —era un menemista de perfil más conservador— se haya unido ahora a ellos para ganar las elecciones de octubre. Las encuestas —que han fallado otras veces— apuntan a una clara victoria de Scioli frente al principal candidato opositor, Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires.
Elección crucial
Scioli quedaría, según algunos sondeos, cerca de la cifra mágica del 40% que ahora es solo simbólica pero en octubre le permitiría ganar en primera vuelta si saca 10 puntos al segundo. Los argentinos tienden a votar a ganador, según todos los expertos, por lo que una victoria aplastante en las primarias podría convertir en un paseo para Scioli el camino hacia el 25 de octubre. Si no llega al 40% y el peronista disidente Sergio Massa aguanta con un porcentaje de votos importante, habría segunda vuelta y ahí Scioli puede sufrir más para ganar en caso de que se unan todos los votos de los opositores en la candidatura de Macri.
¿Por qué la mayoría de los argentinos siguen sin querer un cambio después de 12 años de polémico kirchnerismo? Eduardo Fidanza, director de la encuestadora Poliarquia, cree que las primarias no cerrarán del todo la puerta a Macri pero sí ve que “el votante argentino es conservador y la campaña se está centrando en los logros del Gobierno, sobre todo en comparación con 2001”. La mejoría de la situación desde esa fecha del hundimiento, con un 50% de pobreza, es de tal calibre que el Gobierno y la presidenta tienen una buena valoración. Las clases populares, explica Fidanza, creen que Scioli continuará las políticas sociales del kirchnerismo. En sus encuestas se ve una clara división social: el peronismo gana en la clase baja, el macrismo en las clases medias.
Macri ha intentado un giro de última hora y ha defendido algunos de los hitos del kirchnerismo, como la asignación por hijo o la nacionalización de YPF o Aerolíneas Argentinas, que antes rechazó. Un giro demasiado brusco que ha sido muy criticado por los analistas, aunque hasta el domingo no se sabrá si funcionó.