Un millón de argentinos viaja a Paraguay para ver al Pontífice
El Ejecutivo argentino pronosticó que un millón y medio de viajeros viajarán para asistir a las dos misas que celebrará el Papa
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
Nunca antes tantas personas han cruzado la frontera de ambos países en tan pocas horas, pero Jorge Bergoglio, que careció de tanto poder de convocatoria durante sus 15 años como arzobispo de Buenos Aires, está revolucionando la fe de sus coterráneos.
“Traemos peticiones de nuestra gente para el Papa… es argentino y queremos hacerle sentir que lo amamos”, cuenta Adela, de 57 años, vecina de Villa Soldati, un barrio popular de Buenos Aires en el que Bergoglio fundó una parroquia. Allí ella lo conoció: “Yo hablaba mucho con él. Es muy amable. Es verdad que antes había gente que no se quedaba a sus misas, pero ahora lo están conociendo más y lo quieren más. Él siempre pensó que todos los pecadores son necesitados, pero está cambiando, ser Papa lo está haciendo crecer y está mostrando que en la Iglesia no tenemos que ser tan cerrados. Él siempre tuvo esa meta, pero ahora puede hacer cosas en todo el mundo”, opina Adela, una de los tantos que han viajado desde la capital argentina a la paraguaya.
Muchos van en coches y autocares y otros, en avión. También se acercan los que viven en las provincias argentinas fronterizas con Paraguay, como Formosa, Corrientes y Misiones.
El sacerdote Juan Isasmendi organizó un viaje de 180 peregrinos de la Villa 21, un barrio de chabolas de Buenos Aires al que solía ir Bergoglio. “Vienen argentinos, paraguayos y bolivianos que viven en la villa. No es que solo vamos por el Papa porque en innumerables veces hemos ido de misión a Paraguay porque nos mueve la fe. Pero el Santo Padre es muy cercano a nosotros, conoce nuestras casas, los pasillos de la villa, comió con nosotros. La mayoría de los 180 ya lo conoce”, explica Isasmendi. El cura reconoce que cuando era arzobispo “poco se lo escuchó, poco se aprovechó de su santidad, pero nadie es profeta en su tierra y ahora todos lo quieren ver, es una lógica muy humana”. Claro que Francisco se ha atrevido como Papa a decir cosas e impulsar cambios que se ocultaban detrás de aquel cardenal austero y comprometido que fue.
Los Gobiernos de Horacio Cartes y de Cristina Fernández de Kirchner han dispuesto medidas especiales para agilizar el tránsito de los argentinos de todas las clase sociales que viajan a ver al Papa. Decenas de comerciantes se instalaron en la frontera para vender sus productos. La propia Fernández, que antes mantenía una relación distante con Bergoglio por temas como el matrimonio gay y la corrupción, viajará a Paraguay a encontrarse con él por quinta vez desde que fue coronado en Roma, desde que sus críticas al capitalismo salvaje se han hecho escuchar en todo el mundo. Ningún otro jefe de Estado lo ha visto tanto como ella.
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
Nunca antes tantas personas han cruzado la frontera de ambos países en tan pocas horas, pero Jorge Bergoglio, que careció de tanto poder de convocatoria durante sus 15 años como arzobispo de Buenos Aires, está revolucionando la fe de sus coterráneos.
“Traemos peticiones de nuestra gente para el Papa… es argentino y queremos hacerle sentir que lo amamos”, cuenta Adela, de 57 años, vecina de Villa Soldati, un barrio popular de Buenos Aires en el que Bergoglio fundó una parroquia. Allí ella lo conoció: “Yo hablaba mucho con él. Es muy amable. Es verdad que antes había gente que no se quedaba a sus misas, pero ahora lo están conociendo más y lo quieren más. Él siempre pensó que todos los pecadores son necesitados, pero está cambiando, ser Papa lo está haciendo crecer y está mostrando que en la Iglesia no tenemos que ser tan cerrados. Él siempre tuvo esa meta, pero ahora puede hacer cosas en todo el mundo”, opina Adela, una de los tantos que han viajado desde la capital argentina a la paraguaya.
Muchos van en coches y autocares y otros, en avión. También se acercan los que viven en las provincias argentinas fronterizas con Paraguay, como Formosa, Corrientes y Misiones.
El sacerdote Juan Isasmendi organizó un viaje de 180 peregrinos de la Villa 21, un barrio de chabolas de Buenos Aires al que solía ir Bergoglio. “Vienen argentinos, paraguayos y bolivianos que viven en la villa. No es que solo vamos por el Papa porque en innumerables veces hemos ido de misión a Paraguay porque nos mueve la fe. Pero el Santo Padre es muy cercano a nosotros, conoce nuestras casas, los pasillos de la villa, comió con nosotros. La mayoría de los 180 ya lo conoce”, explica Isasmendi. El cura reconoce que cuando era arzobispo “poco se lo escuchó, poco se aprovechó de su santidad, pero nadie es profeta en su tierra y ahora todos lo quieren ver, es una lógica muy humana”. Claro que Francisco se ha atrevido como Papa a decir cosas e impulsar cambios que se ocultaban detrás de aquel cardenal austero y comprometido que fue.
Los Gobiernos de Horacio Cartes y de Cristina Fernández de Kirchner han dispuesto medidas especiales para agilizar el tránsito de los argentinos de todas las clase sociales que viajan a ver al Papa. Decenas de comerciantes se instalaron en la frontera para vender sus productos. La propia Fernández, que antes mantenía una relación distante con Bergoglio por temas como el matrimonio gay y la corrupción, viajará a Paraguay a encontrarse con él por quinta vez desde que fue coronado en Roma, desde que sus críticas al capitalismo salvaje se han hecho escuchar en todo el mundo. Ningún otro jefe de Estado lo ha visto tanto como ella.