Brasil quiere sanear las finanzas de los clubes de fútbol
Brasilia, AFP
El Gobierno brasileño pretende ayudar a reorganizar y recuperar el poder del fútbol nacional con modelos de salud financiera y modernización similares a los aplicados por Alemania en los últimos años, dijo hoy a la agencia Efe una fuente oficial.
El primer paso en ese camino ha sido la aprobación de una ley que le dará facilidades a los clubes de fútbol para saldar sus deudas con organismos oficiales y recomponer unas situaciones financieras que, en muchos casos, los mantienen al borde de la quiebra.
Las deudas de los clubes de fútbol con el Estado, por la vía de impuestos y otras obligaciones, se calculan en unos 4.000 millones de reales (unos 1.200 millones de dólares), que podrán cancelar en el marco de una nueva ley impulsada por el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
Esa ley establece mecanismos de financiación y renegociación de esas deudas, que podrán ser canceladas con facilidades e intereses preferenciales en un plazo de 240 meses, pero siempre y cuando los clubes se comprometan a adoptar modelos de gestión que garanticen un "fair play" financiero.
Con esa frase, el Gobierno define el compromiso de modernización de la gestión y la transparencia financiera que exigirá a los clubes para ayudarlos a sanear sus cuentas y limpiar sus deudas con los organismos oficiales.
El compromiso de los clubes también deberá incluir unas mayores inversiones en las categorías de base y en el fútbol femenino, todo lo cual será verificado por un organismo de contraloría que estará especialmente dedicado a vigilar el cumplimiento de esos acuerdos.
La discusión de ese proyecto ha involucrado tanto a los clubes como a la propia Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que han respaldado la iniciativa incluso en sus puntos más polémicos.
Uno de ellos dice que los clubes que adhieran al plan ofrecido por el Gobierno deberán comprobar que están al día con las metas de reducción de sus déficit y con las obligaciones laborales de sus empleados, lo cual incluye a los jugadores, cuyos salarios suelen atrasarse durante meses en el país.
En caso de no cumplimiento de esas obligaciones, un club podrá recibir duras sanciones que pudieran llegar al punto de impedirle participar en campeonatos o descender a la categoría inmediatamente inferior en la que se encuentren.
Los problemas financieros son un mal común y extendido en el fútbol brasileño y afectan todos los aspectos de ese deporte en el país que se presenta como único "pentacampeón" mundial.
Muchos de los clubes considerados "grandes", como el Flamengo, el Fluminense, el Corinthians o el Atlético Mineiro, actual líder del Campeonato Brasileño, acumulan deudas multimillonarias, pero cuentan con cierto grado de liquidez que por ahora les permite sobrevivir.
Otros clubes menores, que no tienen la misma solvencia, están al borde de la quiebra y pudieran comenzar a construir una tabla de salvación con la ayuda ofrecida por el Gobierno.
Según fuentes oficiales consultadas por la agencia Efe, el molde propuesto por el Gobierno fue basado en el aplicado por Alemania durante las últimas décadas, en las que el fútbol germano saneó sus finanzas y reforzó las categorías de base mediante un modelo de gestión que se coronó con la conquista del Mundial de Brasil, el año pasado.
Tras el fracaso en ese Mundial y el escandaloso 7-1 con que los alemanes eliminaron a Brasil en su propia casa, el Gobierno decidió colaborar con esa pasión nacional y ayudar a recuperar las finanzas de los clubes, entendida como el primer paso para que el fútbol brasileño vuelva a estar entre los más poderosos del mundo.
El Gobierno brasileño pretende ayudar a reorganizar y recuperar el poder del fútbol nacional con modelos de salud financiera y modernización similares a los aplicados por Alemania en los últimos años, dijo hoy a la agencia Efe una fuente oficial.
El primer paso en ese camino ha sido la aprobación de una ley que le dará facilidades a los clubes de fútbol para saldar sus deudas con organismos oficiales y recomponer unas situaciones financieras que, en muchos casos, los mantienen al borde de la quiebra.
Las deudas de los clubes de fútbol con el Estado, por la vía de impuestos y otras obligaciones, se calculan en unos 4.000 millones de reales (unos 1.200 millones de dólares), que podrán cancelar en el marco de una nueva ley impulsada por el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
Esa ley establece mecanismos de financiación y renegociación de esas deudas, que podrán ser canceladas con facilidades e intereses preferenciales en un plazo de 240 meses, pero siempre y cuando los clubes se comprometan a adoptar modelos de gestión que garanticen un "fair play" financiero.
Con esa frase, el Gobierno define el compromiso de modernización de la gestión y la transparencia financiera que exigirá a los clubes para ayudarlos a sanear sus cuentas y limpiar sus deudas con los organismos oficiales.
El compromiso de los clubes también deberá incluir unas mayores inversiones en las categorías de base y en el fútbol femenino, todo lo cual será verificado por un organismo de contraloría que estará especialmente dedicado a vigilar el cumplimiento de esos acuerdos.
La discusión de ese proyecto ha involucrado tanto a los clubes como a la propia Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que han respaldado la iniciativa incluso en sus puntos más polémicos.
Uno de ellos dice que los clubes que adhieran al plan ofrecido por el Gobierno deberán comprobar que están al día con las metas de reducción de sus déficit y con las obligaciones laborales de sus empleados, lo cual incluye a los jugadores, cuyos salarios suelen atrasarse durante meses en el país.
En caso de no cumplimiento de esas obligaciones, un club podrá recibir duras sanciones que pudieran llegar al punto de impedirle participar en campeonatos o descender a la categoría inmediatamente inferior en la que se encuentren.
Los problemas financieros son un mal común y extendido en el fútbol brasileño y afectan todos los aspectos de ese deporte en el país que se presenta como único "pentacampeón" mundial.
Muchos de los clubes considerados "grandes", como el Flamengo, el Fluminense, el Corinthians o el Atlético Mineiro, actual líder del Campeonato Brasileño, acumulan deudas multimillonarias, pero cuentan con cierto grado de liquidez que por ahora les permite sobrevivir.
Otros clubes menores, que no tienen la misma solvencia, están al borde de la quiebra y pudieran comenzar a construir una tabla de salvación con la ayuda ofrecida por el Gobierno.
Según fuentes oficiales consultadas por la agencia Efe, el molde propuesto por el Gobierno fue basado en el aplicado por Alemania durante las últimas décadas, en las que el fútbol germano saneó sus finanzas y reforzó las categorías de base mediante un modelo de gestión que se coronó con la conquista del Mundial de Brasil, el año pasado.
Tras el fracaso en ese Mundial y el escandaloso 7-1 con que los alemanes eliminaron a Brasil en su propia casa, el Gobierno decidió colaborar con esa pasión nacional y ayudar a recuperar las finanzas de los clubes, entendida como el primer paso para que el fútbol brasileño vuelva a estar entre los más poderosos del mundo.