El Atleti presenta candidatura
El resultado engaña. Sobre el césped no hubo tanta diferencia entre el Sevilla y el Atlético. De hecho, es demasiado castigo para los primeros. Porque el del Pizjuán fue un duelo físico y eléctrico, de ritmo e intensidad, muy igual, entre dos rivales Champions, que decidieron los detalles.
No había comenzado el partido y las alineaciones ya habían dejado dos noticias. Una, la primera, que Fernando Llorente, con tres entrenamientos ya era titular para Emery. Otra, la segunda, que Raúl García no jugaba ni de inicio ni tampoco lo haría luego. El Cholo lo dejaba en la grada. Enseguida se supo por qué: hoy se va a Bilbao para fichar por el Athletic, y lo hará con dos goles en su maleta: los que Koke y Gabi marcaron ayer en el Pizjuán. Los dos corrieron a celebrarlo mirando a la grada y dibujando un ocho con los dedos. No hay manera más bonita de decirle adiós (o hasta pronto) a un amigo.
El primero, el de Koke, era, casi, el colofón a una primera parte en la que Sevilla y Atlético saltaron al campo como dos púgiles. Golpeándose, mordiéndose. Avisaba el Sevilla en el 2’: jugada de Llorente en la derecha, disparo de Coke y paradón de Oblak. Contestaba el Atlético en el 4’, con un tiro lejano de Griezmann que Beto detuvo en dos tiempos. El partido se serenó tras esos primeros minutos. El Sevilla se quedaba con la posesión y el Atleti con el partido. Un Atlético que, por cierto, era ese que el Cholo ha rumiado durante todo el verano, más bonito y con fondo de armario. Se vio ayer. Gámez no tendrá la subida de Filipe, pero siempre cumple con creces. Y luego está Óliver, a quien ya no hay partido que se le quede grande. Ayer demostró su madurez, se bregó en defensa y brilló en ataque. Jugó 70 minutos y fue de lo mejor del Atlético, con Griezmann. El francés es un genio aguantando la pelota y permitiendo la salida de su equipo. Combina, pasa, regatea y hace fácil lo imposible, con caños de otro planeta y jugadas como la del primer gol del Atlético: Carriço lo derribaba en la frontal y él rebañaba el balón desde el suelo; la daba como podía y donde podía, justo, aparecía Koke para marcar el primero. El Atleti marcaba y Oblak era una muralla: en la primera parte el Sevilla tiró dos, una Coke y otra Tremoulinas, y las dos las paró, y las dos se iban dentro.
En el Sevilla la orden era buscar a Llorente con balones largos. Krychowiak se incrustaba entre los centrales para sacar la pelota, pero Banega (muy solo) y Reyes (desaparecido) tenían el día gris y eso repercutió en el juego sevillista, que dio un paso adelante en la segunda parte, para llegar con el balón controlado al área. El Atlético, entonces, prácticamente desapareció, guarecido en la suya, buscando las contras.
Gabi, al 8. Hubo un momento en el que el partido se le puso negro a los del Cholo. El Sevilla dominaba y acosaba a Oblak. Disparaba Tremoulinas, y lo intentaba Vitolo, y Llorente, y Coke... Y Koke debía dejar el campo con calambres. El cielo anunciaba tormenta, pero cuando más ahogaba el Sevilla, apareció el capitán del Atlético, Gabi, para dedicarle su gol a su compañero de habitación en las concentraciones, a su amigo, a su hermano Raúl García: fue un zarpazo desde fuera del área con ayuda de Krychowiak (en quien dio el balón). Un golpe que el Sevilla no esperaba, cuando menos lo merecía, y que lo derrumbó. Jackson, encima, hurgó en la herida al marcar el tercero con siete minutos en el campo. Y es que el Cholo sigue sin perder en el Pizjuán, pero nunca se fue con una goleada así. El Sevilla está a cinco puntos. Y esto sólo acaba de comenzar.