ANÁLISIS / Oposición desde el interior

La convocatoria de elecciones anticipadas aparecía como posible solución política a la incoherencia entre el 'no' del referéndum y el tercer rescate

MAGDA FITILI / KONSTANTINOS TSALAKOS
La dimisión del primer ministro griego Alexis Tsipras marcó la primera acción de una convocatoria electoral anunciada. Syriza logró ascender al poder combinando dos reivindicaciones sociales, en apariencia contradictorias: la permanencia de Grecia en la zona del euro y el final de los rescates y la austeridad. Esta contradicción sirvió durante la campaña electoral de enero para articular un discurso político alternativo, pero una vez que Syriza llegó al poder tuvo un efecto boomerang. Es decir, ya en el Gobierno, tuvo que enfrentarse con la realidad europea y solucionar esta contradicción primordial. La firma del tercer rescate dio una solución hacia el extranjero, dando prioridad a la permanencia de Grecia en la zona euro, pero al mismo tiempo abrió la caja de Pandora en el seno de Syriza, puesto que una parte importante del partido creía que la solución pasaría por la opción contraria. En este sentido, los acontecimientos actuales podrían ser vistos como la consecuencia de esta contradicción principal.


Ya desde hace tiempo, la convocatoria de elecciones anticipadas aparecía como una posible solución política para resolver la contradicción o la incoherencia entre la retórica de la campaña electoral, el no del plebiscito y la realidad que supone el tercer rescate. Una contradicción que cruza no sólo el seno de Syriza sino la misma sociedad griega.

La coyuntura de la renuncia de Tsipras no es para nada aleatoria. Es el momentum en que se ha logrado el desembolso de una parte importante del dinero del rescate sin notarse todavía las consecuencias económicas impopulares que supondrá la aplicación de estas medidas.

La maniobra de Tsipras parece que quería cumplir una meta adicional. Sorprender a los disidentes de su partido, la Plataforma de Izquierdas. No obstante, esta facción consiguió sorprender primero a Tsipras, formando un frente político nuevo, la Unidad Popular. De esta forma el grupo parlamentario de Lafazanis se convierte en el tercero más importante de la Cámara y así tiene derecho al mandato exploratorio que prevé la Constitución griega. Obviamente, la Unidad Popular no podrá conseguir formar un Ejecutivo, como tampoco Nueva Democracia, pero le servirá para aprovecharse de los privilegios de los partidos con representación parlamentaria de cara a las futuras elecciones.

Syriza todavía lidera las preferencias de voto según las últimas encuestas. No obstante, la verdadera apuesta es obtener la mayoría absoluta. Parece que Griegos Independientes (ANEL) está dispuesto a servir de apoyo en este caso. En el caso de que Syriza sea el partido más votado aun sin la mayoría absoluta, siempre habrá la contingencia de una coalición con los partidos proeuropeos, Nueva Democracia, To Potami o el Pasok. Esta sería la solución ideal para Bruselas, puesto que de esta forma se ampliaría el apoyo al programa de asistencia financiera. Sin embargo, Syriza ha descartado en el pasado cualquier posibilidad de coalición con ellos. Si el partido de Lafazanis entra en el Parlamento, cosa bastante probable, Syriza se encontrará en la situación inédita de tener que enfrentarse a una oposición de izquierdas procedente de su interior.

Magda Fitili es politóloga (Universidad de Atenas / Universidad Autónoma de Madrid). Konstantinos Tsalakos es periodista.

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